jueves, 31 de marzo de 2011

14 Lecciones a aprender del Via Crucis

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osotros los católicos no tomamos las Estaciones de la Cruz a la ligera. Cada Cuaresma,  al contemplar estos 14 momentos de la Pasión y muerte de Cristo, reflexionamos en el inmenso amor que sostuvo a Cristo durante ese día oscuro. Los que son padres pueden preguntarse, también, que les enseña  el dolor y el misterio de las estaciones a los niños. Ciertamente, ellos absorben mucho más de lo que pensamos. En general, todos podemos aprender de qué manera afecta nuestro comportamiento a las personas que tratamos. Reflexionemos en las lecciones que podemos aprender de esta devoción.

1.    Jesús es condenado a muerte. Seamos amigos de los marginados. Al igual que la multitud en el tiempo de Jesús, que gritaba que lo crucificaran, los niños y jóvenes  de ahora  pueden ser crueles cuando son parte de un grupo, haciendo cosas que nunca harían por su cuenta. A la luz de los disparos en las escuelas, nuestra sociedad ha despertado al impacto del bullying y la presión de grupo entre los niños. De repente un día una joven va a la escuela   y sus amigos deciden que ya no es parte de su grupo. Se burlan de ella sin misericordia por no usar la ropa de moda. Lo que podemos hacer: Enseñemos a los jóvenes y niños a retirarse cuando un grupo quiera poner en ridículo o el mismo o a otras personas.  Animémoslos a defender a aquellos que “ los agarran de torta “ (o que al menos le avisen a un adulto) y ofrezcamos nuestra amistad a los que no son populares en la escuela. Cuidemos nuestra manera de expresarnos de los que nos populares o triunfadores.
2.     Jesús toma su cruz. No te escondas del dolor o de tus problemas.  En nuestra comunidad podemos ver que el corazón empieza a sanar cuando las personas admiten las luchas que enfrentan cada día.  El ver a Jesús tomar la cruz sobre sus hombros nos da fortaleza para cargar día a día nuestras propias cruces. Lo que podemos hacer: Se honesto con tus hijos o los niños que trates respecto a tus propias luchas; anímales a que hagan lo mismo. Cuando sus compañeros  le cuenten sus problemas, anímalos a que admitan los suyos,  de esta manera no solamente harán nuevos amigos, sino que también será una lección importante para que crezcan como cristianos sanos y preocupados por los demás. Comparte con tu grupo de oración o amigos cercanos los problemas que tengas.
3.    Jesús cae por primera vez. La gente buena también falla. Mientras mejores sean, más duro caen. Con frecuencia nos da gusto cuando vemos que a alguna persona famosa  o importante “la bajan de la nube”, al nivel de los personas mortales. Lo que podemos hacer: Da un buen ejemplo estando alerta a las cosas que dices, especialmente cuando hablas de otras personas y dices “qué bueno que le pasó, ¡se lo merece!”. Prepara a tus hijos o niños con los que trates para el hecho de que aun cuando hagan las cosas de la mejor manera que puedan, a veces van a caer. Todos hemos caído alguna vez.
4.    Jesús se encuentra con su madre. La caridad empieza en casa. Historia real: en una reunión de un grupo de oración durante la Cuaresma, un hombre comparaba el sufrimiento de Jesús al sufrimiento de las mujeres pobres en El Salvador. Estaba tan conmovido que  lloraba mientras hablaba. Mientras lloraba, su propia esposa se retiró para esconder sus lágrimas: estaba pasando por una muy dura situación como ama de casa y  madre de cuatro hijos muy revoltosos, además de estirar su presupuesto  a todo lo que se podía. Su esposo ni siquiera se había dado cuenta.  Cuando Jesús se encuentra con su madre, recordamos todos los dolores y preocupaciones por las que pasan las mamas o las personas responsables de cuidar a otros.  Recordamos que Jesús aprendió mucho sobre la compasión de su propia madre. Lo que podemos hacer: Como dijo Madre Teresa: “si algunos días tienes solamente una sonrisa para dar, asegúrate de guardarla para tu familia”. A pesar de tu vida tan ocupada, tomate el tiempo para detenerte y escuchar los problemas de tus hijos o de tus padres y hermanos.  Ofrece compresión antes de dar una solución. Como dice la Biblia, aprendemos a mostrar compasión por  aquellos que no vemos cuando primero mostramos compasión por los que vemos todos los días.
