martes, 25 de marzo de 2008

El ABC del Cristiano.




Abecedario Cristiano:

Alaba a Dios en cada circunstancia de la vida.

Busca la excelencia, no la perfección.

Cuenta tus bendiciones en vez de sumar tus penas.

Devuelve todo lo que tomes prestado.

Encomienda a tres personas cada día.

Fíate de Dios de todo corazón y no confíes en tu propia inteligencia.

Gózate con los que gozan y llora con los que lloran.

Haz nuevos amigos pero aprecia a los que ya tienes.

Invita a Cristo a ser tu Señor y Salvador.

Jamás pierdas una oportunidad de expresar amor.

Lee tu Biblia y ora cada día.

Mantente alerta a las necesidades de tu prójimo.

No culpes a los demás por tus infortunios.

Olvida las ofensas y perdona así como Dios te perdona.

Promete todo lo que quieras; pero cumple todo lo que prometes.

Que se te conozca como una persona en quien se puede confiar.

Reconoce que no eres infalible y discúlpate por tus errores.

Sé la persona más amable y entusiasta que conoces.

Trata a todos como quisieras que te traten.

Únete al ejército de los agradecidos.

Vístete de misericordia, humildad y paciencia.

Y no te olvides de soportar a los demás como a ti te soportan.

Záfate de las garras seductoras de Satanás.

Y lo mejor llénate del amor de Dios, que todo lo puede y está dispuesto a amarte siempre

Tomado de www.renuevodeplenitud.org. reflexiones diarias.

Betty Gil.

sábado, 22 de marzo de 2008

¡¡¡ Cristo ha resucitado, vivamos la Pascua !!!


La Pascua es el tiempo litúrgico más solemne de todo el año. En él meditamos y celebramos durante cincuenta días lo central de nuestra fe. Cristo vencio a la muerte, vencio al mal, al pecado y con el Resucitado también vencemos quienes nos unimos a él en la Iglesia por medio del bautismo y los demás sacramentos. El color litúrgico propio de la Pascua es el blanco.

Durante los seis primeros domingos la palabra de Dios proclama el acontecimiento de la resurrección de Jesús no sólo para que lo recordemos, sino para que nuestra fe se robustezca, ante los momentos de oscuridad y sufrimiento que seguramente se van a seguir presentado en la vida del cristiano y de la iglesia.

La muerte de Jesús, como se puede pensar, no fue un fracaso: ES LA MAS GRANDE MUESTRA DE AMOR DE DIOS POR LA HUMANIDAD.

Necesitamos estar unidos al Resucitado para que seamos capaces de dar frutos verdaderos de vida cristiana.

Tomado del Misal Anual 2008.

Pregón Pascual

Exulten por fin los coros de los ángeles,
exulten las jerarquías del cielo,
y por la victoria de Rey tan poderoso
que las trompetas anuncien la salvación.

Goce también la tierra,
inundada de tanta claridad,
y que, radiante con el fulgor del Rey eterno,
se sienta libre de la tiniebla
que cubría el orbe entero.

Alégrese también nuestra madre la Iglesia,
revestida de luz tan brillante;
resuene este templo con las aclamaciones del pueblo.

En verdad es justo y necesario
aclamar con nuestras voces
y con todo el afecto del corazón
a Dios invisible, el Padre todopoderoso,
y a su único Hijo, nuestro Señor Jesucristo.

Porque él ha pagado por nosotros al eterno Padre
la deuda de Adán
y, derramando su sangre,
canceló el recibo del antiguo pecado.

Porque éstas son las fiestas de Pascua,
en las que se inmola el verdadero Cordero,
cuya sangre consagra las puertas de los fieles.

Ésta es la noche
en que sacaste de Egipto
a los israelitas, nuestros padres,
y los hiciste pasar a pie el mar Rojo.

Ésta es la noche
en que la columna de fuego
esclareció las tinieblas del pecado.

