domingo, 30 de diciembre de 2007

Reflexiones de Fin de Año


Una amiga me comentaba que cuando llegaba el final de un año más se ponía muy triste.
Al preguntarle por qué me decía que no se podía explicar bien la razón de sentirse así, pero creo que la entiendo: nostalgia por lo que perdimos, el darse cuenta que tampoco este año conseguimos lo que esperabamos, el haber perdido a alguien, o la incertidumbre ante el futuro. Recuerdo que hace algunos años a mí me pasaba la mismo, pero ya no. Aunque no me sale de manera natural (requiere un esfuerzo consciente de mi parte), ahora me siento agradecida por lo que Dios me concedió, por la nueva oportunidad que me da de iniciar otro año y por el "pretexto" para evaluar qué tal voy.

Intento cambiar mi perspectiva ante las experiencias vividas y pongo en práctica una oración-dinámica que no recuerdo muy bien donde la leí, pero que me ha servido. Si te tomas el tiempo para anotar tal vez te pueda servir a tí también para reflexionar y formular tus propósitos de año nuevo. Te la comparto con el deseo de que Dios te ilumine para que este año puedas llegar a ser la persona que Dios quiere: la mejor versión de tí mismo.

a)Balance de fin de año
1. Escribe las 5 mejoras cosas que te pasaron o lograste este año.
2. Escribe las 5 peores cosas que te pasaron o hiciste este año.
3. Si pudieras resumir este año en una sola palabra, ¿cuál sería?
4. Anota tres cosas por las que estás profundamente agradecido que recibiste este año
5. Anota tres cosas que hiciste este año de las que te arrepientes sinceramente

b) Ideas Creativas
Completa las frases, escribiendo lo primero que se te venga a la mente.
1. Mi plan más inmediato es...
2. Lo que necesito ahora es...
3. Yo ya tengo...
4. Necesito encontrar...
5. Lo que puedo pedir es...
6. Lo que puedo escribir es...
7. Puedo averiguar...
8. Lo que puedo investigar es...
9. Lo que puedo inventar es...
10. Lo que puedo empezar a hacer es...

c) Propósitos
Después de esta reflexión tal vez tengas un poco más claro lo que quisieras proponerte alcanzar este nuevo año que inicias o al menos alguna frase captó tu atención. A partir de allí puedes empezar. ¿Qué te dice Dios?

Hazte un propósito sencillo, específico y que puedas evaluar en forma concreta. Ponle una fecha de cumplimiento. Por ejemplo: Orar 15 minutos todos los días, confesarme una vez al mes, visitar a un amigo una vez a la semana, etc.


Tómate un tiempo para agradecer en oración a Dios por todo lo que te concedió, pídele perdón por tus fallas y finalmente, después de poner a Sus pies todo lo que eres, pídele Su gracia y fortaleza para que este año vivas practicando la justicia, amando con ternura y caminando humildemente con Él.
¡¡Feliz Año Nuevo!!

- Martha Miranda


jueves, 27 de diciembre de 2007

EL LIBRO DE LIBROS.

Nacida en el oriente y vestida de forma e imaginación oriental, la Biblia anda por todo el mundo con pies familiares, y entra en tierra tras tierra para hallar la suya en todas partes. Se ha aprendido hablar al corazón del hombre en centenares de idiomas. Llega al palacio para decirle al monarca que es un siervo del Altísimo, y luego entra en la casa de campo para asegurarle al campesino que él es un hijo de Dios. Niños escuchan su relato con admiración y encanto, y sabios la consideran ser parábola de luz. Contiene una palabra de paz en la hora de peligro, una palabra de consuelo en el tiempo de calamidad, y palabra de luz en la hora más obscura. Sus oráculos se repiten en la asamblea del pueblo; su consejo se susurra en el oído del solitario. A los perversos y orgullosos les hacen temblar sus amonestaciones, mas a los heridos y contritos les resuena como voz de madre. El desierto y lugar solitario han sido alegrados por ella, y el fuego del hogar ha alumbrado la lectura de sus páginas bien hojeadas. Se ha pasado lentamente a nuestros sueños más preciosos para que el amor, la amistad, la memoria y esperanza, la simpatía y devoción se vistan de la ropa más bella de su lenguaje atesorado que respira incienso y mirra. ¡La Biblia! ¡La Palabra de Dios!

Autor Desconocido.

Para conocer a un pueblo tenemos que leer su historia, para conocer a un líder, artista o predicador, vamos a su biografía, la Biblia es la palabra de Dios, es Dios que se revela al hombre. Para este inicio de año, si uno de tus propósitos es conocer más de Jesús, te ponemos a tu disposición una guía para leer la Biblia "en orden" en un año, es una página que invita al menos a leer diariamente dos o más capítulos de la Biblia en el orden que se cree fueron escrito cada libro.

La Biblia contiene 1189 capítulos, lo que se traduce a que si haces un pacto con Dios de leer dos o más capítulos de la Biblia diariamente, en un año, habrás conocido toda la Biblia; como dice el dicho: "de Tapa a Tapa".


Aqui les proporcionamos la liga para acceder al blogger de la lectura de la Biblia en un año.

http://labibliaanual.blogspot.com/.

Para el uso, solo seleccionar el día a la derecha de la página (o el mes), podrás leer los capítulos completos automaticamente, si no tienes tu Biblia a la mano.

"Nadie tiene derecho de hablar de Dios, si no habla con Dios" Ignacio Larrañaga.

miércoles, 26 de diciembre de 2007

Ejercicios para una vida espiritual sana

Les comparto este artículo que me pareció muy útil, está tomado de la página católica Encuentra - Maria Isabel Román.

Es posible y útil recoger de la experiencia propia y ajena algunos de los ejercicios que suelen hacer gran bien a nuestro espíritu. Entre ellos se cuentan:
1. Darnos tiempo suficiente de silencio. Esto va unido al descanso, incluso corporal. Implica suspender comunicaciones; tomar distancia, aliviar sustancialmente o cambiar por completo la agenda. Buscar un ritmo diferente, que deje espacio para que las voces. No sólo exteriores sino también interiores, se sosieguen.
2. Dejar a un lado las actitudes defensivas o acusatorias. Este es uno de los pasos más difíciles. La manera como lo formulamos es propia del lenguaje reciente pero en realidad viene de una larga y frondosa tradición. La formulación más común está en dos grandes preceptos: "conócete a ti mismo" y "examina tu conciencia." En ambos casos lo esencial es: deja de buscar culpas afuera y deja de esperar que los demás estén contentos contigo. En principio esto puede sonar a egoísmo: alguien que se encierra en su mundo o que quiere que todas las explicaciones salgan de su sola historia. El propósito en realidad es lo ya dicho: resulta estéril mantener la cabeza ocupada en la tarea de defenderse uno de reales o supuestas acusaciones; más estéril aún es embrollarse en juicios de culpa que incriminan a gente que ni siquiera está ahí presente. Hay que
liberarse de todo eso y centrarse en lo que uno puede cambiar, que se reduce básicamente a la propia vida.
3. Escuchar a fondo la Palabra de Dios. Nuestros pensamientos no pueden reemplazar a los pensamientos de Dios. Siempre me ha chocado ver la poca fe que solemos tener en el poder de la Palabra como tal. Pero yo no voy a decir aquí muchas palabras para defender a la Palabra. Sólo indico que la lectura o la escucha prolongada y amorosa de la Palabra trae luz, dirección, consuelo, reprensión, esperanza, gozo espiritual. Los antiguos monjes buscaban el camino de la santidad ante todo por el ejercicio de "rumiar" la Palabra según un método sencillo de escucha, memorización, repetición atenta, apertura a la iluminación de Dios. Este ejercicio, con algunas variantes, suele recibir el nombre de Lectio Divina.
4. Oración personal y comunitaria. Tal vez este es el ejercicio espiritual por excelencia. Nada puede reemplazar a la oración. La oración nos pone en el ámbito del poder de Dios; por contraste, todo lo demás que hagamos nos deja siempre en el rango de lo que nosotros u otros seres humanos pueden. Los análisis de las causas de nuestros males, o las más brillantes terapias, o los consejos más sabios, o las resoluciones más fuertes... todo eso es válido e incluso necesario, pero la fuerza para permanecer deseando el bien que uno mismo descubre que es bueno y trabajando con humildad y perseverancia por él, esa fuerza no está en el corazón humano. Todo el Antiguo Testamento se puede resumir en eso: hemos aprendido que necesitamos de Dios. Tal es la precondición de una oración sincera, prolongada y enamorada. Sobre la oración hablaremos más en extenso más adelante.
5. Mirada seria pero serena a la eternidad. Ha sido el camino de multitud de santos. Recordar que nuestro destino trasciende el umbral de la muerte resta poder a las cosas que nos seducen demasiado o nos preocupan demasiado en esta tierra. ¡Cuántas conversiones suceden al borde de una tumba, cuando es ya evidente qué cosas perduran y cuáles se desvanecen sin remedio! Tales consideraciones, sin embargo, han de ir sazonadas con el don de la esperanza. La predicación de la disolución que trae la muerte o de los riesgos de la muerte eterna es importante, pero no conducirá a Cristo si no anuncia a Cristo como aquel que trae la Vida.
6. Alcanzar la referencia sacramental. Desde antiguo ha sido tentación el gnosticismo: volver a la fe una idea. Para disimular el engaño se dirán cosas elogiosas sobre esa idea o se la intentará vestir con términos de tradición cristiana como "iluminación." Pero la fe no es una idea. El gran descubrimiento que uno hace al convertirse no es que hay algo que uno no sabía sino que Alguien con el que uno no había querido o podido o sabido encontrarse. Nuestra fe es fe en Alguien, y nuestra oración es diálogo. Ese Alguien, sin embargo, se vuelve de nuevo idea si no toca la concreción de nuestra carne y nuestra historia. Eso precisamente es lo que hacen los sacramentos. El agua con la que me bautizaron, la absolución cuando me confesé, el crisma que ungió mi frente no son ideas: son hechos vitales, marcados por mi propia historia. Hablan de lugares, acentos y personas: tienen el sabor, aroma y tacto de Alguien. Sin sacramentos la fe resbala a pura idea y se deshace en gnosticismo abstracto y anodino. Con los sacramentos la fe se levanta, interpela, embellece, transforma irreversiblemente la historia personal y comunitaria.
7. Resoluciones firmes, realistas y compasivas. Este ejercicio viene a ser como la consecuencia natural de muchos o todos los anteriores. Nuestras resoluciones no son simples anhelos. Van más allá del terreno bello pero brumoso y estéril del "¡Qué bonito sería!" La concreción de los sacramentos, especialmente de la confesión, deja su sello cuando uno descubre que sí puede hacer cosas específicas para mejorar la propia vida, no en la soledad orgullosa de quien quiere halagar su vanidad sabiéndose más y más perfecto, sino en la gratitud humilde de quien ahora se sabe acompañado por el que es Dueño y Señor de todo y de todos.
8. Cultivar el sentido de comunidad. La experiencia de la conversión es intensamente personal. Supone la capacidad de decir algo por sí mismo y desde sí mismo. Sin embargo, nuestra fe no opone lo personal y lo comunitario. Muy al contrario: la fe que se resiste a la dimensión comunitaria degenera en fantasía o en voluntarismo.
Por lo mismo, el ejercicio de descubrir las huellas del amor divino en otros es no sólo un modo de crecer en la fe sino de purificarla. Crecemos al ver cuántas cosas hermosas, sabias y fuertes hace Dios. Somos purificados al ver en otras personas los buenos ejemplos que todavía faltan en nuestras vidas, o al descubrir que cuando se nos exigen algunas dosis de generosidad, oración o paciencia nos faltan virtudes que deberían estar en nosotros.
9. Celebrar asiduamente la fe y los sacramentos. La fe no es una idea, ya lo hemos dicho; tampoco es sólo un manual de comportamiento. La fe es noticia, noticia gozosa que a largo plazo puede subsistir sólo en el ámbito de la celebración y la liturgia. Esto vale particularmente para la Eucaristía, cuyo mismo nombre nos mueve a gratitud y a volver con renovado impulso a las fuentes de nuestra alegría y del amor que queremos dar a otros.
Conviene repetir aquí lo dicho sobre el "toque" de Dios: un niño no necesita una sola caricia ni una sola sonrisa, sino un camino de cariño y guía fiable. Es lo mismo en la vida espiritual: no necesitamos sólo oírle una vez a Dios que sí nos ama; necesitamos el camino de su gracia en nuestra vida, y ello es lo que recibimos especialmente en contacto con los sacramentos, si son bien celebrados y vividos. Es el contacto con el Dios que nos confirma de mil modos lo que ya sugerían sus primeras caricias y ternuras.
10. Definir un camino de piedad y devoción personal. Las experiencias inducidas llevan a resoluciones. Entre ellas tiene un lugar prioritario la oración, por supuesto. Nada serio sucederá en la vida, nada que realmente la mejore, si no llega de mano de la oración.
Negar esto es negar la verdad fundamental del Nuevo Testamento: "todos han pecado y están lejos de la presencia gloriosa de Dios. Pero Dios, en su bondad y gratuitamente, los hace justos, mediante la liberación que realizó Cristo Jesús" (Romanos 3, 23-24). Si somos hechos justos sólo por gracia, como un regalo, no es nuestro solo esfuerzo el que habrá de conservarnos en el bien así recibido. La oración habitual, que entonces se llama piedad y devoción, es el camino ordinario por el que uno mantiene fresca en la memoria la propia indigencia, a la vez que se dispone con humilde amor a recibir más y más de los tesoros que Dios quiere comunicarnos por su gracia.