5.      Simón de Cirene carga la cruz de Jesús. Aprendemos mucho cuando nos ponemos en el lugar de los demás.  Simón tuvo la oportunidad de caminar una milla en los zapatos de Jesús. Sin duda regresó a casa como un hombre transformado ese día. ¿Qué puedes aprender si  caminaras una milla en los tenis de un joven o las pantuflas de un anciano? ¿Qué aprenderían ellos si se pusieran en tus zapatos de vestir?  Cuidado con hacer menos los problemas de otras generaciones. Lo que podemos hacer: Lee una revista de adolescentes o entra a un chat en línea para aprender que es lo que tus hijos enfrentan en el mundo. Participa como maestro o ayudante de Catecismo para descubrir los problemas de la vida real que su fe Católica necesita enfrentar. ¿Y para los niños? Trata de llevarlos al trabajo contigo por un día. Date el tiempo para escuchar las dolencias de un anciano.
6.    La Verónica limpia el rostro de Jesús. Los pequeños gestos de amabilidad significan mucho. Aprendamos un poco de Santa Teresita de Jesús o Dorothy Day, fundadora del Catholic Worker: las dos enseñaron el valor espiritual de seguir el “pequeño camino” de hacer cosa pequeñas por amor. ¿Qué pasaría si pusiéramos amor a cada una de las cosas que hacemos en nuestra vida diaria, desde cambiar pañales hasta cambiar de carril en una calle muy transitada? Lo que podemos hacer: Enseña a tus hijos el valor de los pequeños actos de amabilidad, haciéndoles notar como su efecto se extiende a todas las personas. Ayúdalos a ver las muchas maneras pequeñas en las que pueden ayudar a otros. Compra hojas de papel y haz que desarrollen el hábito de escribir notas de apreciación a maestros, niños de la escuela, personas en su parroquia. Escucha con atención cuando una persona te platique algo. Deja pasar primero en la caja registradora a una madre agobiada con su niño pequeño.
7.    Jesús cae por segunda vez. Cuando otros tropiecen,  ofrece tu ayuda. Cuando Jesús cae por segunda vez, la gente tuvo que ayudarlo a levantarse. Estemos alerta para ver a las personas que necesiten una mano para volver a levantarse. Recuerda lo que Jesús dijo en el Evangelio de Mateo: “Cualquier cosa que hayas hecho por uno de estos pequeños, lo hiciste por mí”. Lo que los podemos hacer: Involucra a tu familia  en proyectos de servicio, como recoger ropa y alimentos o ser voluntario en algún comedor.  Coopera en los eventos para recaudar fondos para misiones, asilos de ancianos o instituciones de beneficencia.
8.    Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén. Consolemos a los que sufren.  Aunque Jesús tenía que sobrellevar su propia tristeza, se detuvo para consolar a las mujeres que lloraban. Nuestra cultura está cada vez más incómoda con la muerte, así que compórtate de manera contracultural: Habla sobre la muerte y el dolor de maneras pequeñas con tus niños mucho antes de que tu familia enfrente una pérdida mayúscula. Lo que podemos hacer:  Ayuda a tus niños a que se acerquen a otros niños que hayan sufrido una pérdida. Incluye a tus  propios seres queridos que hayan muerto, especialmente a los que no les tocó conocer,  cuando ores con tus niños en la noche.  Esta es una manera  muy buena de enseñarles sobre la Comunión de los Santos y la creencia Cristiana de que el amor es más fuerte que la muerte. Acompaña a una persona que haya perdido a un ser querido.
9.    Jesús cae por tercera vez. Cuando nuestra vida es muy dura, necesitamos confiar más en Dios. A veces la vida nos da golpes muy duros. Nos da cáncer, nace un hijo con discapacidad mental. A veces todo lo que podemos hacer es esperar, ver a donde nos lleva la gente, la ciencia, las oraciones y Dios un día a la vez. San Juan de la Cruz le llama a esta experiencia “la noche oscura de la fe”. Cuando dejamos todo en manos de Dios y lo dejamos actuar es cuando descubrimos una vida nueva.  Lo que podemos hacer: No le saques la vuelta a las preguntas más difíciles que tus hijos o los niños en tu vida te hacen respecto al por qué pasan las cosas. Muchas veces solamente podrás decir: “No lo sé, cariño. Todo lo que sé es que Dios nos ama más que cualquier persona, Dios tiene que estar más triste que nosotros. Tal vez algún día en el cielo Dios nos podrá explicar por qué de una manera que tenga sentido.” Haz que sea una práctica común volverse a Dios para buscar consuelo cuando suceda una tragedia en la familia.
