martes, 23 de septiembre de 2014

¡Abre tu puerta!



Señor,
Tú llegas a nuestro mundo
 y nos invitas a abrir la puerta
de nuestro corazón
a todos los hombres.


Tú ya nos dijiste
que eres Tú quien viene
cuando alguien llama
a nuestra puerta.


Tu palabra es ésta:
"He aquí que estoy a la puerta y llamo.
Si alguno oye mi voz
y abre la puerta,
Yo entraré y cenaré con él
y él conmigo".


Señor:
que sepamos escuchar tu voz,
esa voz que nos llega
por nuestros hermanos.
Que abramos la  puerta
para acogerte a Ti,
y en Ti a todos los hombres.


Padre Rubén Cámara Uscanga

¡Que se te note lo cristiano a donde vayas!



Publicado por: PildorasdeFe.net   

Estamos llamados a ser testigos de nuestra fe en la vida corriente: en el hogar, el trabajo, el tráfico, las amistades y todo lo que vivimos

Desde hace décadas se viene empleando el término valores en sustitución de la palabra virtudes que son, en la literatura tradicional cristiana, la adquisición de hábitos positivos, en contraposición a los malos hábitos que son los vicios o defectos. Todos los auténticos valores de la cultura actual son valores cristianos.
El elenco de valores humanos es muy grande, es decir, la persona puede embellecerse con muchas joyas que completan y enriquecen el carácter y la personalidad. Para facilitar el estudio de los valores desde el punto de vista psicológico o espiritual se suelen clasificar. Una gran clasificación cristiana tradicional es agruparlas de la siguiente manera:
  • Virtudes teologales: que hacen referencia a Dios y son sus dones: fe, esperanza y caridad.
  • Virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza
En torno a estas cuatro grandes virtudes se agrupan todo el enorme elenco de valores humanos que embellecen a cada persona: alegría, amabilidad, afabilidad, simpatía, empatía, comunicabilidad, buen humor, valentía, sinceridad, autenticidad, veracidad, paciencia, laboriosidad, pureza, sobriedad, generosidad, magnanimidad y un muy largo y atractivo etc.
No en vano el hombre es imagen y semejanza de Dios y, por tanto, su alma tiene la semilla de toda la bondad y belleza divina.
El cristiano en esta carrera por adquirir valores juega con ventaja porque cuenta con la ayuda de la gracia de Dios para combatir los defectos y adquirir virtudes. En principio, por tanto, el cristiano coherente, el que lucha por la santidad, debería ser líder en su entorno familiar, profesional y social, por los valores que deben enriquecer su personalidad.
El verdadero terreno de juego del cristiano no es la parroquia, sino la calle, la vida real. A la parroquia va a buscar la ayuda y la gracia necesaria para cristianizar lo cotidiano y su entorno inmediato. Esa es la actitud de ¨salir¨ de la que nos habla el Papa Francisco. Se podría decir que no tenemos que ¨salir¨ porque ya estábamos fuera, intentando ser ¨sal y luz¨.
Desde que se levanta hasta que se acuesta, un cristiano tiene un panorama enorme para enriquecer su persona y embellecer su entorno. Casi sin darse cuenta tiene la oportunidad de desplegar el arsenal de valores a aplicar en cada uno de las pequeñas acciones y decisiones que se toman cada día.
  • Levantarse puntualmente es la primera victoria contra la pereza, darle gracias a Dios por el nuevo día que nos regala y ofrecerle esa página en blanco que hay que rellenar, adoptar una actitud optimista ante el panorama que se presenta de problemas económicos y profesionales o de trabajo rutinario poco atractivo, ser afable y cordial en esos primeros momentos del día, con sueño, los desayunos, los uniformes, las mochilas, las prisas por salir a tiempo para llegar al trabajo y a los colegios.
  • El tráfico y los tapones son una ocasión excepcional de ejercitar la paciencia y la amabilidad. Aceptar con buena cara el comentario crítico del jefe porque has llegado con retraso o por algo que quedó pendiente ayer, la sonrisa amable ante los comentarios del compañero cargante o inoportuno, el comentario crítico o chistoso que se te ocurre y te aguantas para no ofender y molestar. Pedirle ayuda a Dios porque tienes que hablar con un cliente importante o asistir a una reunión en la que te juegas mucho. Darle gracias cuando las gestiones salen bien. Reaccionar positivamente cuando salen mal.
  • Si no haces eco a una murmuración contra un colega, un amigo, un familiar o un vecino, estás viviendo la justicia.
  • Y si comes algo que no te gusta sin quejarte, si tomas una copa de menos en lugar de una copa de más, estás viviendo la sobriedad, dentro del grupo de la templanza.
  • Cuando llegas a casa, ya cansado y necesitando, aunque sea solamente quince minutos de respiro y los niños, o los menos niños, no te dejan ni una pista de aterrizaje. Y lo pasas por alto.
  • Y si no puedes ver el programa de tv que te interesaba y “cedes el paso” a otros.
Si todas esas pequeñas batallas, que desgastan, las has vivido con cara alegre y sonriente, es para nota. Si al terminar el día te has comportado así, yo te felicito porque eres un cristiano coherente, esa es la lucha por la santidad, no es de otra manera, te lo aseguro.
Solamente te falta la guinda final: el acabado de la sencillez. Cuando el Papa Francisco dice que no hay que ser héroes, sino hacer actos humildes, seguramente se refiere a eso. La vida de cada día está llena de esos actos humildes, realizados con sencillez, que no destacan, no llaman la atención pero, son un verdadero despliegue de valores humanos.
Así es como se cristianiza la sociedad entera, desde dentro.