La vida de oración y piedad toma muchas formas, como ya lo enseñó ampliamente San Francisco de Sales, y no debe ser simplemente impuesta. Lo que sí debe quedar claro a todos es esto: sin un camino abierto para recibir el fuego del amor nuestro corazón se enfriará irremediablemente.
El alimento espiritual dosificado llega usualmente a través de la Liturgia de las Horas, el Santo Rosario, la Lectio Divina, la Adoración Eucarística, o algunas otras formas de devoción como el Via Crucis, el Rosario de la Misericordia, las visitas regulares a los santuarios, las jornadas de ayuno o alabanza, los congresos o convenciones católicas, u otras actividades parecidas. Cada persona habrá de encontrar su propio camino, evitando extremos de fanatismo o de raquitismo espiritual.
Dos cosas, sin embargo, no pueden faltar: el examen frecuente de la propia conciencia y los espacios de plegaria en soledad. Esos momentos a solas con Jesús renuevan una y otra vez la experiencia de una mirada que nos escruta suavemente, que nos penetra sin agresión y nos bendice con su verdad y su misericordia. Tal vez es en ellos donde mejor puede percibirse lo que significa conocerse a sí mismo.

viernes, 21 de diciembre de 2007

Aceptando la Noche Oscura de la Fe

Aquí les comparto este artículo de Sally Morgenthaler que me gustó mucho. Creo que todos hemos pasado por una etapa como ésta, sigamos orando sin desanimarnos.
- Martha Miranda


En su libro Noches Oscuras de la Fe, Tomás Moro habla sobre el misterio y la necesidad de la oscuridad en el alma. No sé tú, pero mi reacción normal cuando está oscuro es encender la luz más brillante que pueda encontrar. Sin embargo, Moro nos recuerda que una vida que valga la pena vivirse (definida aquí como la que cada día se asemeja más a la imagen de Cristo) está llena de lugares apenas iluminados. Una verdadera transformación es nada menos que alquimia profunda, que sucede en lugares oscuros y sombríos.

Basta con leer solamente algunos de los Salmos, y verás cómo se desenvuelve este tema: la desorientación y la duda son la etapa gestacional de la fe. Podemos llegar apensar que la certeza desplegada en "dirigir la asamblea a la Casa de Dios" es la imagen típica de la convicción, pero considera la confianza que muestra el alma miserable y conmocionada. Envuelta en lo que parece una expansión infinita de preguntas, el peregrino inseguro se esfuerza al máximo para encontrar y ver lo que está más allá de su alcance. Más allá del saber, más allá de lo visible. Más allá de lo tangible. Así como estamos en la oscuridad del vientre materno antes de nacer, así es también el nacimiento en la fe. "La Fe es la garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven" (Hebreos 11:1).

Existe una tendencia a ver los "eclipses" espirituales como depresión – un tipo de desánimo respecto a Dios que sube y baja de acuerdo a lo que sucede (o no sucede) en ese momento, pero Moro habla sobre algo mucho más profundo que sucede cuando cuestionamos a Dios y las obras que hace (o que aparentemente no hace). Es como si fueramos extraños a nosotros mismos. No solamente nos sentimos tristes o enojados con la vida, sino completamente expulsados de lo familiar. Seguimos rutinariamente con nuestras actividades en el trabajo, ministerio, familia y relaciones personales. Casi como si estuviéramos "fuera de nuestro cuerpo" , nos observamos viviendo como siempre lo hemos hecho. Sin embargo, es como si todo esto lo realizara otro "yo", otra persona tan distante a lo que hemos sido que nos estremece lo ajena que es a nosotros. Nos preguntamos qué dirían los demás si supieran lo que realmente estamos pensando.

Tal vez te encuentres en un periodo de cuestionamiento profundo en este momento. Inicia un nuevo año. Quizás tus hijos van a empezar la escuela pronto. El verano no fue por mucho lo que hubiera podido ser, ese sueño de unidad familiar nunca logrado. Tal vez estes cambiando de trabajo o de apostolado. Aun así, lo que debería ser una época de aventura- de nuevas posibilidades - se siente extrañamente pesado y sin vida. Quizá te encuentres en el mismo lugar de siempre - en tu trabajo, en tu matrimonio, como una madre/padre soltera(o), o como soltera(o) . La rutina es ensordecedora y aprisionante, de la misma manera que Dios se ha convertido en alguien más distante y difícil de alcanzar.

Si este es el lugar en el que te encuentras ahora, yo sufro contigo tu pérdida de alegría o claridad, la inhabilidad de encontrarle sentido a la vida o simplemente la inhabilidad de encontrarte a ti mismo en los lugares de siempre. Mientras sufrimos juntos, te animo a aceptar tu realidad de hoy: este lugar oscuro y sombrío. En esta situación de hoy, puedes vivir en completa honestidad. En vez de correr al lugar iluminado más cercano, toma tu diario y empieza a escribir todas esas cosas que aun no te has atrevido a decir ni en susurros. O toma un pincel, un block de dibujo, la guitarra o tu cámara. Pinta, raya, compone o dibuja este mundo extraño y nuevo que habitas, el paisaje en el que te sientes completamente inadecuado. Este es tu tiempo para salmodiar, y a menos que tú mismo te lo quites, nadie te lo va a quitar. Es tu gestación para una vida nueva.

Como un ciervo sediento en busca de un río,
así, Dios mío, te busco a ti.
Tengo sed de Dios, del Dios de la vida.
¿Cuándo volveré a presentarme ante Dios?
Día y noche, mis lágrimas son mi alimento,
mientras a todas horas me preguntan:
“¿Dónde está tu Dios?”

Cuando pienso en estas cosas, doy rienda suelta a mi dolor.
Recuerdo cuando yo iba con la gente, conduciéndola al templo de Dios entre gritos de alegría y gratitud.

¡Qué gran fiesta entonces!
¿Por qué voy a desanimarme?
¿Por qué voy a estar preocupado?
Mi esperanza he puesto en Dios, a quien todavía seguiré alabando.
¡Él es mi Dios y salvador!
Salmo 42: 1-5


Psalm 42: 1-5 (TNIV)
Sally Morgenthaler is a frequent speaker and writer, Christian educator, author of Worship Evangelismand other books, and innovator in Christian practices worldwide.
Posted by Caryn Rivadeneira on August 17, 2007
Trackback Pings
TrackBack URL for this entry:
http://blog.christianitytoday.com/mt/mt-tb.cgi/572

Ámame Señor - Sandra Salas

Bello canto a nuestro Dios interpretado por Sandra Salas, querida hermana y amiga que con su ministerio del canto y la predicación nos ha inspirado e invitado a permanecer fieles al amor de Dios.