10. Jesús es despojado de sus vestiduras. Los seres humanos están revestidos en dignidad, más que nada. Jesús, un hombre inocente torturado y desconocido por casi todos, tuvo que enfrentar otra indignidad más. La Enseñanza Social Católica nos dice que la dignidad humana es la piedra angular de todo lo que la iglesia nos enseña sobre el trabajo, la familia, la guerra y la paz. ¿Cómo se relaciona esto con lo que hacemos en casa? ¿Qué cambiaría si realmente viéramos en nosotros y en los demás, en cada momento, un hijo valioso y amado por Dios? Lo que podemos hacer: los niños pequeños necesitan saber que sus cuerpos son sagrados, un regalo especial de Dios y que nadie tiene derecho a tocarlos, hacerles daño o ridiculizarlos. Enseña a tus hijos que todos los cuerpos, flaquitos  o gorditos, blancos o cafecitos,  altos o chaparros, con un solo brazo o desfigurados, son recipientes preciosos del amor que Dios nos tiene. Recuerdo el viejo dicho: “Dios no hace basura”. Cuida la manera como te expresas de tu propio cuerpo o del de los demás.
11. Jesús es clavado en la cruz. Perdona a los que te han ofendido. ”Padre,  perdónales porque no saben lo que hacen”, dijo Jesús desde la cruz.  Por su ejemplo, el perdón se convirtió en la base de lo que significa ser Cristiano y Católico. ¿Cómo andamos en la escala del perdón? ¿Tenemos guardado algún resentimiento callado que es tan poderoso y venenoso que aun nuestros niños pueden ver? Lo que podemos hacer: Ayuda a tus hijos o niños en tu vida a darse cuenta que el negarse a perdonar es como tomarse un veneno y esperar que la otra persona muera. El perdón siempre ayuda y sana al que perdona  sin importar si el ofensor acepte la culpa o no.  Asiste a un servicio de Reconciliación en tu parroquia como familia para que tus hijos vean que el pecado, el perdón y la reconciliación nos afecta a todos.
12. Jesús muere en la cruz. Existimos para un propósito mucho mayor. Jesús murió por todos nosotros.  Nuestra existencia no es solamente para este mundo. Somos parte de la familia de Dios, con todos los derechos y responsabilidades que esto significa. Nuestra vida es importante porque Dios nos ama y quiere para nosotros la plenitud de la vida; pero también espera que nosotros ayudemos a nuestros hermanos y hermanas, en nuestra casa y en el mundo, a que tengan la misma experiencia. Lo que podemos hacer: Cuando lleguen las noticias a tu casa ya sea en el periódico o por televisión, pregunta: “¿Y  si esa persona fuera mi vecino o mi hermano?”  Pues adivina, Jesús dice que esa persona es tu vecino y hermano. ¿Qué podemos hacer  hoy o esta semana para demostrarle a Jesús que le creemos?  Ayuda a los niños a darse cuenta que son parte de algo mayor: Coloca imágenes en tu casa que demuestren la diversidad de mezcla de razas en el mundo. Lleva a tus niños a una ceremonia religiosa que incluya personas de todos los niveles sociales.
13. Jesús es bajado de la cruz. Continúa con lo que emprendes de manera diligente y hasta el final. ¿Quién se quedó después de la crucifixión? Las mujeres que habían permanecido al pie de la cruz, incluyendo a su madre y a los dos hombres que tenían permiso para enterrar el cuerpo. Ellos enfrentaron una tarea que les rompía el corazón. ¿Nos podemos identificar con ellos? ¿O somos de los que nos vamos y desaparecemos antes de que empiece el trabajo difícil?  Lo que los podemos hacer: como familia, toma una decisión consciente de emprender una tarea difícil en beneficio de alguien más, como por ejemplo participar en el comité de limpieza para un encuentro en tu parroquia.  Haz que sea un momento de alegría para tus niños. Resalta con ellos la importancia de cumplir con sus compromisos.  Refuerza con un premio cuando cumplan sus promesas de terminar algo difícil o tedioso.  Da ejemplo cumpliendo con tus compromisos y realizándolos de la mejor manera.
14.   Jesús es depositado en la tumbaMantén viva la esperanza. Es difícil imaginar lo que los discípulos de Jesús sentían. ¿O tal vez no? ¿Alguna vez hemos esperado en la oscuridad, envueltos en el temor o la duda? Cualquiera que haya esperado los resultados después de un diagnóstico o una cirugía, o haya esperado el veredicto en un juzgado o en una agencia de adopción, o haya estado esperando noticias de un niño extraviado o de una prueba de embarazo, sabrá un poco cómo se sintieron los discípulos de Jesús.  Lo que los podemos hacer: Tanto tú como tu familia luchen por vencer la tendencia  a pensar de manera negativa. Cuando estén esperando algo importante, apóyense mutuamente.  Hagan vigilias de oración. Utiliza el abundante simbolismo de la espera y la oscuridad: enciende una “vela de la esperanza” como un recordatorio para mantener tus oraciones constantes y tu esperanza viva.
 