Fuente: Javier Ordovás | Aleteia.org

Disfruta tu café


Un grupo de profesionales, todos triunfadores en sus respectivas carreras, se juntó para visitar a su antiguo profesor. Pronto la charla devino en quejas acerca del interminable 'stress' que les producía el trabajo y la vida en general. El profesor les ofreció café, fue a la cocina y pronto regresó con una cafetera grande y una selección de tazas de lo más variada: de porcelana, plástico, vidrio, cristal, unas sencillas y baratas, otras decoradas, unas caras, otras realmente exquisitas... Tranquilamente les dijo que escogieran una taza y se sirvieran un poco del café recién preparado.
Cuando lo hubieron hecho, el viejo maestro se aclaró la garganta y con mucha calma y paciencia se dirigió al grupo: 'Se habrán dado cuenta de que todas las tazas que lucían bonitas se terminaron primero y quedaron pocas de las más sencillas y baratas; lo que es natural, ya que cada quien prefiere lo mejor para sí mismo. Ésa es realmente la causa de muchos de sus problemas relativos al 'stress.' Continuó: 'Les aseguro que la taza no le añadió calidad al café. En verdad la taza solamente disfraza o reviste lo que bebemos.
Lo que ustedes querían era el café, no la taza, pero instintivamente buscaron las mejores. Después se pusieron a mirar las tazas de los demás. Ahora piensen en esto: La vida es el café. Los trabajos, el dinero, la posición social, etc. son meras tazas, que le dan forma y soporte a la vida y el tipo de taza que tengamos no define ni cambia realmente la calidad de vida que llevemos.
A menudo, por concentrarnos sólo en la taza dejamos de disfrutar el café. ¡Disfruten su café! La gente más feliz no es la que tiene lo mejor de todo sino la que hace lo mejor con lo que tiene.


* Vivan de manera sencilla.
* Tengan paz.
* Amen y actúen generosamente.
* Sean solidarios y solícitos
* Hablen con amabilidad.


El resto déjenselo a Dios. y recuerden que la persona más rica no es la que tiene más sino la que necesita menos...

San Pío de Pietrelcina, 23 de septiembre.