Testimonio de vida, Beatriz Cristina Gil Ramírez

¡Floreciendo donde Dios me ha plantado!
Yo conocí a Jesús o escuche hablar de El cuando me faltaban quince días para cumplir mis quince años, recuerdo que la mamá de una compañera de la secundaria nos invito a mi mejor amiga y a mi para que acompañáramos a su hija a “unas platicas” que se darían en la iglesia de Fátima el fin de semana, por respeto a la señora fuimos a “las platicas” sin tener idea y mucho menos conciencia que estábamos asistiendo al Curso de Iniciación de la Renovación Carismática Católica, un curso intensivo de fin de semana, donde se me impusieron las manos y escuche orar por primera vez en lenguas, donde el P. Abel dio una absolución general para que pudiéramos comulgar en la Misa de clausura del curso, con compromiso de confesarnos en el transcurso de la semana, práctica muy poco común en mi iglesia diocesana, muy celosa del “debe ser” y del orden, primero la confesión y después la comunión; pero Dios en su infinita misericordia y en su plan de ir en busca de mi corazón me facilitó ese primer encuentro con Jesús Eucaristía, porque yo a pesar de mi juventud no me queda “tan tranquila” con la buena nueva que había escuchado en el curso, del kerygma, eso de que “Dios me amaba, pero que no experimentaba su amor por el pecado, pero que Jesús me había salvado, había muerto por mi en la cruz de una manera muy dolorosa, pero que había resucitado y de eso daban testimonio algunos de sus seguidores que había escrito los evangelios, los hechos de los apóstoles, las cartas paulinas y por si fuera poco todo eso, se había quedado en la Hostia Consagrada y nos había regalado el milagro de hacer vida ese misterio de fe en cada Misa; todas esas ideas, verdades de la Fe Católica daban vuelta en mi mente, en mis pensamientos, en “mi intelecto”. Después de esa primera Misa el domingo 15 de octubre de 1983, empecé a asistir a la asamblea de oración los lunes, crecimiento los martes, la hora santa de las doñitas los jueves, y a mi primer grupo de oración el sábado por la mañana, ocho días antes de cumplir mis quince años, tuve mi primera experiencia con la oración comunitaria, me reuní con el “primer grupo de personas piadosas” que se reúnen a orar, a alabar, a dar gracias a Dios, con ninguna de esas personas sigo compartiendo la vida en el espíritu, pero en su hora y en su momento Dios las hizo parte de mi proceso y de mi experiencia de vida. Recuerdo que no le tuve miedo a la alabanza, porque pensaba que para eso iba al grupo, y en medio de mi ignorancia empecé a dar gracias a un Dios que no conocía del todo, pero que poco a poco se empezaba a cercar a mi para mostrarme su amor y misericordia. Después de un mes de perseverar en la asamblea de oración y en la Misa carismática se hizo el anuncio para el ERJES “Abran las puertas al redentor” en La Paz, B.C.S. todavía sin conocer a los jóvenes del grupo de jóvenes de Fátima, me inscribí al ERJES, únicamente conocía a mis dos amigas con las que había hecho el curso de iniciación, me subí por primera vez a un barco y me fui a La Paz, una anécdota que tengo de ese viaje, es que en un momento del viaje, nos invitaron a todos los jóvenes a ir a la cubierta donde unos integrantes del ministerio de música, estaban animando una asamblea de oración y muchos cantos festivos, el Joven que era la guitarra principal, Cholo (que en paz descanse) era quien decidía el canto y varios de los muchachos le decían: “que se haga tu voluntad”, y yo en mis adentros rebelde, me decía a mi misma, quien será este muchacho que todos le dicen que lo que el diga vamos a cantar con tanta insistencia; tiempo después me entere que “Que se haga tu voluntad” era un canto muy hermoso que habla del primer encuentro con Dios y todo lo que cambia en al tener en cuenta la perspectiva de Dios … de ese ERJES yo rescato en mi experiencia personal que Jesús se me mostró de manera muy amorosa en la Eucaristía, hasta ese momento de esta nueva experiencia que vivía yo, no entendía porque se le rendía tanto culto a “esa cosa blanca montada en … ” después aprendí que se llamaba Custodia y que “la cosa blanca” era Jesús Eucaristía, la Hostia Consagrada donde Jesús está vivo y es lo más sagrado para el creyente católico, que como Yo en esa misa de clausura, recibe el regalo de creer que el mismo Jesús que se bautizo en el jordán, multiplico los panes, lloró por Lázaro y camino por las aguas, después de morir y resucitar se hace presente en la Eucaristía con el propósito principal de alimentar y animar nuestra vida espiritual, nuestro apostolado, nuestro testimonio … A partir de este momento mi amor a Jesús Eucaristía me hizo buscar con seriedad el conocer la voluntad de Dios para mi vida y me hizo tomar en serio todo lo que pasaba en mi vida, cada verdad que encontraba, recuerdo que viví por primera vez los sagrados misterios de la semana santa, el jueves santo en torno a la eucaristía, la adoración a al cruz, el viacrusis –todavía no había pascuas juveniles- y la solemnidad de la Misa de Resurrección con todo y las nueve lecturas y la solemnidad de iniciar la misa en la oscuridad, seguí perseverando en las actividades parroquiales, comencé a leer y estudiar la Biblia, a conocer a los personajes de la historia sagrada y a conocer a Jesús, frecuentaba los sacramentos, aunque siempre y hasta la fecha ir a la confesión se me dificulta, primero por los escrúpulos de que todo era pecado y después porque confiada en la misericordia de Dios, creo que el perdona todo cuando hay un arrepentimiento sincero, pero una enseñanza que tuve con el cuarto misterio gozoso, donde la Santísima Virgen va a cumplir el rito de la purificación y a presentar a su hijo al templo, porque así lo mandaba la ley, siendo ella escogida por Dios por su pureza (de que tenía que purificarse) e iba a presentar al verbo encarnado a su mismo padre … entonces a ejemplo de María cumplo con los sacramentos y auxilios que la madre Iglesia no ofrece, y que Dios haga el resto. Después de un año de mi primer encuentro con Dios, me encontré en el camino con la oración personal, otro regalo que Dios en su misericordia me mostró para acercarme a El, viví la experiencia de asistir a los ejercicios vocaciones de San Ignacio de Loyola y dos cursos de oración personal en retiro, en silencio en Villa Lestonac, Guadalajara, una experiencia que sin duda marco mi vida por la gran riqueza espiritual que me dio para trabajar en el apostolado y en todas las actividades parroquiales, hasta vivir la experiencia del voluntariado salesiano como misionera y que me ayudo a pasar por mi noche oscura de la fe, mis momentos de desolación y que hasta el día de hoy me mantiene “vigente” en la vida de Fe, cuando participé de estos retiros, ya era yo parte del equipo de oración personal, el EOPES que ha sido mi comunidad de vida, un “grupo de personas piadosas que se reúnen a orar” con quienes he compartido mi grupo de oración por más de veinte años … ¡¡¡ que muchos !!! … “Que cada uno al contemplarnos en al alma del otro contemplemos el camino de lo eterno” , del grupo original ya nadie queda, de hecho en estos momentos el ministerio de impartir la oración personal esta en un proceso de evaluación por las actividades que estamos desarrollando en esta etapa de nuestras vidas, pero seguimos compartiendo nuestro grupo de oración. De esos entonces hasta hoy has pasado veinticuatro años en los que he tenido “tratos” como les comentaba con Ignacio de Loyola, con Teresa de Avila, con Francisco de Asís, con Ignacio Larrañaga, con Emiliano Tardif, con María Sangeovany el P. Masayes, los salesianos, el proyecto salesiano Tijuana, y mis hermanos de comunidad, los eopes, los primeros, los de mi regreso de Tijuana, los que pasaron son saber que buscaban, los que se fueron y los que estan … todos ellos aportando cosas diferentes a mi vida espiritual; he tenido la fortuna de vivir la experiencia de ir a evangelizar casa por casa, de vivir la experiencia misionera en el proyecto salesiano, de ver a mis hermanos de comunidad casarse e iniciar una familia cristiana, de asistir a la ordenación sacerdotal de un hermano sacerdote y de ser testigo de otros dos amigos que han decido dejar el sacerdocio en un ejercicio de honestidad ante Dios. Creo que Dios me ha dado mucho y me ha permitido vivir el gozo y ver los ríos de agua viva, también me ha hecho pasar por la noche oscura de la fe, ha permitido que mi alma se quede en silencio, buscando, esperando sus respuestas, el para donde voy ante las situaciones y me ha sostenido … he vivido de su mano compartir con mis hermanas que profesan la religión cristiana, ver enfermarse a mi mamá, vivir el doloroso proceso de su enfermedad y verla morir, a pesar de haber sido testigo de sanaciones maravillosas, sin embargo Dios decidía que mi madre muriera en medio de mucho dolor y estuvo ahí conmigo, de enamorarme de la persona equivocada y renunciar a lo que yo creía el amor verdadero y escuchar la voz de Dios que decía no, vivir la experiencia difícil en la fe de ver a la comunidad sancionada, segregada por criterios meramente humanos ante la indiferencia de nuestro obispado, en el área laboral “buenos trabajos” y situaciones donde “cribados” ante los criterios cristianos me llevaron a renunciar con la confianza de que si Dios lo permitía tenia reservado algo mejor para mi, este último año, fue un año muy difícil para mi, en lo profesional y lo familiar, y no dejo de sorprenderme que Dios esta, se hace presente, se manifiesta y sostiene, parafraseando a Marcos Vidal, creo que “mi barca, ha hecho muchas veces agua por las noches, pero si nunca ha naufragado ha sido por la gracia, por su amor”. Dios tenía desde antiguo un plan para mi, se debe de haber divertido mucho conmigo, con mis reflexiones de mis primeros años, con mis cuestionamientos, con mis acciones de cada día, con los ayunos y los rezos, con mis momentos de oración comunitaria, con los temas que alguna vez compartí con algún grupo de la parroquia, con mis ocurrencias durante el voluntariado, cuando se gozaba el alma creyendo que por mucho rezo tenia “la tarea cumplida” claro que se debe de haber divertido, y hoy después de un letargo muy grande en mi vida espiritual que vino específicamente después de la muerte de mi mamá, hoy Dios me esta dando de nueva cuenta la oportunidad de ver de nuevo la luz al final del arcoiris; estoy recuperando “el gozo en el alma” el gozo de los amados de Dios, cada día tengo un nuevo reto, ahora soy adulto, soy maestra universitaria, soy alumna lo que me ha permitido analizar muchas áreas de mi vida y hasta he ido a terapia, Dios habla y sana de muchas maneras, en mi vida adulta –también en la fe- entiendo a plenitud que: “que Dios dispone todas las cosas para bien de los que lo aman, a quienes Él ha escogido y llamado” Romanos 8:28 Lo entiendo, pero no siempre es fácil vivirlo, y ahora solo intento cada día: “Florecer donde Dios me ha plantado”. Betty Gil.

