Sí, queridos jóvenes! “Hoy” Dios tiene necesidad de vosotros para “rehacer” el mundo. Todo hombre, toda mujer tiene un sueño por el que vive y del que habla Yo, movido por el Espíritu de Jesús, he cultivado siempre y todavía hoy cultivo mi sueño: un gran movimiento de adultos y jóvenes que sea profecía de este nuevo mundo.
Que todos juntos podemos dar vida a un gran Movimiento salesiano dirigido a ayudar a los jóvenes, sobre todo los más pobres y en dificultad, proyectando el presente y el futuro, apuntando a objetivos importantes para la renovación de nosotros mismos y de los demás, contribuyendo de manera determinante en el cambio del mundo y de la historia. La Familia Salesiana quiere asumir este compromiso como una vocación y una misión especial.
Pido, especialmente, que el Espíritu Santo suscite obreros celosos, creativos, capaces de ir al encuentro de todos esos jóvenes que hoy no llaman ya a la puerta de la Iglesia. Se trata de jóvenes que, en su camino hacia la estrella, querrían encontrar a los magos más que a los escribas de Jerusalén; jóvenes que no nos preguntan todavía qué hay que creer, sino más bien que significa creer. Para todo esto es necesario un verdadero cambio de perspectiva pastoral.
Queridísimos Jóvenes y amadísimos Salesianos, pongamos bajo la mirada materna de María nuestra vida como vocación y nuestra misión educativa. María fue Quien se hizo discípula del Señor, en escucha continua, en el corazón y en la vida, de la Palabra de Dios. Fue Ella la que respondió a la llamada de Dios con la entrega total, valiente y libre, de sí misma: «He aquí la sierva del Señor». De Ella, mujer nueva, maestra de fe y de estupor, la Familia Salesiana aprende a ser discípula del Señor y “Madre”, que, en el amor, engendra y educa a los jóvenes a la entrega generosa de su vida para alcanzar la plenitud .
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