sábado, 28 de marzo de 2015

Domingo de Ramos



El Domingo de Ramos abre solemnemente la Semana Santa, con el recuerdo de las Palmas y de la passión, de la entrada de Jesús en Jerusalén y la liturgia de la palabra que evoca la Pasión del Señor en el Evangelio de San Mateo.

En este día, se entrecruzan las dos tradiciones litúrgicas que han dado origen a esta celebración: la alegre, multitudinaria, festiva liturgia de la iglesia madre de la ciudad santa, que se convierte en mimesis, imitación de los que Jesús hizo en Jerusalén, y la austera memoria - anamnesis - de la pasión que marcaba la liturgia de Roma. Liturgia de Jerusalén y de Roma, juntas en nuestra celebración. Con una evocación que no puede dejar de ser actualizada.
Vamos con el pensamiento a Jerusalén, subimos al Monte de los olivos para recalar en la capilla de Betfagé, que nos recuerda el gesto de Jesús, gesto profético, que entra como Rey pacífico, Mesías aclamado primero y condenado después, para cumplir en todo las profecías.

Por un momento la gente revivió la esperanza de tener ya consigo, de forma abierta y sin subterfugios aquel que venía en el nombre del Señor. Al menos así lo entendieron los más sencillos, los discípulos y gente que acompañó a Jesús, como un Rey.
San Lucas no habla de olivos ni palmas, sino de gente que iba alfombrando el camino con sus vestidos, como se recibe a un Rey, gente que gritaba: "Bendito el que viene como Rey en nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria en lo alto".
Palabras con una extraña evocación de las mismas que anunciaron el nacimiento del Señor en Belén a los más humildes. Jerusalén, desde el siglo IV, en el esplendor de su vida litúrgica celebraba este momento con una procesión multitudinaria. Y la cosa gustó tanto a los peregrinos que occidente dejó plasmada en esta procesión de ramos una de las más bellas celebraciones de la Semana Santa.
Con la liturgia de Roma, por otro lado, entramos en la Pasión y anticipamos la proclamación del misterio, con un gran contraste entre el camino triunfante del Cristo del Domingo de Ramos y el Via Crucis de los días santos.

Sin embargo, son las últimas palabras de Jesús en el madero la nueva semilla que debe empujar el remo evangelizador de la Iglesia en el mundo.
"Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". Este es el evangelio, esta la nueva noticia, el contenido de la nueva evangelización. Desde una paradoja este mundo que parece tan autónomo, necesita que se le anuncie el misterio de la debilidad de nuestro Dios en la que se demuestra el culmen de su amor. Como lo anunciaron los primeros cristianos con estas narraciones largas y detallistas de la pasión de Jesús.
Era el anuncio del amor de un Dios que baja con nosotros hasta el abismo de lo que no tiene sentido, del pecado y de la muerte, del absurdo grito de Jesús en su abandono y en su confianza extrema. Era un anuncio al mundo pagano tanto más realista cuanto con él se podía medir la fuerza de la Resurrección.
La liturgia de las palmas anticipa en este domingo, llamado pascua florida, el triunfo de la resurrección; mientras que la lectura de la Pasión nos invita a entrar conscientemente en la Semana Santa de la Pasión gloriosa y amorosa de Cristo el Señor.

Fuente: https://www.aciprensa.com

lunes, 16 de marzo de 2015

Los 7 hábitos diarios para quienes quieren ser Santos

Nadie nace santo. Se consigue la santidad con mucho esfuerzo, pero también con la ayuda y la gracia de Dios. Todos, sin exclusión, están llamados a reproducir en sí mismos la vida y el ejemplo de Jesucristo, caminar detrás de sus huellas.