Testimonio de Maria Isabel Román Grijalva

Tomada de la mano de Dios

Nací dentro de una familia católica, donde se acostumbraba ir a misa los domingos y respetar las fiestas de guardar. Recuerdo que las vacaciones de semana santa, nos íbamos a pasar esos días a la playa de San Ignacio, toda la familia: abuelos, tíos y primos. Sin embargo, el jueves, viernes y sábado nos reuníamos para las celebraciones correspondientes y guardábamos estrictamente el ayuno.
Mis papás y abuelos, me inculcaron la importancia de las cosas de Dios, a ser piadosa desde niña.
Tengo recuerdos vivos, de cómo Dios intervenía en mi vida, y también de lo bien que se sentía tener a una mamá como la virgen María, un ángel de la guarda que yo convertía en mi cómplice (cabe decir y destacar, que siempre fui una niña muy traviesa y mis pobres papás andaban detrás de mi para evitar que hiciera destrozos o me pasara algo, o les pasara a los que me rodeaban). En el colegio donde estudié, del que tengo gratos recuerdos, me hice amiga de las religiosas y de los maestros, participé siempre en todo lo que me invitaban: en los equipos de volibol, basketbol, atletismo, juegos maristas, congregación mariana, cruzada de la pureza, coro del colegio, concursos intercolegiales... Siempre me ha llamado la atención la música, me fijo mucho en los contenidos de las letras, y estando en el coro del colegio, tuve un acercamiento con María, recuerdo la letra de varios cantos que me llegaron al corazón, “…si es tan hermosa mi madre, ¿cómo será la de Dios?”, “…tengo en casa a mi mamá, pero mis mamás son dos en el Cielo está la Virgen que es también mamá de Dios…” y muchos otros. Pero en especial estas dos estrofas me hicieron pensar en que si María era mi mamá, debía ser tan buena, cercana y amada por mí, como mi mamá y mas allá de esto, pensaba que: entonces Jesús era mi hermano y yo adoraba a mis hermanos y primos… entonces yo tenía que sentir esa misma adoración, cariño y alegría por mi hermano Jesús… esos pensamientos me acompañaron durante mi niñez y fue hasta que hice mi primera comunión que pude recibir el regalo de “sentir” a Jesús.
Crecí, y fue cuando tenía 15 años y 7 meses que asistí a un curso de evangelización fundamental de la renovación carismática católica. Lo impartieron en mi colegio y fui invitada por la abuelita de unas amigas compañeras del colegio. Yo iba reacia, sin ganas, porque prefería irme al cine o pasar la tarde en mi casa. Pero no me negué, al contrario, le pedí a María que me dispusiera, y así fue: desde el primer tema, inició Dios a trabajar en mí corazón. El curso fue el Viernes, Sábado y Domingo. Durante los tres días, pude sentir a Jesús como un hermano, sentía que lo quería y lo conocía, lo experimenté cercano. Se unieron en mí, todos los pensamientos, estudios de religión, experiencias vividas y sentimientos, todo tuvo sentido, y todo llegaba y me llevaba a Dios. Me cayeron “muchos veintes” como decimos cuando “entendemos muchas cosas”. Dios y su Espíritu Santo desde entonces “le recuerdan todas esas cosas a mi corazón” y alientan mi Fe y Esperanza en las “noches oscuras de la fe”.
Después de ese fin de semana, me integré por completo a la comunidad de la parroquia de Fátima en Los Mochis, Sinaloa, México. Asistí al grupo de jóvenes todos los sábados a las 5 pm, luego me integré al ministerio de canto y música de la parroquia, asistí a las asambleas de oración los Lunes a las 8 pm, los Martes iba al estudio o crecimiento, los miércoles al grupo de oración, los viernes a la adoración a Jesús en la Eucaristía y los domingos a la Misa Carismática.
En mi familia hubo rechazo a tanta actividad al principio, pero después, también algunos de mis hermanos se integraron, mi papá se acercó más a la iglesia, y ya no éramos una familia de solo “misa los Domingos y fiestas de guardar”, a mi papá lo invitaron a ser ministro de la eucaristía, y con el, a mi mamá a dar platicas prematrimoniales y asistieron ellos también a pláticas, estudios de preparación en la parroquia del sagrado corazón de Jesús. Yo asistía con ellos a misa entre semana, y otras veces, me iba a Fátima… luego, terminé mi preparatoria, inicié mis estudios profesionales, empecé a trabajar y las cosas se fueron complicando en cuanto a horarios y actividades que me ponían en conflicto por no poder cumplir. Las cosas del Espíritu Santo siempre se dan en orden, paz y respetando prioridades, mi rol entonces, era de estudiante y también de empleada en una empresa, decidí “salirme” del ministerio de canto y música” para poder atender mies estudios y trabajo. Esto hizo que al poco tiempo fuera enfriándose mi relación con Dios, en ese tiempo, yo ya tenía amistades verdaderas, regalos de Dios, que aun conservo, y recuerdo que Betty (mi hermana del alma) , me pregunta que si quiero entrar a su grupo de oración. Ella pertenecía al equipo de oración personal, yo accedí inmediatamente. Y a los pocos días, Gilberto (mi ahora compadre) que era el encargado del grupo, me invita a pertenecer. Desde entonces, estoy en el EOPES y buscando a través de la oración personal mantener mi cercanía y amistad con Dios sobretodo servirle a Dios para que otros lo conozcan como yo. Conciente siempre de que Dios tiene un tiempo y un momento para cada uno y para cada cosa, pero, apelando a su infinita misericordia y amor, pido y ruego para que cada vez mas personas puedan iniciar una vida gozando de la seguridad, alegría y paz que da el vivir la vida tomado de la mano de Dios.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

10 Maneras de mejorar tu vida de oración

Por : Padre Terrance Wayne Klein

Si eres un novato o un experto, acostumbras rezar oraciones escritas por otras personas o un conocedor de la contemplación, aquí tienes 10 maneras de ayudarte a cultivar una buena conversación con Dios

En este mundo tan de prisa, estamos acostumbrados a tomar atajos, tratos ventajosos, buenas compras y garantías. Queremos pensar que nuestro buen juicio nos da ventaja y estamos a la última. Como “consumidores cristianos” queremos que los sermones sean fascinantes, simpáticos y profundamente espirituales. Y, por supuesto, cortos. Mínimo, ¡cortos!

Lo que se describe a continuación es una serie de breves “Reglas para Orar”, que dan respuesta a una necesidad tan antigua como los Evangelios, cuando los discípulos le pidieron a su maestro que les enseñara a orar. Pero no te dejes engañar por ser breves y simples. Ésto es en realidad “lo último”.

Regla #1: Se tú mismo

De seguro tu profe de la prepa y tu mamá tomó esta frase como tu “mantra” cuando eras adolescente, pero vale la pena repetir esta máxima aquí. ¿Por qué es la primera regla de oración ser tú mismo? Porque Dios te creó a ti – el que eres en este mismo momento, no ayer o mañana – para que seas una persona orante. Fuiste creado para dialogar con Dios, para vivir en comunión con la Santísima Trinidad, para sentarte a la mesa de Dios y cenar. No se necesita hacer un cambio fundamental para hacerte una persona orante.
El gran teólogo católico alemán Karl Rahner llamó a los seres humanos “escuchas de la Palabra”. No fue el único en usar la frase. Lo que quiso decir es simplemente la realidad de que estamos hechos para hablar con Dios, ver su rostro, vivir en su presencia. Si fuéramos computadoras, ésto sería una característica de nuestro hardware que ningún virus de software podría corromper. Rahner sugirió que si uno pudiera ver la verdadera esencia del ser humano, vería algo parecido a una parabólica. Una mirada te dice que hombres y mujeres están orientados hacia la comunicación, hacia la comunión con alguien más allá de uno mismo.

¿Cuál es la consecuencia de este verdad para una vida de oración ? Simplemente esto: todo lo que necesitas para orar ya se te ha dado. Orar bien no es una cuestión de aprender una técnica. Deja descansar la técnica y el esfuerzo un momento. Tienen un lugar, pero no el primero.

Sugerencias: Recuerda que Dios ya ha tomado la iniciativa en nuestra vida de oración. Él se ha revelado en Cristo Jesús. La oración es, antes que nada, simplemente nuestra respuesta a esa revelación. Piensa un poquito menos sobre lo que quieres decirle a Dios y tómate más tiempo para escuchar. Siéntate con las Escrituras y lee lentamente. Cuando un pasaje te diga algo significativo, detente. Saboréalo. Considera su significado para ti en este momento de tu vida. Esfuérzate por permanecer un momento en silencio. Cree que escuchar a Dios hablar no es inútil. Simplemente dirigir nuestra atención hacia Dios es orar. Y Dios habla en el silencio.

