lunes, 28 de septiembre de 2009

¿Para qué son los Amigos?


Por: Rev Ed Bacon

Hay amigos con los que platicas de manera cordial y aparte están tus mejores amigos. Son las personas que te apoyan, a pesar de todo. Les cuentas tus secretos más profundos y oscuros, y en vez de salir corriendo se quedan contigo y el lazo que los une se vuelve más fuerte. Ed Bacon comparte su opinión sobre la amistad y lo que realmente significa aceptar a alguien incondicionalmente.


Un amigo me escribió para darme la noticia sobre un éxito tremendo que tuvo en un nuevo negocio. Yo le contesté con mucho entusiasmo escribiéndole sobre sus grandes cualidades. Él me contestó en un e-mail: “Tú, mi amigo, te pasas!! Pero debo decir que me encanta tener mi propio club de admiradores!” Yo lo contesté, sin siquiera pensarlo: “¿para qué estamos los amigos?”

¡Precisamente! La amistad se trata de ser así como uno de mis héroes describió: “personas balcón” en vez de “personas sótano”. Las personas sótano son esas que viven en nuestra mente y nos dicen que nunca llegaremos a nada, que estamos condenadas al fracaso y que no tenemos remedio. Las personas balcón son los que nos animan constantemente. ¡Adelante! nos dicen, cada vez que intentamos encontrar nuestra propia voz, ensanchar nuestros horizontes, atrevernos, crear algo o romper las barreras del sonido en nuestras vidas.

Si bien no todos nosotros estamos hechos para el matrimonio o vivir en una comunidad formal como un kibutz, monasterio, convento o comuna, todos hemos sido creados para vivir algún tipo de amistad. Las amistades son lo que nos ayuda a ser humanos. Aunque mi esposa es verdaderamente mi amiga del alma, en este ensayo no voy a ponerla como un ejemplo de amistad. Estas reflexiones son sobre algo más universal que el matrimonio – tener amigos del alma que no son nuestros compañeros de vida o cónyuge.

Ejemplos de Amistad
Mis amigos y yo nos reunimos regularmente para compartir los aspectos más profundos de la vida, esa parte sobre el Ser en oposición al Hacer. Seguro, hablamos de lo que hacemos en nuestros puestos de trabajo, nuestras otras relaciones, nuestra vida espiritual, sexual, atlética, médica, familiar. Pero la savia experiencial generadora de vida que alimenta nuestra alma y nos une cada vez más a través de los años y nos lleva a dimensiones cada vez más profundas es la conversación que tenemos en el nivel del ser. Es el lugar en donde tu alma se presenta desnuda ante otra persona y recibe una aceptación incondicional a cambio.
De vez en cuando, hablamos acerca de cómo nuestra amistad es un oasis libre de desesperación. Hemos tenido algunas relaciones importantes que se amargaron porque alguien se desesperó, se cansó de esperar de nosotros. No que no lo mereciéramos. Pero hay algo que tienen mis mejores amigos: no se cansan de esperar de mí, sin importar cuánto me lo merezca. Como resultado, no existen barreras entre nosotros, y cuando caemos en el viejo patrón de pensamiento: “si le digo esto, la amistad se va a terminar”, es ahí donde tenemos todos esos años de correr el riesgo de decirlo todo. Es ahí donde la amistad se hace aún más fuerte.

Mis mejores amigos son personas con las que me siento con la confianza de hablar sobre sentimientos de enojo, tristeza o dolor. La mayoría de otras amistades permanecen en el nivel de sentimiento donde todo está "bien", aunque todos sabemos que no es cierto. Mis mejores amigos nunca me sacan la vuelta en esos momentos en los que me siento más necesitado: cuando han herido mis sentimientos, cuando estoy tan enojado que podría arrojar fuego, cuando estoy afligido y deprimido, cuando me siento inaceptable. Una y otra vez, estos son los momentos que nos han hecho sentir más unidos.

El secreto de todo esto es que los mejores amigos están comprometidos a ser ellos mismos. Por supuesto que toleran cualquier postura que proviene de pretender ser lo que uno no es, pero la seguridad de la amistad es tal que en su presencia puedo sentir la superficialidad de cualquiera de mis palabras basadas en el ego o juicios personales. Al darme cuenta de esto, me acuerdo de que no quiero vivir en la superficie de la vida, y entonces, simplemente, me muevo a las aguas más profundas donde mi yo verdadero está esperando para descansar, refrescarse y renovarse.
Para mí, invertir tiempo en mis mejores amigos es algo profundamente espiritual. Presentarse de frente totalmente como se es ante el otro, sabiendo que la aceptación es mayor que la desesperación y trabajar con esos sentimientos difíciles, así como también en la vida superficial para llegar al verdadero ser es la esencia de la vida con Dios. No podemos estar completamente vivos sin eso.