Ésta es la noche
en que, por toda la tierra,
los que confiesan su fe en Cristo
son arrancados de los vicios del mundo
y de la oscuridad del pecado,
son restituidos a la gracia
y son agregados a los santos.

Ésta es la noche
en que, rotas las cadenas de la muerte,
Cristo asciende victorioso del abismo.
¿De qué nos serviría haber nacido
si no hubiéramos sido rescatados?

¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros!
¡Qué incomparable ternura y caridad!
¡Para rescatar al esclavo, entregaste al Hijo!

Necesario fue el pecado de Adán,
que ha sido borrado por la muerte de Cristo.
¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!

¡Qué noche tan dichosa!
Sólo ella conoció el momento
en que Cristo resucitó de entre los muertos.

Ésta es la noche
de la que estaba escrito:
«Será la noche clara como el día,
la noche iluminada por mí gozo.»

Y así, esta noche santa
ahuyenta los pecados,
lava las culpas,
devuelve la inocencia a los caídos,
la alegría a los tristes,
expulsa el odio,
trae la concordia,
doblega a los poderosos.

En esta noche de gracia,
acepta, Padre santo,
este sacrificio vespertino de alabanza
que la santa Iglesia te ofrece
por rnedio de sus ministros
en la solemne ofrenda de este cirio,
hecho con cera de abejas.

Sabernos ya lo que anuncia esta columna de fuego,
ardiendo en llama viva para gloria de Dios.
Y aunque distribuye su luz,
no mengua al repartirla,
porque se alimenta de esta cera fundida,
que elaboró la abeja fecunda
para hacer esta lámpara preciosa.

¡Que noche tan dichosa
en que se une el cielo con la tierra,
lo humano y lo divino!

Te rogarnos, Señor, que este cirio,
consagrado a tu nombre,
arda sin apagarse
para destruir la oscuridad de esta noche,
y, como ofrenda agradable,
se asocie a las lumbreras del cielo.
Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo,
ese lucero que no conoce ocaso
y es Cristo, tu Hijo resucitado,
que, al salir del sepulcro,
brilla sereno para el linaje humano,
y vive y reina glorioso
por los siglos de los siglos.

Amén.


Betty Gil.

viernes, 21 de marzo de 2008

Viernes Santo.


Un Viernes Santo, Jesús fue levantado en alto desnudo en una Cruz, cargando con Él los pecados y la ignorancia del hombre lejos del amor de Dios.

Este Viernes Santo conmemoramos un año más de este suceso: no es un día para ponernos triste, es un día para fijar nuestra vista en Jesús y en su Cruz, desnudando nuestro corazón, levantando los ojos al Crucifijo no sólo viendo la muerte, sino viendo la Esperanza de vida.

La noche del Viernes y el Sábado Santo en los que Jesús estuvo en el sepulcro, fueron silencio para los apóstoles y discípulos de Jesús...silencio que construyo el puente entre Dios con Su Amor y el hombre y su necesidad de sentirse amado. Hacer silencio es algo difícil en nuestro ir y venir en nuestra casa, escuela, oficina... y en la lucha diaria por vivir y sobrevivir.

Este Sábado Santo donde quiera que estés recuerda esto y traspasa el puente que hay Alguien en el otro lado esperando por tí.

Betty Gil.

domingo, 9 de marzo de 2008

Los días santos.


