La Presencia de Dios intimida (¿Será por eso que las bancas de atrás son las que primero se llenan?) Tal vez no se te ocurra mucho qué decir, te dé sueño o tal vez hasta te aburras un poco. Pero está bien. Como cuando estamos con alguien a quien queremos y nos da mucha alegría simplemente verlo. O cuando, en medio de una gran tristeza no encontramos palabras para consolar al amigo que sufre, y solamente podemos darle la mano, o quedarnos allí, en silencio. Una vez una amiga que sufrió una grán perdida me comentaba que ante el impacto de la mala noticia ni siquiera recuerda de qué manera "funcionaba" durante los días siguientes o las palabras de consuelo que le decían. Lo único que recuerda es la presencia de las personas que la fueron a visitar. Si de esta manera la presencia humana, creatura de Dios, puede ser fuente de alegría, consuelo y solidaridad, imagínate cuánto más puede hacer en nosotros la cercanía de Dios.
Ahora, mientras estás allí, ¿qué hacer?
Aquí te pongo unas sugerencias:
1. Toma conciencia de quién eres
Eres una persona con virtudes y defectos, aciertos y errores, buenas y malas obras. Pero a final de cuentas también un hijo de Dios, que te ama tanto que fue capaz de dar a su propio Hijo para salvarte. Vales la Sangre Preciosa del Hijo de Dios.
2. Toma conciencia ante Quién estás
¿Quién es Dios? ¿Qué es lo que conoces de Él? ¿Cómo se manifiesta en tu vida?
Me gusta acordarme de la definición de Dios que aprendí en el catecismo: "Dios es nuestro padre, bueno y cariñoso, que todo lo sabe, que puede hacer todo lo que quiere, y que creó las cosas del cielo y de la Tierra".
3. Ahora solamente pon atención.
¿En qué piensas? ¿Qué te preocupa? ¿Qué te viene a la mente?
Utiliza esos pensamientos para platicar con Dios. Es por allí por donde Él te quiere hablar.
¿A qué conclusión llegas?
¿Qué estás dispuesto a hacer al respecto?
Si no se te ocurre nada o te sientes vacío, ¿de qué te gustaría estuviera llena tu vida?
- Martha Miranda
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