Fuente: At Home with our faith Basis. Claretian Publications 
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viernes, 25 de marzo de 2011

"He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según Tu Palabra".

La noche se alejó y la suave luz del amanecer empezó a iluminar un nuevo día. Un nuevo día que parecía como uno más pero que sería el DÍA de todos los días. El gran día para la Humanidad.

Fresca la mañana, limpia la brisa en ese día de días. Día de primavera, 25 de marzo. No hubo trompetas, no hubo cañonazos, no hubo concentración de millares de personas como en los grandes eventos. Fue discretamente, sencilla y naturalmente como suelen ser todas las cosas grandes de Dios.

Una virgen en oración. Un lugar: Nazaret, ciudad de Palestina y el arcángel Gabriel como embajador de Dios. Un saludo: - ¡Dios te salve María, llena eres de gracia! Y con este saludo, una petición de colaboración.

El Misterio de amor y de misericordia, prometido al género humano miles de años atrás y anunciado por tantos profetas, se iba a hacer realidad.

Creo yo que todo quedó en suspenso. La naturaleza, el aire, el universo en pleno tuvieron que contener su aliento vital en la espera de oír la respuesta de María. Los labios de la virgen se movieron, primero para aclarar una duda, pero una vez que esta fue disipada, volvió a hablar para dar su consentimiento a esa misión celestial.

María, la llena de gracia, aceptaba humildemente el Gran Designio para el que se le pedía su cooperación, sin envanecimiento porque sabía que la realeza y la gloria de su gracia pertenecían a Dios, venía de Dios.

Y María dijo: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según Tu Palabra".

Necesariamente tuvo que haber habido un estremecimiento en todo el orbe. Los cielos y la tierra, la creación entera tuvo que conmoverse en ese grandioso momento. Y en ese instante, de allá del Seno del Padre, el Espíritu Santo descendió y cubrió a la siempre virgen, a la llena de gracia, con su sombra y el Verbo de Dios quedó para siempre unido a la raza humana.

El Hijo de Dios, el Hijo de María daba comienzo a su vida de hombre, sin dejar de ser Dios, en el seno de esta mujer escogida por el Altísimo para cooperar, para cocrear con Dios con su libre consentimiento y ser desde el instante de este ¡Fiat!, corredentora de la Humanidad.

Después ... después pasaron muchas cosas. Todas las que estaban escritas, pero los cristianos no podemos, no debemos olvidar ese día, ese momento y mucho menos a la siempre virgen, a la llena de gracia, a María la Madre de Dios y Madre nuestra.

Por eso el Papa Juan Pablo II tenía una muy especial devoción al "Ángelus", esa oración que se dice al comenzar el día, al tiempo del mediodía y cuando el día está en el ocaso:

"El ángel del Señor anunció a María"- "Y concibió por gracia del Espíritu Santo"- Y se reza un Ave María.
"He aquí la esclava del Señor"- "Hágase en mí según Tu Palabra"- Otra Ave María.
"Y el Verbo se hizo carne" - "Y habitó entre nosotros" y se termina con un Ave María.
Sencilla oración. Diario recuerdo amoroso a nuestra Madre la Virgen María.

Cuando esta bella oración del Ángelus se extienda por todo el mundo, cuando esto suceda... nuestro mundo será mejor.

Fuente: Catholic.net. Publicado por BG.

sábado, 5 de marzo de 2011

Iniciamos el camino de la Cuaresma a la Resurrección.


El próximo miércoles 9 de marzo, celebramos el Miércoles de Ceniza; en la Iglesia Católica es el primer día de la Cuaresma, cuarenta días antes de la Pascua. En la Iglesia primitiva , variaba la duración de la Cuaresma, pero eventualmente comenzaba seis semanas (42 días) antes de la Pascua. Esto sólo daba por resultado 36 días de ayuno (ya que se excluyen los domingos). En el siglo VII se agregaron cuatro días antes del primer domingo de cuaresma estableciendo los cuarenta días de ayuno, para imitar el ayuno de Cristo en el desierto.

Hoy en día en la Iglesia, el Miércoles de Ceniza, el cristiano recibe una cruz en la frente con las cenizas obtenidas al quemar las palmas usadas en el Domingo de Ramos del año anterior.
 