Otro gran teólogo, Hans Urs von Balthasar, una vez describió la vida de oración de la mística suiza Adrienne von Speyr. Lo siguiente viene de su introducción a la autobiografìa de sus primeros años:
A medida que pasa el tiempo, la oración tomaría todas las formas posibles: oración verbal y sin palabras, oración como una contemplación animosa, como acción de gracias, como petición, como sacrificio de uno mismo por la gente, como una existencia callada con un Dios silencioso, como una ofrenda activa en servicio del vecino. Ella se convirtió en una buena practicante de todas estas, una tras otra, como un órgano en el que se instalan nuevos tonos, hasta que al final el instrumento completo está listo para que el Maestro lo toque con deleite.

Regla # 2: Sé disciplinado

La consecuencia práctica de esta verdad para una vida de oración es: no esperes que la gracia haga lo que la naturaleza debe estar haciendo. ¿Cómo se hace uno bueno en la oración? De la misma manera que los niños aprenden a tocar el piano, o los clavadistas olímpicos aprenden a tirarse clavados, o las grandes figuras del patinaje aprenden a patinar. ¡Practicar, practicar y luego practicar más !El gran santo y teólogo medieval , Santo Tomás de Aquino, basó mucha de su teología en la máxima de que la gracia construye sobre la naturaleza. Lo que quiso decir es que lo que Dios hace con nosotros por medio de su gracia es una continuación de la manera como Él se relaciona con nosotros a través de nuestra naturaleza humana.

Para ser bueno en algo se necesita una medida de talento y dos de trabajo arduo. Para nuestros propósitos, podemos llamar talento a la gracia y trabajo arduo a la disciplina. Nunca vas a ser una persona orante sin la disciplina.
Mucha gente nunca se hace buena para la oración, a pesar de su inclinación natural (o sobrenatural) para la oración, simplemente porque no le dedican tiempo a la oración. Acuérdate de Aquino: la gracia construye en la naturaleza. Acuérdate de la ley fundamental de la naturaleza: la práctica hace al maestro.

Si hay un ingrediente del que carecen el promedio de las personas que tratan de orar , es la perseverancia. Agarra cualquier libro de ejercicios y te prometo que vas a leer algo así como esto: haz un poquito cada día. No es la cantidad cada día, sino el hecho de hacer un poquito cada día hasta que la rutina se convierte en un firme hábito. Aunque sean 10 minutos al día, cada día, empezarán a producir efecto.

Muchas personas oran de la misma manera que hacen ejercicio: muy duro los fines de semana para estar tieso el lunes por la mañana, pero muchos días sin hacer nada entre una sesión y otra. Ser fiel a la oración tiene mucho que ver con serle fiel a un cronómetro. Hasta la gran mística española, Santa Teresa de Ávila, confesó usar un reloj como una ayuda para orar.

Sugerencias: Decide cuánto tiempo quieres darle a la oración y dedícaselo. No ores de más. Solamente necesitas un poquito más de lo que estás dedicando por ahora. Es mejor aumentar el tiempo después de 2 meses que reducirlo, o peor aún, disminuir la frecuencia. El objetivo es ser regular. No se trata de la cantidad de tiempo, es la frecuencia lo que cuenta.
A este punto, no evalúes la calidad de tu tiempo de oración. Al principio – y cosa rara, al final – no es la calidad lo que cuenta, sino la cantidad. No te preocupes por las distracciones. Ya que gracia construye sobre la naturaleza, a veces se tambalea porque estamos cansados, enfermos, distraídos, nerviosos o enojados. Acepta tu condición humana y persevera. La gracia construye sobre la naturaleza, pero la naturaleza no es su maestra.

¿Cuántas maneras hay de orar? Probablemente, tantas como hay almas. De todas maneras, la Tradición Cristiana ha identificado varias categorías de oración. Una de ellas es la oración vocal, y todos la hemos practicado. Por oración vocal quiero decir el uso de palabras en la oración que otra persona ha escrito, como el Padre Nuestro, el Ave María o el Acto de Contrición. Estas pueden usarse ya sea en silencio para uno mismo, o en voz alta.

La oración vocal puede considerarse el primer nivel de la oración, aunque el que la llame así no significa que la menosprecie. Aquí primero significa fundamento, uno de los bloques que sostienen el edificio y que siempre se necesitan para que permanezca en pie. Hay momentos en la vida en que solamente la oración vocal parece dar resultado, cuando nuestra mente simplemente no puede decir nada más. Por ejemplo, muchas personas rezan el Rosario inmediatamente después de un hecho terrible. Pero una vida de oración involucra más que la recitación.

Una segunda capa de oración puede llamarse discursiva. Simplemente le hablamos a Dios en oraciones similares a las que usamos cuando nos comunicamos con otros. De nuevo, este tipo de oración puede ser en silencio o en voz alta. Si estás orando en voz alta, debes tener cuidado dónde lo haces, a menos que se te haya invitado a hacerlo. (Generalmente cuando se encuentran a alguien hablando consigo mismo, los demás no son tan amables de pensar que Dios es el interlocutor!).

Regla #3: Aprende a Meditar

San Francisco de Sales enseñó que nadie puede progresar en la vida espiritual sin aprender a meditar. Cada nuevo seminarista o novicio religioso se introduce a la práctica de la meditación, que a veces se
llama “oración mental”. Al menos eso espero. La meditación en su esencia no tienen nada que ver con posturas exóticas, mantras o incienso que huele a salchicha quemada.
De Sales enseñó que la meditación es simplemente presentar pensamientos ante tu mente para mover el corazón a Dios.Es una definición simple, pero que tiene mucho fondo. Observa la segunda parte de la definición: que contiene el objetivo de la meditación. Su propósito es mover el corazón a Dios. La meditación se supone que actúa sobre nuestras emociones. Nos imaginamos las escenas que queremos, o pensamos los que queremos, con el propósito de elevar nuestras emociones a Dios.

Sugerencias: “Presentar pensamientos a tu mente” significa que la meditación es principalmente un ejercicio imaginario. Estás simplemente tratando de pensar las “cosas de Dios”. Todo lo que te haga pensar en Dios es material adecuado para la meditación. Uno puede meditar observando una estampa religiosa o un crucifijo. Uno puede meditar leyendo las Sagradas Escrituras o la vida de un santo. Observamos una puesta de sol y sentimos gratitud. Consideramos la forma en que pasamos la noche de ayer y sentimos dolor. Podemos examinar, hora por hora, los eventos del día con el objetivo de ver la obra de Dios.

¿Funciona siempre la meditación? Comúnmente, pero no siempre. Por eso la oración vocal y discursiva son todavía fundamentales. Pero nunca olvides que fuiste hecho para orar – y que eso significa que Dios te hizo para meditar. Aún los santos jóvenes descubrieron la meditación sin la ayuda de un maestro. Aquí tenemos un pasaje de Santa Teresa de Lisiux en el que describe un encuentro durante la escuela primaria:
Un día, uno de mis maestras en la Abadía me preguntó qué hacía en mis tardes libres cuando estaba sola. Le dije que me metía atrás de la cama en un espacio vacío... y que era muy fácil cerrar las cortinas de mi cama y entonces “pensar”. “¿Pero sobre qué piensas? “ me preguntó. “Pienso sobre Dios, la vida, la ETERNIDAD... pienso! “ La buena religiosa se rió de corazón de mí, y después le encantaba recordarme el tiempo en que yo pensaba, preguntándome si todavía estaba pensando. Entiendo ahora que yo estaba haciendo oración mental sin saberlo y que Dios ya me estaba instruyendo en secreto.

Regla # 4: Consigue un libro.

Los filósofos pueden discutir interminablemen-te sobre si nuestras mentes son o no como libros en blanco, pero nadie discute que es un hecho que la mente necesita alimentarse.
Y aunque estemos conscientes de ello o no, se alimento todos los días por medio del radio, la televisión, revistas, etc. Como sociedad nos guSi el progreso en la vida espiritual significa aprender a meditar, y la meditación es el presentar pensamientos a la mente para elevar el corazón a Dios, entonces la mayoría de nosotros va a necesitar un poquito de ayuda con esos “pensamientos sobre Dios”.
gusta la comida intelectual “chatarra”. Yo reto a cualquiera a que vea 24 horas del programa de Ricki Lake y su legión y estar capacitado para orar más allá del “los Santos nos cuiden”.

Si queremos elevar nuestras mentes a Dios, probablemente van a necesitar un poquito de ayuda. Hay libros que nos pueden ayudar. Recuerda que no somos las primeras almas en buscar el rostro de Dios. Vivimos en la comunión de los Santos. Los santos son nuestros hermanos mayores en la fe, y uno de nuestros lazos visibles son los escritos que dejaron. Aprende de tus hermanos mayores. Deja que te inspiren. Entonces inspira compartiendo su espíritu con nosotros.
Teresa de Ávila confesó que durante 14 años nunca iba a la capilla a orar sin un libro. Aquí está un pasaje de su autobiografía:
Leer es muy útil para recogerse y sirve como un sustituto necesario aunque puede leer muy poco cualquiera que no puede practicar la oración mental... Durante todos estos años, excepto por el tiempo después de la Comunión, nunca me atreví a empezar a orar sin un libro... [La sequedad] se sentía siempre cuando estaba sin un libro. Entonces mi alma se daba a la confusión y mis pensamientos corrían salvajemente. Con un libro empezaba a recogerlos, y mi mente era atraída hacia el recogimiento. Y muchas veces solamente el abrir el libro era suficiente; otras veces leía un poco, y otras veces mucho, de acuerdo al favor que el Señor me concediera.

