
El mes de noviembre convoca a multitudes a recordar a sus seres queridos fallecidos, en distintos ritos y símbolos. El Día de Todos los Santos evoca manifestaciones de amor y sentimiento, ya sea a través de la participación en la Eucaristía o en nuestra oración personal. La visita a los cementerios puede ser un importante evento pastoral. ¿Por qué es popular? Porque es una expresión de la riqueza de la comunidad Cristiana. Las familias y los amigos se reúnen, expresando su cariño por aquellos y aquellas que amaban. Entre todos se ayudan a mejorar la presentación de las tumbas, a traer flores, a encender cirios y a compartir liturgias y oraciones. Las tumbas son bendecidas con agua bendita; luego se vuelve a casa y se comparte una mesa y varios recuerdos que nos traen lágrimas y risas. Todo esto es comunidad cristiana.
Estos actos de recuerdo de los que se han ido, nos corresponden, pues somos espíritus encarnados, y deseamos seguir unidos a parientes y amigos con los que hemos compartido nuestras vidas, con sus alegrías y sus penas. No están más lejos de nosotros que Dios, y Dios está cercano. Lo humano y lo divino unen sus manos a través del vacío que es la muerte, y la nostalgia que sentimos por nuestra reunión final, nos trae una misteriosa paz a nuestros corazones. Todo estará bien cuando Dios así lo quiera.
Fuente: http://www.espaciosagrado.com
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