Estás leyendo esto porque estás interesado en tomar tu vida espiritual más seriamente de ahora en adelante. Aceptar de corazón uno de los puntos clave del Concilio Vaticano II: la importancia de la doctrina de la llamada universal a la santidad. También conoces que Jesús es el único camino a la santidad "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida."
El secreto de la santidad es la oración constante la cual puede ser definida como el continuo contacto con la Santísima Trinidad: "reza siempre y sin desfallecer" (Lc. 18:1). Hay varios caminos para llegar a conocer a Jesús. Nosotros vamos a hablar brevemente sobre algunos de ellos en este artículo. Si quieres llegar a conocer, amar y servir a Jesús de la misma forma que aprendes a amar y enamorarte de otras personas: tu esposa, miembros de tu familia y amigos íntimos, por ejemplo, pasando un tiempo considerable con él en forma regular y, en este caso básicamente todos los días. El retorno, si lo haces, es la única verdadera felicidad en esta vida y la visión de Dios en la próxima. No hay sustituto a esto.
 
La santificación es un trabajo de toda la vida y requiere nuestro determinado esfuerzo para cooperar con la gracia santificante de Dios que viene por medio de los Sacramentos.
Los siete hábitos diarios que propongo consisten en el ofrecimiento de la mañana, la lectura espiritual (Nuevo Testamento y un libro espiritual sugerido por tu director espiritual), el Santo Rosario, la Santa Misa y Comunión, al menos quince minutos de oración mental, la recitación del Ángelus al mediodía y un breve examen de conciencia por la noche. Estos son los principales medios para alcanzar la santidad. Si eres una persona que quiere llevar a Cristo a otros a través de la amistad, estos son instrumentos con los cuales almacenarás la energía espiritual que te permitirá hacerlo. La acción apostólica sin los sacramentos, volverá ineficaz una sólida y profunda vida interior. Puedes estar seguro que los santos incorporaron por uno u otro camino todos estos hábitos en su rutina diaria. Tu objetivo es ser como ellos, contemplativos en el medio del mundo.
3 puntos importantes para prepararnos a cumplir los hábitos: Quiero remarcar varios puntos antes de examinar los hábitos
  1. Recuerda que el crecimiento en estos hábitos diarios son como una dieta o un programa de ejercicio físico, es un trabajo de proceso gradual. No esperes incorporar los siete o aún dos o tres de ellos en tu agenda diaria inmediatamente. No puedes correr una carrera de cinco kilómetros si antes no te has entrenado. Tampoco puedes tocar a Liszt a la tercera clase de piano. Esta prisa te invita al fracaso, y Dios quiera que tengas éxito tanto en tu ritmo como en el Suyo. Debes trabajar cercanamente con tu director espiritual y gradualmente incorporar los hábitos a tu vida en el período de tiempo que corresponda a tu particular situación. Puede ser el caso que por las circunstancias de tu vida se requiera la modificación de los siete hábitos.
  2. Al mismo tiempo tu debes hacer el firme propósito, con la ayuda del Espíritu Santo y tus especiales intercesores, para hacer de ellos la prioridad de tu vida - más importante que comer, dormir, trabajar y descansar-. Quiero aclararte que estos hábitos no se pueden adquirir a las corridas. Ese no es el modo como nosotros queremos tratar a los que amamos. Ellos deben hacerse cuando estemos más atentos durante el día en un lugar en silencio y sin distracciones; donde sea fácil ponerse en presencia de Dios y estar con Él. Después de todo, ¿no es más importante nuestra vida eterna que nuestra vida temporal? Todo esto redundará al momento de nuestro juicio como una cuenta de amor a Dios en nuestro corazón.
  3. Quiero dejar en claro que vivir los hábitos no es pérdida de tiempo. No estás perdiendo el tiempo, en realidad lo ganas. Nunca conocerás una persona que viva todos ellos diariamente que sea menos productiva como trabajador o peor esposo o que tenga menos tiempo para sus amigos o no pueda cultivar su vida intelectual. Todo lo contrario, Dios siempre recompensa a los que lo ponen a El primero. Nuestro Señor multiplicará asombrosamente tu tiempo como multiplicó los panes y los peces y dio de comer a la multitud hasta saciarse. Puedes estar seguro de que el papa Juan Pablo II, la Madre Teresa o San Maximiliano Kolbe rezaban mucho más que la hora y media que se sugiere en estos hábitos repartidos a lo largo del día.