Sugerencias: El libro puede ser cualquier libro que inspire. Por supuesto, las Sagradas Escrituras tienen prioridad aquí. A veces, sin embargo, su familiaridad puede ser un estorbo en vez de una ayuda. Trata de leerlas en otro idioma o de escucharlas en una grabación. Escoge uno de los santos. Lee sobre ellos o lo que escribieron. A su estilo, cada santo ha traducido el Evangelio en la historia de su propia vida.

Cuando se lee en la oración, el objetivo nunca es la cantidad que se lee. Uno lee hasta que un pensamiento mueve el corazón hacia Dios, y entonces permanece ahí. Cuando las distracciones regresan, uno toma el libro nuevamente. Algunos días el libro apenas si será necesario. Otros días parecerá indispensable. Recuerda que Dios quiere darse a nosotros, y si eso significa aparecer en una novela de Judith Krantz, así será.

Regla # 5: Si funciona, hazlo!
Yo estaba en preparatoria cuando un director espiritual me enseñó esta regla fundamental de la vida espiritual. Yo había tenido una maravillosa experiencia de oración y quería compartirla.
Si yo tenía que adivinar, probablemente tendría algo que ver con velas, una silla cómodo y un disco como Jonathon Livingston Seagull o la canción “Sunshine on my shoulders” de Jhon Denver (después de todo, eran los 70’s). La pregunta que recuerdo le dije a mi director espiritual fue ésta: ¿Está bien si escucho música mientras trato de orar ? ¿Necesito estar hincado?¿Y qué de estar nada más volteando hacia la ventana?


Si te funciona, entonces hazlo”. “No discutas o luches contra el Espíritu Santo.”

El consejo es tan bueno ahora como el primer día que lo escuché. Se basa en un profundo conocimiento del interior de la persona humana. El Espíritu Santo intenta usar cada aspecto de lo que nos hace humanos para comunicarse con nosotros. Recuerdos, entendimiento, intelecto, voluntad, sensaciones, emociones: no existe parte humana que sea tierra extraña para el Espíritu Santo. Todo es creación de Dios, y su propósito y significado más grande se expresa en la comunión con Dios. Esto significa que Dios puede – y lo hará – buscar comunicarse con nosotros en cada área de la vida humana. Nada es extraño para Él. De hecho, mucha de la frustración en la vida espiritual se debe al resistirse al empuje del Espíritu Santo, frecuentemente porque el Espíritu está reclamando un área de la vida humana que no anticipamos.

Sugerencias: “Sencillamente oro mejor cuando estoy hincado”. Entonces híncate. “Me he dado cuenta que oro mejor en la mañana”. Entonces levántate temprano. “Qué raro, pero me siento muy cerca de Dios cuando manejo de regreso a casa del trabajo por las tardes”. Entonces date tan completamente como sea posible al Dios del camino de regreso a casa.

Abraham tiene una experiencia de Dios y construye un altar (Génesis 12:7-8). Jacob ve una escalera de ángeles y cosntruyó un pilar a Dios en ese lugar (Génesis 28:10-22). El Antiguo Testamento está lleno de referencias a lugares estimados como santos debido a que una revelación del amor de Dios ocurrió allí. Uno construye un altar porque planea regresar allí, porque espera recrear la experiencia original. Si funciona, hazlo!

Regla #6: Haz que tu oración dé frutos a
través de una vida moral.

Yo explicaría la regla #6 así: es lo que separa todo forma de auténtica espiritualidad Cristiana de todas sus competidoras de la Nueva Era. Esto es porque todo el entendimiento ortodoxo, Judeo-Cristiano de la religión está unido sin división posible a la moralidad. El Dios que buscamos en la oración es el Dios que creó a nosotros y al universo. En su programa clásico de meditaciones para retiro, conocidos como Ejercicios Espirituales, San Ignacio de Loyola responde a la pregunta de la sequedad y carencia de frutos en la oración como una pregunta propia. ¿Ha permanecido el alma fiel a la ley de Dios? ¿Se ha vuelto tibia el alma en su amor por la voluntad de Dios como se expresa en las escrituras, los mandamientos y las enseñanzas de la Iglesia? Antes de preguntarnos por qué Dios parece no estar presente en la oración, nos debemos preguntar sobre nuestra propia respuesta a la voluntad de Dios.

A diferencia de los seres humanos, no existe distinción en Dios entre quién-es-Dios y lo-que –Dios-quiere. Los dos son uno. Dios es lo que Dios quiere. El ser de Dios y su voluntad son uno. Vivir en comunión con Dios es hacer la voluntad de Dios.

La Teología Católica Tradicional frecuentemente habla de Ley Natural. Esencialmente, la frase significa que existe un orden fundamental o patrón del universo puesto por Dios en el mismo acto de la creación. La razón humana puede llegar a ver los propósitos de Dios estudiando la realidad de nuestro mundo. Cuando observamos el patrón, el orden del universo, nuestra respuesta debe ser vivir de acuerdo a él.

Reflexiona, por ejemplo, en la imposibilidad absoluta de vivir juntos en familias y comunidades si la gente nunca se dice la verdad el uno al otro. Cada mentira obra contra la naturaleza social de lo que significa ser humano. La sola razón humana puede ver que decir la verdad es parte de la “ley natural”. Por supuesto que nosotros tenemos el mandamiento de no levantar falso testimonio. Aquí la historia de la revelación de la salvación confirma una orden de revelación contenida en la creación. Ser veraz significa abrirnos a la comunión; decir una mentira es cerrarse aún a esa posibilidad.

La vida espiritual y la vida moral son uno. Las dos buscan a Dios que nos creó. La espiritualidad de la Nueva Era que yo rechazo no está buscando a Dios más allá de uno mismo, es solamente la búsqueda de una nueva y agradable experiencia para uno mismo. Permanece atrapada en sí misma, y nunca levanta la cuestión de la moralidad.

Debido a que Dios es “ otro”, podemos llegar a amarlo en una manera fructífera. Amarse a uno mismo es solamente el primer momento de la existencia humana. Si la existencia humana se queda allí, se pudre. Ir fuera de uno mismo en amor del otro es encontrar tanto a uno mismo como al otro. Por eso la oración en nuestra tradición es siempre más un encuentro que una técnica.

Sugerencias: Si tu oración no está dando fruto, podría ser debido a que ha permanecido en el nivel de expresión de uno mismo, más que elevarte a un encuentro verdadero con el Dios de la Biblia que nos creó? Haz que tu oración sea fructífera a través de una vida moral, y encuentra fortaleza para una vida moral en la oración.

Regla #7: No juzgues la oración por sentimientos.
Recuerda que el único objetivo de toda oración debe ser la unión con Dios. Punto. La unión con Dios en la oración puede producir o no una sensación emocional agradable. Cuando oramos, estamos buscando al Dios que esta detrás y más allá de todos los sentimientos y estados emocionales. Si hacemos que los sentimientos positivos que la oración frecuentemente produce el objetivo de nuestra oración, entonces estamos nuestro objetivo es algo menos que Dios.
Tan tentador y quizá tan natural como puede ser, uno no debe juzgar la calidad de la oración propia por los sentimientos que produce o no.



Es absolutamente esencial que hagamos una distinción entre unión con Dios y estados emocionales. Primero, Dios puede producir sentimientos tanto negativos como positivos cuando oramos. Puede ser que el objetivo de Dios sea acercarnos a Él en una íntima unión basada en la obediencia a su voluntad. Una madre que ora por fortaleza para ser paciente con su niño difícil puede experimentar una gran paz durante la oración. Pero considera al esposo que está involucrado en una relación adúltera y resulta que se siente miserable cada vez que trata de orar. Sus pensamientos parecen estar completamente privados de paz. Este es un estado emocional muy negativo, pero cuando uno considera que existe para llamarlo de regreso a Dios, es fácil ver que el cielo a veces permite experiencias emocionales negativas. Dios está de seguro presente en esta forma de oración tanto como en la primera. Un alma encuentra consolación en la oración, ella necesita esa fortaleza. La otra encuentra desolación; para llamar un alma perdida de regreso a casa.

Otra precaución sobre los sentimientos: como San Ignacio de Loyola lo resaltó hace tiempo: el Maligno no se va simplemente porque estamos orando. El demonio en persona puede ocasionar dudas, inseguridades y tentaciones durante la oración cuando uno esperaría encontrar sentimientos positivos. De la misma forma, el sabe que nada produce arrogancia espiritual tan pronto como los “sentimientos positivos” en la oración. El Maligno comúnmente consuela al pecador, diciéndole que su pecado es ligero, algo que debe esperarse, de alguna forma muy difícil de rechazar. Apoya a los que se enorgullecen sobre sus delicias espirituales, aquellos que causan divisiones en el corazón de sus comunidades parroquiales, los que presumen ingenuamente de que todas sus acciones se justifican, que su visión de la iglesia no requiere explicaciones porque ellos han sentido al Espíritu Santo.

Sugerencias: Entonces, ¿Cómo juzga uno? Los primeros discípulos de Jesús deben haber preguntado algo muy cercano a esta pregunta. Por eso ellos atesoraron y registraron las palabras que nuestro Señor les dio como respuesta, encontrada en el Evangelio de San Lucas, 6:43-45:
No hay árbol bueno que pueda dar fruto malo, ni árbol malo que pueda dar fruto bueno. Cada árbol se conoce por su fruto: no se cosechan higos de los espinos, ni se recogen uvas de las zarzas. El hombre bueno dice cosas buenas porque el bien está en su corazón, y el hombre malo dice cosas malas porque el mal está en su corazón. Pues de lo que abunda en su corazón habla su boca.
Existe solamente un criterio para la evaluación de la oración: su efecto, positivo o negativo, en nuestras vidas.

Regla #8: No midas el progreso de tu oración.