Así se les llama a esos días en que recordamos los sucesos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Santos deben ser para todo cristiano que de verdad cree. Santos, porque en esos días se realizan los actos más sublimes de nuestra redención, la cual nos permitió ser rescatados de nuestros pecados. Con su Pasión, Muerte y Resurrección -a esto se le llama: “MISTERIO PASCUAL”-; Jesús "pagó la factura" que debíamos por nuestros pecados. ¿Qué conmemoramos realmente en cada uno de estos tres días?JUEVES SANTO: Está lleno de evocaciones hermosas, porque en ese día recordamos tres grandes acontecimientos de salvación sucedidos durante la última cena de Jesús con sus apóstoles:
La institución de la Eucaristía, como alimento y bebida espiritual, como medio de unión profunda con nuestro Redentor. Desde ese día la Iglesia celebra la Eucaristía como recuerdo de Él.
Recordamos también la institución del sacerdocio, que sustituyó para siempre al antiguo sacerdocio de la ley de Moisés. El Único y nuevo sacerdote es Cristo y los sacerdotes ordenados por el obispo en la Iglesia católica son solamente partícipes del sacerdocio de Cristo. Es un sacerdote que no necesita purificarse de sus pecados antes de ofrecer el sacrificio porque no ha pecado. Él es un Sacerdote que siempre agrada a Dios porque Dios es su Padre.
Y recordamos finalmente la institución del mandamiento principal de Jesús que es el Amor. Ya no somos esclavos de la ley, sirviendo en el temor, somos hijos del amor y el que ama ha cumplido la ley.
Esta tarde, después de la celebración de la Cena del Señor se expone el Santísimo Sacramento y se adora en los templos, la costumbre católica nos invita a "visitar" los altares, se visitan siete altares, después de esta visita se guarda el Santísimo Sacramento para la Comunión del día siguiente y se le adora en forma especial.
VIERNES SANTO: Estrechamente unido al Jueves, porque después de la Última Cena empieza propiamente la Pasión de Jesús con la agonía en el Huerto del Getsemaní. Allí le tomaron preso, porque allí lo entregará Judas Iscariote. Es un día en que conmemoramos el terrible martirio de Jesús que se prolongó desde la noche anterior hasta las tres de la tarde, hora en que murió. El centro de este día es la Cruz. No hay Misa, sino una celebración litúrgica de la palabra que recuerda la Pasión y Muerte del Señor. En esta celebración:
Se proclama la lectura de estos hechos de la Pasión según el Evangelio de San Juan,
Se adora la Santa Cruz en la que murio Cristo,
Se hace la Oración Universal por las grandes intenciones de la Iglesia y,
Finalmente, se reparte la Comunión al pueblo con las Hostias consagradas el día anterior y que se han conservado para este fin, se consumen todas las hostias consagradas, de tal manera que desde esta hora a la Misa de la Vigilia Pascual, los sagrarios están vacíos.
SABADO SANTO: Es un día de luto y para los judíos era el Gran Sábado de la Pascua judía. María y los apóstoles guardaron el reposo sabático. Para ellos todo había terminado. Esto es lo que recordamos en este día por lo tanto no hay ninguna celebración. La iglesia, acompañando a María, se recoge en oración y silencio esperando la gran noticia de la Resurrección.
VIGILIA PASCUAL: Por la noche se reúnen todos en una celebración preciosa, especial, única en todo el año. Una celebración llena de simbolismos que nos van introduciendo poco a poco en el acontecimiento que “nos dio Nueva Vida”. La celebración empieza en la obscuridad, que es alumbrada por la bendición del Fuego Nuevo, de el Cirio Pascual que representa a Jesús resucitado, se encienden los Cirios de todos los fieles; las lecturas de la Escritura que recorren la historia de nuestra salvación, son siete lecturas, cinco del Antiguo Testamento, una del Nuevo Testamento, el canto explosivo del ¡Aleluya!, resuenan de nueva cuenta las campanas de los templos, los cantos de alegría se vuelven a escuchar junto a la lectura del Evangelio que nos anuncia que Cristo ha Resucitado, ha vencido a la muerte, el estallar de la vida nueva en Jesús. Porque Jesús venció a la muerte, la muerte ya no tiene dominio sobre Él. Y como es de raza humana, en Él todos los hombres estamos también destinados a vencer a la muerte. Eso celebramos con alegría y con enorme gratitud y amor a nuestro Redentor, que con Su Pasión, Muerte y Resurrección nos consiguió la Vida Eterna también a nosotros. Esta es la fiesta más grande de los cristianos, incluso más grande que la fiesta de la navidad.

Beatriz Gil.