LOS 7 HÁBITOS PARA QUIENES QUIEREN SER SANTOS
Primer Hábito: Ofrecimiento del día por la mañana
El primer hábito es el ofrecimiento del día por la mañana; cuando te arrodillas y, utilizando tus propias palabras o una fórmula, ofreces todo tu día a la gloria de Dios. Lo que no es simple es lo que sucederá antes del ofrecimiento. "Véncete cada día desde el primer momento, levantándote en punto, a la hora fija, sin conceder ni un minuto a la pereza."
Si con la ayuda de Dios te vences, tendrás mucho adelantado para el resto de la jornada.
¡Desmoraliza tanto sentirse vencido en la primera escaramuza! (San Josemaría- Camino, 191)
En mi experiencia pastoral, quien puede vivir el "minuto heroico" en la mañana y a la noche va a la cama en el tiempo previsto, tiene la energía física y espiritual a lo largo del día para parar lo que este haciendo para cumplir los otros hábitos.
Segundo Hábito: Quince minutos de oración en silencio
El segundo hábito es por lo menos quince minutos de oración en silencio. Puedes agregar otros quince minutos extras en otro momento del día. Después de todo, ¿Quién no desea pasar más tiempo con tan excelente compañía? La oración es una conversación uno a uno, directa con Jesucristo, preferentemente frente al Santísimo Sacramento en el Sagrario. Esta es tu hora de la verdad o tu momento superior. Si lo deseas puedes abrirte y hablar acerca de lo que está en tu mente y en tu corazón. Al mismo tiempo adquirirás el hábito de escuchar cuidadosamente y meditar como otra María (Lc. 10.38-42) para ver qué es lo que Jesús te está pidiendo y qué te quiere dar. Es aquí que nosotros comprendemos su dicho "Sin Mí, nada pueden hacer."
Tercer Hábito: Quince minutos de lectura espiritual
El tercer hábito son quince minutos de lectura espiritual que usualmente consistirá en unos pocos minutos de sistemática lectura del Nuevo Testamento, para identificarnos con la Palabra y acciones de nuestro Salvador. El resto del tiempo en un libro clásico de espiritualidad católica recomendado por tu director espiritual. En cierto sentido, es el más práctico de nuestros hábitos porque a través de los años leeremos varias veces la vida de Cristo y adquiriremos la sabiduría de los santos y de la Iglesia junto con la lectura de docenas de libros, los cuales enriquecerán nuestro intelecto. También podremos poner las ideas allí expresadas en acción.
Cuarto Hábito: Participar en la Santa Misa y Recibir la Santa Comunión en estado de gracia
El cuarto hábito es participar en la Santa Misa y recibir la Santa Comunión en estado de gracia. Este es el hábito más importante de todos los siete (cfr. Jn. 6, 22-65). Ella debe estar muy en el centro de nuestra vida interior y consecuentemente de nuestro día. Este es el acto más íntimo, posible del hombre. Encontramos a Cristo vivo, participamos en la renovación de Su sacrificio por nosotros y nos unimos a su cuerpo y alma resucitado. Como el papa Juan Pablo II dijo en su Exhortación Apostólica Ecclesia in America "La Eucaristía es el centro viviente y eterno centro alrededor del cual la comunidad entera de la Iglesia se congrega" (n°35).
Quinto Hábito: Rezar cada día al mediodía el Angelus o Regina Coeli
El quinto hábito es rezar cada día al mediodía el Angelus o Regina Coeli, invocando a Nuestra Santísima Madre de acuerdo al tiempo litúrgico. Esta es una costumbre católica que se remonta a muchos siglos. Este es un hermoso modo de honrar a Nuestra Señora por un momento. Como niños recordamos a Nuestra Madre durante el día y meditamos sobre la Encarnación y Resurrección de Nuestro Señor, el cual da sentido a toda nuestra existencia.
Sexto Hábito: El rezo del Santo Rosario cada día
El sexto hábito también es Mariano. El rezo del Santo Rosario cada día y la meditación de los misterios, los cuales versan sobre la vida de Nuestro Señor y Nuestra Señora. Es un hábito que, una vez adquirido es difícil abandonar. Junto con la repetición de las palabras de amor a María y el ofrecimiento de cada decena por nuestras intenciones, nosotros tomamos un atajo hacia Jesús el cual pasa a través del corazón de María. El no puede rechazar nada de Ella.
Séptimo Hábito: Breve examen de conciencia por la noche antes de ir a la cama
El séptimo hábito es un breve examen de conciencia por la noche antes de ir a la cama. Te sientas, pides luces al Espíritu Santo y por varios minutos revisas tu día en presencia de Dios preguntándote si te has comportado como un hijo de Dios en el hogar, en el trabajo, con tus amigos. También miras una particular área, la cual tu tienes identificada con ayuda de tu director espiritual, quien conoce tus necesidades para mejorar y llegar a la santidad. También puedes hacer una rápida mirada para ver si has sido fiel en los hábitos diarios que hemos discutidos en este artículo. Luego haces un acto de gratitud por todo lo bueno que has hecho y recibido, y un acto de contricción por aquellos aspectos en los que voluntariamente has fallado.
Si una persona honestamente mirase su día, no importa cuán ocupado esté, (y nunca me pareció encontrarme con gente que no esté muy ocupada a no ser que esté permanentemente retirada), puede frecuentemente encontrar que usualmente mal gasta un poco de tiempo cada día. Piensa, ¿qué necesidad hay de una taza de café extra cuando puedes usar ese tiempo para visitar el Santísimo Sacramento, quince minutos antes de comenzar el trabajo? O la media hora o mucho más, gastada mirando programas de televisión o videos. También es común, gastar tiempo durmiendo en el tren o escuchando la radio en el auto cuando puede ser usado para rezar el Rosario. Como también, ¿el diario no lo puedes leer en diez minutos en lugar de veinte dejando espacio para la lectura espiritual?
¿Y esa comida no podría hacerse en media hora dejando espacio para la Misa? No olvides que esta media hora es tiempo mal gastado cuando al final del día podrías haberla usado para una buena lectura espiritual, examinar tu conciencia e ir a la cama a tiempo para recuperar energías para las batallas del día siguiente. La lista continúa. Puedes hacer la tuya.