Nada es tan inherente a la sensibilidad moderna como el progreso. Esperamos que nuestra medicina, tecnología y estándar de vida mejoren y progresen cada año. Quizá por eso es natural que, cuando resolvemos darnos a una vida de oración, llevamos una esperanza latente de progreso. Queremos saber que estamos avanzando, pero, a diferencia de los actos de superación personal, la oración parece que no ofrece un método de evaluación. Evaluar tu vida de oración es un poco como observar una planta crecer. Puedes hacerlo si quieres, pero no va a ser satisfactorio para nada.
Las plantas crecen a nuestro alrededor cada día, pero aunque te quedes viendo uno, resuelto a verla crecer, no serás capaz de observar que, de hecho, estás observando. La planta crecerá ante tus ojos, pero tus ojos no son adecuados para el reto de la observación.

La oración es así: día tras día nos damos a ella, ocurrirán cambios, pero a un paso que parece desafiar todos los números y cálculos.

Para ser absolutamente claros, la evaluación de la experiencia de oración nunca está dentro de la misma experiencia. Está en la vida que resulta de esa oración. Esta verdad aplica a un Padrenuestro rezado de prisa o a las más exaltadas visiones.

Sugerencias: La oración trae crecimiento y cambio, pero lo hace de acuerdo a la medida y metro de Dios. El éxito de la noche a la mañana trae comúnmente desilusión de la noche a la mañana. Si en verdad quieres medir tu progreso en la oración, haz un inventario moral de tu vida y compáralo con otro hecho seis meses o un año antes. Así como podemos ver el crecimiento de las plantas con el tiempo, así también el trabajo del Espíritu Santo se hace evidente a distancia.

En cualquier día de nuestra vidas hay muchos factores que se combinan para crear una experiencia de oración: el trabajo, las relaciones, la salud, el descanso o su carencia, las distracciones y la satisfacción. Nadie, sólo Dios, puede escoger de estos factores. No los uses para evaluar la oración. Evalúa la vida que la oración produce, y juzga esa vida a través del tiempo.

Regla # 9: La oración es más la obra de Cristo
y de la Iglesia que tuya.

Tendemos a acercarnos a Dios como individuos. Es algo que hacemos como – y cuando – nos parece bien. Pero la oración es más que nuestra solitaria búsqueda de Dios.
Una vez visité a un ex drogadicto muriendo de SIDA. Al final de su vida, en un hospicio, estaba finalmente rodeado de hombres y mujeres a los que les importaba y lo querían. Lo bañaban, alimentaban, satisfacían todas sus necesidades. Estaban con él de una manera que nunca su familia había estado. Me dijo que quería desesperadamente hacer algo para corresponder a su amor. Quería ayudar a limpiar, a cuidar a otros, pero ahora comía en su cama. Le sugería que orara por los que estaban a su alrededor.

“¿Pero tú crees que Dios escucharía las oraciones de un hombre como yo, alguien que ha vivido en las calles toda su vida?”
“¿Estás bautizado?”
“Sí”
“Entonces el Padre no distingue tu voz de la de su Hijo. Cuando ores, el solamente escuchará la voz de Jesús. Estar bautizado es orar con Jesús. Tomamos su voz y Él toma la nuestra. Cuando el Padre lo ve, nos ve a nosotros. Cuando nos ve a nosotros, reconoce a su Hijo.”

El hombre aceptó empezar a orar con mucho entusiasmo, ya que ahora creía que sus oraciones tendrían efecto. Así vivió la última semana de su vida.

Los primeros cristianos estaban convencidos de que el Baustismo los insertaba en la persona y vida misma de Cristo. Ser cristiano era ser otro Cristo. Los templos paganos no tenían lugar para la asamblea de una multitud. Las multitudes no pertenecían al precinto de lo sagrado, solamente los sacerdotes. Nada podría estar más lejos del espíritu de los primeros cristianos, que veían la asamblea litúrgica como la oración más verdadera. Todo lo demás era derivado, secundario y suplemental. El Libro de los Hechos trata de describir a los apóstoles manteniendo las horas de oración común de los judíos. El libro está lleno de grandes individuos, pero el verdadero actor del drama es el Espíritu Santo que trabaja en la comunidad naciente.

Aún hoy, las iglesias Cristianas – en cualquier forma arquitectónica que tengan – son siempre lugares para la asamblea. Los Cristianos creen que son un plebs sancta, un pueblo santo, una nación de sacerdotes.

Sugerencias: Cristo prometió estar presente cuando la iglesia se reúne para orar. Ningún otra oración lleva este compromiso. Así que aprende de la liturgia: es la fuente de toda auténtica oración cristiana. Puede enseñarse un curso de espiritualidad solamente de su forma. La liturgia tiene tanto que enseñarnos sobre la oración: la oración involucra llegar juntos. Significa escuchar la Palabra de Dios y responder a ella. Involucra el cuerpo, el gesto, la postura y el movimiento. La oración es que otro que no es nosotros se dirija a nosotros. (Una base de la jerarquía de la Iglesia Católica). La oración es sobre “ser dirigido” y entonces dirigir. La oración hace el cuerpo y la sangre de Cristo nuestro propio cuerpo y sangre.

Aprende de la liturgia. Es Cristo y nosotros – con Cristo, estando en diálogo con el Padre, a través del poder del Espíritu Santo. Por eso la oración litúrgica es la “oración más verdadera”. Cuando el Cristo que tú conoces es diferente del Cristo que se revela en la asamblea de los santos, entonces tu Cristo necesita ser expulsado con ayuno y oración.

Regla # 10: A veces, nada más siéntate.

Un anciano iba cada día a la iglesia por la tarde; se sienta en una banca de atrás. Después de muchos años, la gente lo nota. Quizá es un santo. Ellos no lo conocen, pero ¿cómo es que pasa tantas horas en satisfactoria oración? Un día alguien le pregunta: “¿Qué haces cuando oras?”
Al principio la pregunta parece inexplicable para él. Es como si las palabras en sí mismas de alguna manera no encajan. Él repite la pregunta para sí. “¿Qué hago cuando oro? Bueno, a veces vengo aquí y me siento y hablo con Jesús. A veces nada más me siento. La mayor parte de las veces, nada más nos sentamos.”



Existe nada más un lugar que estamos tratando de alcanzar en la oración. Queremos estar en la presencia de Dios y saber que estamos en la presencia de Dios. Queremos estar llenos de gratitud porque estamos , en este momento, con Dios. Él nos ve, nosotros lo vemos. ¿Qué tienen que ver con esto las palabras?

En la Tradición Cristiana de la oración se llama contemplación. Es un lugar donde las palabras y la actividad cesan. Este lugar no se alcanza con facilidad, pero tiene sus paralelos en la vida humana. Una madre se inclina en una banca de un parque y sigue a su niño en su juego. Ella es un niño de nuevo, porque todos los deseos de su corazón están ante ella, jugando con ese niño. Un anciano y una anciana comen en silencio, no porque no haya nada que decir, sino porque no necesita decirse nada.

Sostenemos la mano débil de una persona que amamos. Está llena de tubos, aplastada en una cama de hospital. No hay nada que decir, porque el tiempo para palabras casi ha pasado. Este es un momento para solamente estar juntos.

Sugerencias: Los seres humanos sabemos lo que significa contemplar, aún si vivimos nuestros momentos de conciencia lejos de la contemplación. Transfiere esta manera de ser a la oración y entenderás el corazón de la Tradición Cristiana de la oración. La contemplación es la mirada de un enamorado, el simple hecho de estar con el Otro.

Santa Teresa de Lisiux una vez escribió lo siguiente sobre la oración:
Jesús, oh Jesús, si el deseo de amarte es tan delicioso, ¿que será el poseer y disfrutar este amor? ¿Cómo puede un alma tan imperfecta como la mía aspirar a la posesión de la plenitud del amor? Oh Jesús, mi primer y único Amigo. A quien amo únicamente, ¡explícame este misterio!¡ ¿Por qué no reservas estas grandes aspiraciones para almas grandes, para las águilas que se elevan en las alturas?
Yo no sé la respuesta que Él le dio. La simple verdad es que Dios no reserva la aspiración a orar – el deseo de simplemente estar con Dios – a almas grandes, a las águilas que se elevan. El deseo de estar con Dios está plantado en lo más profundo del ser humano. Queremos llegar a ese lugar santo de descanso, ese momento cuando la lucha termina. Queremos unirnos al amado en un mirada de éxtasis, que no envejece porque no está en el tiempo. Queremos, desesperadamente, a veces, nada más sentarnos – porque hasta un simple momento así nos sostiene durante todas las horas difíciles que siguen.

martes, 18 de diciembre de 2007

Proyecto de vida

Por: María Isabel Román

Un proyecto es un plan desmenuzado en diferentes acciones o tareas.

Cada tarea que se realiza es importante para que el plan tenga un buen resultado.
A veces unas tareas son dependientes de otras; y no podemos empezar una tarea sin antes haber finalizado otra.

En nuestra vida espiritual, debemos frecuentemente estar revisando nuestras metas, nuestros proyectos... debemos conocer en qué tareas debemos trabajar más.

Queremos ser SANTOS. Dios nos llama a ser SANTOS. Por conocer al SEÑOR queremos corresponder a su amor y queremos ser lo que El nos pide: “SER PERFECTOS COMO MI PADRE CELESTIAL ES PERFECTO”.

Nuestras flaquezas y debilidades nos impiden tal perfección. Nuestra lucha o nuestro proyecto consistirá entonces en alcanzar la SANTIDAD, revisando continuamente en que tareas fallo. Esto es estar revisando nuestras actitudes o áreas en las que fallo.

Como resultado de esta revisión surge el PROYECTO DE VIDA. Yo puedo proponerme en esta semana levantarme temprano y orar de 6:00 a 6:30 AM durante todos los días. Esta es una tarea objetiva y en un tiempo factible. Es una tarea REALIZABLE. Puedo proponerme confesarme el Miércoles próximo y plasmarlo dentro de mi PROYECTO DE VIDA para esta semana, estos 15 días o este mes. Si mi flaqueza es mi carácter, me propongo esta semana, no levantarle la voz a nadie, para de este modo ir dominando mi carácter. Si mi debilidad está en que dejo de hacer muchas cosas por ver tv. Entonces pongo en mi proyecto de vida que esta semana no veré 4 horas la televisión, solo 1 hora y las otras 3 horas las usaré para hacer otras cosas necesarias y útiles para mí y los demás.