Creo, que la mejor manera de decir qué es la Cuaresma es: “tiempo de volver al Padre”. Muchas veces en nuestra vida hemos descuidado la relación con nuestros amigos y no es que estemos enojados, simplemente, que nuestras actividades diarias, la rutina y nuestro egoísmo nos han alejado de tal manera que nos cuesta trabajo ser sinceros y abrir el corazón como solíamos hacerlo antes. Esto es lo que nos pasa con Dios, por eso El puso este tiempo especial en el que nos unimos a Cristo para prepararnos a vivir la Pascua: la Pasión, Muerte y Resurección de Cristo Nuestro Señor. El mismo Jesús antes de comenzar su vida pública, se retiró al desierto durante cuarenta días en los que no comió ni bebió y fué tentado por el demonio; pero gracias a su unión con el Padre tuvo la fortaleza de resistir y ser fiel a su misión en el mundo: morir por nosotros para darnos Vida Eterna.

La Cuaresma es el tiempo especial en el que reconocemos nuestra fragilidad y pequeñez delante de Dios con el signo de la ceniza, la abstinencia, la oración y los sacrificios como una manera de decirle a Cristo que nos arrepentimos de todos nuestros pecados y de que tenemos un deseo sincero de cambiar, de unirnos a Él en su preparación a la Pascua, acompañarlo en su dolor y con Él morir a nuestra vida de pecado para después resucitar con Él a una vida nueva en la que podamos ser como Él quiere, es entonces cuando verdaderamente seremos felices. Es también un tiempo especial en el que le ofrecemos el regalo de nuestras buenas obras como una muestra de gratitud por su infinita misericordia, en fin, Cuaresma es para reconciliarte con Dios y estrechar tu amistad con Él que nos espera siempre con brazos abiertos de una manera especial en la Confesión y la Eucaristía.

El tiempo de cuaresma nos invita al ayuno y la oración, al arrepentimiento de nuestros pecados y a la conversión sincera de nuestro corazón; aún cuando el sacramento de la confesión, es un acto penitencial insustituible, existen diversas formas de preparar nuestro corazón para el perdón de nuestro pecados, como el ayuno.


En la cuaresma se nos pide que ayunemos todos los viernes de este tiempo litúrgico y la abstinencia de comer carne el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. Debemos poner especial cuidado en no hacer las cosas “por costumbre”, “por cumplir", “para calmar nuestra conciencia”, o “para quedar bien con los demás”.

El verdadero ayuno, sacrificio, penitencia o mortificación; es aquel que habiéndolo ofrecido a Nuestro Señor nos proponemos llevar a cabo conscientes de nuestros pecados, como una purificación. Hablamos de ayuno y oración de manera conjunta, porque al ofrecer de corazón, de manera consiente nuestro ayuno ya estamos orando.

No olvidemos pues la importancia que tiene para nuestras vidas el diálogo fiel y constante con Dios, es ahí, en esa comunicación íntima donde verdaderamente aprendemos a ser auténticos cristianos, en ese encuentro Jesucristo mismo nos moldea y conduce, nos enseña a ver como Él, a pensar como Él, a amar como Él. A nosotros tan sólo nos toca poner una pequeña parte, nos toca poner nuestras ganas de conocerle más, nuestra voluntad de servir a Dios y al prójimo.

Por ello se nos invita a ayunar, porque el ayuno es una forma de decir: "Señor, te entrego este pequeño sacrificio como muestra de mi arrepentimiento y de mis ganas de convertirme y acercarme más a Tí". El ayuno también contribuye a hacernos adquirir el dominio sobre nuestros instintos y la libertad de corazón.

Jesús mismo, se privó de comida durante cuarenta días y durante ese lapso se dedicó a la oración como preparación para el servicio a los demás. Lo hizo poniéndose delante de Su Padre con actitud humilde para platicar y aprender de Él.

Aprendamos pues de Jesucristo nuestro Salvador, y hagamos el propósito de aprovechar este tiempo de reflexión para ayunar y orar con sinceridad de corazón y de intención.

El ayuno puede ser (a parte del que manda la Iglesia), cualquier sacrificio o privación de un gusto especial para nosotros, ofrecido a Dios.

Hoy más que nunca se nos invita a realizar ese acto de Fe con una actitud orante para que Nuestro Señor nos purifique y prepare para hacer siempre Su voluntad, ya que en eso está nuestra verdadera y plena realización de Cristianos.

Consultar: Mateo 6,16-18 e Isaías 58

Fuentes varias: Pbro. Baltasar López Bucio, Biblia Nueva Jerusalem y Beatriz Gil.