Sé honesto contigo y con Dios. Estos hábitos, vividos bien, nos capacitan para obedecer la segunda parte del gran mandamiento amar a los otros como a nosotros mismos. Estamos en la tierra como estuvo el Señor "para servir y no para ser servido." Esto sólo puede ser alcanzado junto a nuestra gradual transformación en otro Cristo a través de la oración y los sacramentos. Viviendo estos siete hábitos llegaremos a ser personas santas y apostólicas, gracias a Dios. Ten por seguro que, cuando caigamos en algo grande o pequeño, siempre tendremos un Padre que nos ama y espera en el Sacramento de la Penitencia y la devota ayuda de nuestro consejero espiritual para que volvamos a nuestro curso correcto.

Fuente: Padre John McCloskey | Iglesia.org

domingo, 8 de marzo de 2015

12 Mujeres católicas de ayer para sentirnos orgullosos

La mujer con su vocación y dignidad propias tiene un gran papel en la historia del mundo y de la Iglesia.


 

















Hoy 8 de marzo se celebra el día internacional de la mujer, día que conmemora la lucha de miles de mujeres que nos permitieron tener derecho a la educación superior, al voto, a la participación de la vida política, a jornadas laborales dignas que nos permitan atender a nuestras familias. Todas estas luchas nos han dado posibilidades de intervenir activamente y de una manera justa en las distintas actividades de la sociedad actual contribuyendo con nuestra identidad femenina.

Con este motivo queremos presentarles algunas de las mujeres católicas más influyentes de nuestra historia. Espero que en ellas podamos encontrar a Dios y una guía que nos permita redescubrir nuestra verdadera identidad y vocación femenina, llevando la fe a todos los ámbitos de nuestra vida y poniendo nuestros dones al servicio de los demás.