El proyecto de vida consiste en plasmar actividades concretas, con fecha y tiempo concretos. Y no dejarlo así plasmado, sino revisarlo de manera continua. Cada fin de periodo. Si el proyecto de vida es semanal (RECOMENDADO a los que empiezan), revisarlo cada semana, para ver cuales metas logramos y cuales no; y a partir de esta revisión surgirá nuestro siguiente proyecto.

A continuación se muestra un formato que puede ayudarte con tu proyecto.

Descripción del proyecto:

Objetivo:
Plantear un objetivo que sea real, que pueda lograrse, algo que tengamos pendiente, en este caso es iniciar o mejorar una vida de oración personal y sacramental.

Antecedentes:
La situación real que tengo ahorita en mi vida, de lo cual voy a partir para este nuevo plan de acción de mejoras personales en mi vida espiritual.

Acciones a realizar:
Hacer un listado de desiciones reales, con relación a tiempos, lugares, acciones concretas a realizar para el inicio o mejora de mi vida espiritual y sacramental.

Línea base:
Una acción concreta para partir, por ejemplo: lectura bíblica diaria, el escuchar cantos, asistir a Misa entre semana.

Recursos necesarios:
Definir qué necesito para iniciar con lo planeado, si ya tengo Biblia o necesito comprar; si necesito algún libro de reflexión en especial, o comprar una silla, o una imagen, un rosario, un cuaderno para usarlo como diario espiritual, etc …

Lugar:
Escoger el lugar especifico donde voy a hacer mi oración personal, la parroquia en la que voy a ir a Misa, etc.

Miembro(s) involucrados:
Si aparte de mí hay alguna persona más que este involucrada para en el cumplimiento de este Plan de Vida, como un director espiritual, los miembros de mi comunidad o grupo de oración, etc.

Líder del proyecto:
Tu nombre.

Fecha de inicio:
Marcar una fecha de inicio.

Fecha de término:
Marcar una fecha de término.

Forma de medición:
Establecer una manera de poder evaluar el proyecto, para seguirlo o replantearlo.

Evaluador:
¿El evaluador serás tu? o ¿tendrás un director espiritual con el cual evaluarás tu plan de mejora?
Fecha(s) de evaluación:
Establecer una fecha para evaluarlo, en base a las fechas de inicio y término.

Forma(s) de autorreconocimiento:
Poner una manera de premiarnos si cumplimos el objetivo, el premio puede ser espiritual o material.

Observación:
Si tienes alguna observación con respecto a las metas que te planteaste, con respecto a tu actitud, con respecto a como Dios actuó en tu vida.

Resultados:

¿Qué? Qué quiero lograr.
¿Cómo? Qué acciones concretas me propongo.
¿Cuándo? En qué periodo de tiempo.
¿Dónde? Qué lugar físico estoy involucrando para el logro de este objetivo que me he planteado.
¿Para qué? Para qué quiero hacer esto.

Testimonio de Gilberto Palomares Armenta

...desde hace 19 años

Muchas veces me pregunté porqué. Hoy ya no. Ahora quisiera saber para qué.

El hecho es que a muy temprana edad Dios me invitó a vivir, a saborear, a experimentar y compartir con los demás la vida interior de la oración personal. ¿Cumplía acaso con el perfil adecuado? (como diríamos hoy en las empresas modernas). Seguramente que no. ¿Era un joven con la espiritualidad indicada para esta tarea?, definitivamente no. ¿Tenía al menos algo que me ligara a este tipo de experiencias?, tal como se lo imaginan: no.

Aún así y como siempre sucede, Dios actúa de modo muy distinto a nuestro razonamiento. De tal forma que a mis 16 años ingrese a esta comunidad de hermanos que jóvenes como yo, nos arrojamos en las manos de nuestro buen Dios para proclamar que sólo estando en la perpetua búsqueda de su rostro es como lo encontramos, que solo testimoniando la eficacia de la oración es como alguien más da el paso para iniciar este camino y que sólo haciendo vida los momentos de intimidad con Dios es como El nos transforma en instrumentos de su gracia.

Se dice mucho más fácil de lo que en realidad es. Por eso mucho tiempo me pregunté ¿porque yo? ¿porque a mí?. Pero ¿que tenemos que no nos haya sido regalado? ¿acaso cuando pude "sentir" que hacía bien mi tarea en la lucha por mantenerme firme en mi oración personal diaria era mérito mío? ¿no era esa también una bendición más? ¿pues que no vivo día a día de milagro, por pura misericordia divina?

Esa es en pocas palabras la historia de mi vida espiritual. Luchando siempre contra mi mismo, buscando arrojarme en los brazos de mi Dios, de mi creador, de mi Padre, aunque muchas veces he fallado.

No soy el prototipo del hombre orante, ni siquiera de aquel cristiano que muchas veces soñé llegaría un día a ser. Lo único que por ahora se y esto es lo más importante: es que Cristo mi Salvador y Señor es más fuerte que mi más grande debilidad y su amor más inmenso que mi propia bajeza y por ende su misericordia infinita está muy por encima de mi malgastado amor propio.

Por eso sigo adelante, con la frente en alto y el ánimo hasta el tope y pido a Dios fuerzas no me canse de insistir que la oración, ese diálogo personal entre Dios y uno es el camino más corto hacia la plenitud humana. Que si alguien quiere ser realmente feliz, no hay mejor amigo, mejor aliado que nuestro Señor, un amigo con el que puedo hablar y me responde, un aliado con el que puedo descansar y me protege, un Dios con el que puedo orar y me transforma en mejor persona.

Señor, te pido tu luz para distinguir lo que me aparta de ti y tu fuerza para buscarte siempre. Amén.

lunes, 17 de diciembre de 2007

Navidad 2006

Bebés y niños EOPES

Hay familias y matrimonios formados con integrantes del equipo, testimonios del amor, misericordia y fidelidad de Dios. Luis Wilfrido y Marcela – Tienen tres hijos: Luis Antonio, Maria Fernanda y José Emilio, Gilberto y Carolina – Tienen dos hijos: Gilberto y Luz Carolina, Víctor y Claudia - Tienen una hija: Victoria, Eduardo y Teresita – Tienen una hija: Daniela, Cynthia – Tiene una hija: Dafne, César y Susettee – Tienen una hija: Paola.




Frutos

Algunos de los integrantes han sido voluntarios que salieron de la ciudad a dedicarse un año o más a servir a Dios en otras comunidades.

Teresita Montiel – Voluntaria en la comunidad salesiana Tijuana, BC
Beatriz Gil – Voluntaria en la comunidad salesiana Tijuana, BC
Martha Miranda – Voluntaria en la comunidad salesiana Nueva York, USA
Cynthia Mendoza – Voluntaria en la comunidad salesiana Ciudad Juárez, Ch
Cecilia Castillo – Voluntaria en la comunidad scalabriniana Ciudad Juarez, Ch

Muchas personas a través de los cursos y pastoreos han conocido el tesoro de la oración personal, y permanecen fieles a su vida de oración.


Compartiendo en comunidad

Como comunidad entrañable de hermanos, nos cuidamos unos a otros, nos acompañamos en la fe y nos ayudamos a permanecer en la gracia de Dios.
Consideramos que Dios nos regala esta comunidad para mantenernos unidos a El que es el tronco. A través de ella, hemos palpado, visto y oído que el amor y la misericordia de Dios son reales e infinitas.




Nuestras actividades...

Curso de oración personal

Este curso requiere de hacer silencio interior, disposición de parte de los participantes, compromiso para ser fieles a la oración personal diaria y seguimiento a través de la asistencia a los pastoreos mensuales o bimestrales a los que sean llamados por parte del Equipo.

Está dividido en cinco etapas que se toman de manera diferida. Cada etapa tiene sus objetivos definidos y va acorde al progreso en la oración. El ideal de este curso es hacerlo en retiro y en silencio, pero debido a las características de nuestra ciudad, ya que no contamos con una casa de retiro, se ha modificado con el paso de estos veinte años que tenemos juntos, al principio se daba tipo Taller, tres horas diarias de lunes a sábado; pero se perdía mucho la interiorización; actualmente se imparte en un fin de semana, en las instalaciones de la parroquia y en algunas ocasiones, hemos conseguido prestadas las instalaciones del Colegio CEN Primaria, las condiciones del colegio nos dan un poco de interiorización, pero no siempre hay disponibilidad de las instalaciones por los diferentes eventos que se llevan a cabo.

En las etapas 1, 2 y 3 se estudian oraciones activas, el conocimiento de nosotros mismos siguiendo las reglas de discernimiento de San Ignacio de Loyola, las enseñanzas y consejos de santos como Santa Teresa de Ávila y San Juan de la Cruz, las enseñanzas del Padre Larrañaga, entre otros. En cada curso se asignan tiempos para prácticas de oración, así como también para aclarar dudas y compartir experiencias. En las etapas 4 y 5, se continua con el estudio y se ven las formas de oración pasiva compartidas por los santos.

Los Pastoreos

Son reuniones mensuales donde asisten las personas que hayan tomado alguna de las etapas del curso de oración personal. En estas reuniones, impartimos algún tema relacionado con la vida espiritual, formamos grupitos para compartir sobre el tema, sobre los avances y retrocesos que se han tenido en la vida de oración, y entre todos vamos enriqueciéndonos unos a otros y ayudándonos a ser fieles a la amistad con DIOS.


Otras

Hemos participado en la comunidad de diferentes maneras: En horas santas, en las campañas para contrarrestar el halloween, publicaciones escritas, en congresos y pascuas, ayudando con la liturgia, el oratorio, atención a predicadores, impartiendo retiros, temas a otros grupos y las actividades que el párroco nos solicite a través de nuestras estancia en el Consejo Parroquial.