Santa María, Madre de Dios
1. Santa María, Madre de Dios




Santa María nuestra madre es nuestro modelo por excelencia. Con su sí generoso y libre, nos permite recibir el regalo más preciado: Nuestro Señor Jesucristo. Ella es la estrella que empieza a iluminar el camino de gloria Jesús nos trae. Santa María desde su naturaleza de mujer escucha, medita, acoge y vive en carne propia la palabra de Dios. Es una mujer fuerte, tierna, coherente y constante

 

2. Santa Juana de Arco (1412-1431)

Santa Juana de Arco (1412-1431)

Con sólo 17 años esta joven mujer se transformó en una heroína nacional para su país, Francia. El Papa Benedicto XVI se refiere a ella como una laica consagrada en la virginidad, mística en medio de las realidades más dramáticas de la Iglesia y de Europa. Con una espiritualidad cristocéntrica y mariana, se involucra en la vida social y política de su País. Es el modelo de la mujer fuerte que sigue los designios de Dios hasta el último suspiro. Murió quemada en la hoguera pronunciando el nombre de Jesús.

3. Santa Hildegarda de Bingen (1089-1179)




Santa Hildegarda de Bingen (1089-1179)Esta Santa alemana, Doctora de la Iglesia, ingresó al convento Benedictino de Disibodenberg, a la edad de 8 años. Su obra contiene grandes reflexiones sobre el misterio de Dios y la posibilidad del ser humano de conocerlo así como sus trabajos de carácter científico, artístico y lingüístico. Benedicto XVI hablando de ella nos dice: "... la atribución del título de Doctor de la Iglesia a Hildegarda tiene un gran significado para el mundo de hoy y una extraordinaria importancia para las mujeres. En ella se expresan los más nobles valores de la feminidad: por ello también la presencia de la mujer en la Iglesia y en la sociedad se ilumina con su figura, tanto en la perspectiva de la investigación científica como en la de la acción pastoral."

 

4. Santa Catalina de Sienna (1347-1380)



Santa Catalina de Sienna (1347-1380)Santa Catalina de Sienna aprendió a leer y escribir con dificultad cuando ya era adulta, sin embargo esto no la limitó a tener una vida intelectual muy fecunda. Su doctrina está contenida en tres grandes escritos: El Libro de la Divina Doctrina, que es considerada una obra maestra de la literatura espiritual, su Epistolario y su colección de Oraciones. Tenía una personalidad fuerte y auténtica y muchos fueron los que acudieron a ella buscando ayuda. La llamaban "mamá" ya que se consideraban sus hijos espirituales. Santa Catalina amaba con valentía y autenticidad a Cristo, respetaba profundamente a la Iglesia y estaba comprometida con ella.

5. Laura Bassi (1711-1778)



Laura Bassi (1711-1778)Laura Bassi es madre de 12 hijos, fue una mujer muy culta y formada desde una edad muy temprana. Amaba las ciencias y dedicó su vida a la docencia e investigación científica. Fue la primera profesora y catedrática del mundo, en la Universidad de Bologna (la primera de la historia fundada por la Iglesia católica en el Siglo XII). Enseño las cátedras de anatomía y filosofía y llevó, junto a su esposo, un laboratorio para la investigación científica en su propia casa. Una de sus mayores contribuciones fue la demostración de la no universalidad de la Ley de Boyle (Ley de los gases ideales).

6. María Gaetana Agnesi (1718-1799)



María Gaetana Agnesi (1718-1799)Heredó de su padre, quién era profesor en la universidad de Bologna, la pasión por las matemáticas, las lenguas extranjeras y la filosofía. Lejos de vanagloriarse por sus dones tenía un profundo interés en la vida religiosa y un deseo muy grande de ingresar al convento, deseo que no le fue permitido por su padre. La fama que alcanzó hizo que Benedicto XIV la invitara como profesora en la Universidad de Bologna cuando su padre enfermó. Su contribución al mundo matemático fue notable para la época. Luego de la muerte de su padre estudió Teología y Patrística. Finalmente se unió a la orden agustiniana en Milan, donde murió a los 81 años.

7. Santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897)



Santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897)Teresa de Lisieux, es la más joven entre los santos Doctores de la Iglesia. Sin haber tenido estudios de teología aporta grandemente con sus intuiciones tan claras sobre la fe y el amor a Dios. Vivió una vida sencilla y oculta en el convento. Nos ha enseñado un caminito de amor profundo e inocente, como el de un niño para llegar a Cristo. En su obra, Historia de un Alma, nos dice: «No me abalanzo al primer puesto, sino al último... sí, estoy segura de que, aunque tuviera sobre la conciencia todos los pecados que pueden cometerse, iría, con el corazón roto de arrepentimiento, a echarme en brazos de Jesús, pues sé cómo ama al hijo pródigo que vuelve a él». Es considerada, junto a San Francisco Javier, patrona de las misiones.

8. Santa Edith Stein (1891-1942)



Santa Edith Stein (1891-1942)Fue la última de 11 hermanos, nacida en el seno de una familia judía. Edith Stein no era una mujer religiosa, por el contrario perdió la fe en Dios "Con plena conciencia y por libre elección dejé de rezar". Escribe también que era una feminista radical. Luego de ser asistente de Edmund Huserrl y muchos años de estudio se encuentra con el Nuevo Testamento, Kierkegaard y los Ejercicios Espirituales Ignacianos, lo que la impacta profundamente. En una visita que realiza a unos amigos convertidos al catolicismo, se encuentra con la Biografía de Santa Teresa de Ávila. Es bautizada e ingresa a la orden del Carmelo. Debido a su origen judío, Sor Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) muere en la cámara de gas en el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau.

9. Santa Gianna Beretta Molla (1922-1962)



Santa Gianna Beretta Molla (1922-1962)"Mi esposa era una santa normal", así define Pietro Molla a su esposa y continua: "Siempre me pareció una mujer completamente normal pero, como me dijo Monseñor Carlo Colombo, la santidad no está solo hecha de signos extraordinarios, está hecha, sobre todo, de la adhesión cotidiana a los designio inescrutables de Dios"
Gianna Beretta nació en Magenta una provincia de Milán, recibió una educación cristiana por parte de sus padres. Consideraba la vida como un regalo maravilloso de Dios y confiaba plenamente en La Providencia. Estaba convencida de la eficacia de la oración. Fue Médico y se especializó en pediatría. A los 39 años es diagnosticada con un tumor en el útero cuando tenía dos meses de gestación. Madre de cuatro hijos, Gianna entrega su vida por salvar a su última hija, Gianna Emanuela. Muere una semana después de haber dado a luz entre dolores insoportables diciendo "Jesús, te amo. Jesús, te amo"

10. Flannery O´Connor (1925-1964)




Flannery O´Connor (1925-1964)Es considerada una de los mejores escritores del siglo XX. Esta mujer, refleja en su obra un catolicismo ardiente, profundo y personal. Flannery vivió los últimos 10 años de su vida aquejada de lupus. Su obra es de un contenido espiritual muy grande. Elena Buia Rutt (L´Osservatore Romano) refiriéndose a la obra de Flannery O´Connor, dice: "... leer este tipo de literatura quiere decir frecuentar una zona espiritual ardua; quiere decir mirar la realidad a la luz de un realismo cristiano a veces desconcertante, que hace del límite del hombre un punto fuerte. Una mirada que es tanto más despiadada cuanto más remite a una piedad más grande e incondicional."

11. Elizabeth Anscombe (1919-2001)



Elizabeth Anscombe (1919-2001)Conversa al catolicismo a los 21 años, fue una de las filósofas más influyentes del Siglo XX. Su trabajo continúa influenciado fuertemente a la filosofía moral y es casi fundadora de la filosofía contemporánea de la acción. Gran amiga de Ludwig Wittgenstein. Tuvo tres hijos y cuatro hijas. Además de su labor académica escribió brillantes artículos sobre sexualidad, la natalidad y la protección del no nacido.

12. Beata Teresa de Calcuta (1910-1997)



Beata Teresa de Calcuta (1910-1997)“De sangre soy albanesa. De ciudadanía, India. En lo referente a la fe, soy una monja Católica. Por mi vocación, pertenezco al mundo. En lo que se refiere a mi corazón, pertenezco totalmente al Corazón de Jesús”. Creo que no hace falta mucha presentación a esta mujer católica que tanto ha influenciado al mundo en los últimos tiempos, impactando la vida de católicos y no católicos.


Por Silvana Ramos
 

domingo, 1 de marzo de 2015

Doce cosas para #AprenderAntesDeMorir

  1. El valor de los tiempos de silencio y soledad.
  2. La fuerza liberadora del perdón.
  3. El poder transformante de la oración de alabanza....
  4. La alegría incomparable de abrirse al asombro, la admiración y el elogio sincero.
  5. La paz que solamente nace de haber hecho lo que era correcto.
  6. El valor que se necesita para acceder al lenguaje de la ternura.
  7. La sabiduría que sólo alcanzan los que toman en serio el examen del pasado.
  8. La necesidad de acompasar nuestro esfuerzo con los ritmos más profundos de la vida, la naturaleza y la historia.
  9. La libertad de quienes saben reírse de sí mismos, sin por ello considerarse ridículos o irrelevantes.
  10. La conciencia de cuánto vale el instante, que no puede perderse sin herir la eternidad.
  11. La fecundidad escondida en los tiempos de perplejidad, aburrimiento o desilusión.
  12. La sensatez para pasar con humildad y en paz a segundo plano, llegado el momento.

Padre Nelson Medina

La Confesión explicada paso a paso en una creativa animación

Una de las prácticas más recomendadas en este tiempo de cuaresma es acudir al sacramento de la confesión o reconciliación. Este didáctico video que hace parte de una serie de videos de VCAT (video catechism), nos recuerda la bendición que significa que podamos recibir (siempre que lo necesitemos), el perdón y la misericordia de Dios. Si lo trasladamos a la experiencia humana, entender la naturaleza de este sacramento es tan difícil como perdonar incontables veces a la misma persona que nos ofende; incluso repitiendo las mismas faltas. Humanamente esto sería imposible. Pero para Dios no lo es. Esta es una de las mayores riquezas de la confesión: el perdón sin límites y con la única condición de estar verdaderamente arrepentidos y querer cooperar con la gracia que Dios nos regala.

Dios en medio de su infinita bondad sabe que los seres humanos necesitamos de signos sensibles para poder experimentar de manera concreta las realidades invisibles. Nadie se siente perdonado si al pedir disculpas recibe a cambio el silencio de su agresor, necesita un gesto, una palabra, un signo de perdón. Este signo sensible del perdón de Dios se hace concreto en las palabras del sacerdote en el momento de la absolución. Dios realmente nos perdona, borra de nuestro corazón la herida de pecados reales, de faltas conscientes y vergonzosas; pues su misericordia es capaz de restablecer nuestros corazones y devolvernos un espíritu nuevo, renovado en su gracia, en amistad y cercanía con Él.
 
 
 
¿Por qué no valorar entonces el gran regalo de este sacramento? ¿Por qué privarnos del impulso de gracia que nos otorga el recibirlo, solo por vergüenza o miedo? Ya nos decía un santo: El demonio te quita la vergüenza al pecar y te la devuelve aumentada al confesarte. No permitamos que la vergüenza o el miedo nos mantengan alejados de la bondad de Dios un Padre bueno que nos espera en el confesionario con el mismo abrazo con el que abrazó al Hijo pródigo. Acudamos a su encuentro y pidámosle que sane las heridas de nuestro corazón y que nos mantenga cada día más unidos a él.
Recordemos las palabras del Papa Francisco: “Dios no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón”.
 
 
Astrid Duke