San Pío de Pietrelcina

“Oh Jesús, mi suspiro y mi vida, te pido que hagas de mí un sacerdote santo y una víctima perfecta”, escribió una vez San Pío de Pietrelcina, cuya fiesta se celebra hoy. Su oración fue escuchada y se le concedió el don de los estigmas.
Durante su vida, Dios lo dotó de muchos dones. Como el discernimiento extraordinario que le permitió leer los corazones y las conciencias. Por ello muchos fieles acudían a confesarse con él.
Otros dones fueron el de la profecía para poder anunciar eventos del futuro, las curaciones milagrosas con la oración, la bilocación que le permitió estar en dos lugares al mismo tiempo y el perfume que despedían las llagas de los estigmas.
El P. Pío Nació en Pietrelcina, Italia, el 25 de mayo de 1887. Su nombre era Francisco Forgione y tomó el nombre de Fray Pío de Pietrelcina en honor a San Pío V, cuando recibió el hábito de Franciscano.
A los cinco años se le apareció el Sagrado Corazón de Jesús, quien posó su mano sobre la cabeza del niño. El pequeño, a su vez, prometió a San Francisco que sería un fiel seguidor suyo. Desde entonces su vida quedó marcada y empezó a tener apariciones de la Santísima Virgen.
Prefería pasar el tiempo en oración y el estudio porque entendía el sacrificio que sus padres hacían para que recibiera una buena formación.
A los 15 años decide ingresar a la Orden Franciscana de Morcone y tuvo visiones del Señor en la que se le mostró las luchas que tendría que pasar contra el demonio. “Yo estaré protegiéndote, ayudándote, siempre a tu lado hasta el fin del mundo”, le dijo Jesucristo.
El 10 de agosto de 1910 es ordenado sacerdote. Poco tiempo después le volvieron las fiebres y los dolores que lo aquejaban. Entonces fue enviado a Pietrelcina para que restablezca su salud.
En 1916 visita el Monasterio de San Giovanni Rotondo. El Padre Provincial, al ver que su salud había mejorado, le manda que retorne a ese convento en donde recibió la gracia de los estigmas.
“Era la mañana del 20 de septiembre de 1918. Yo estaba en el coro haciendo la oración de acción de gracias de la Misa… se me apareció Cristo que sangraba por todas partes. De su cuerpo llagado salían rayos de luz que más bien parecían flechas que me herían los pies, las manos y el costado”, describió el P. Pío a su director espiritual.
“Cuando volví en mí, me encontré en el suelo y llagado. Las manos, los pies y el costado me sangraban y me dolían hasta hacerme perder todas las fuerzas para levantarme. Me sentía morir, y hubiera muerto si el Señor no hubiera venido a sostenerme el corazón que sentía palpitar fuertemente en mi pecho. A gatas me arrastré hasta la celda. Me recosté y recé, miré otra vez mis llagas y lloré, elevando himnos de agradecimiento a Dios”, añadió.
Cierto día, una abuelita le llevó a su nieta llamada Gema, que había nacido sin pupilas. El P. Pío la bendijo e hizo la señal de la cruz sobre sus ojos. La niña recuperó la vista, sin necesidad de tener pupilas. Más adelante, Gema entró a la vida religiosa.
El 9 de enero de 1940 animó a sus grandes amigos espirituales a fundar un hospital que se llamaría “Casa Alivio del Sufrimiento”. La cual se inauguró el 5 de mayo de 1956 con la finalidad de curar al enfermo en lo físico y espiritual.
Según fuentes que no se han podido confirmar, San Juan Pablo II siendo un joven sacerdote visitaba al P. Pío para confesarse y en una de esas ocasiones, estando en trance le dijo al futuro Sumo Pontífice: “Vas a ser Papa”.
El P. Pío retorna a la Casa del Padre un 23 de septiembre de 1968 mientras murmuraba: “¡Jesús, María!”.
San Juan Pablo II, durante su canonización el 16 de junio del 2002, dijo de él: “Oración y caridad, esta es una síntesis sumamente concreta de la enseñanza del padre Pío, que hoy vuelve a proponerse a todos”.
Para conocer más de esta gran santo, visite:https://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=285

viernes, 12 de septiembre de 2014

Hoy celebramos el dulce nombre de María.


Desde hace siglos, la Iglesia ha querido hacer énfasis en el nombre de la Virgen, nombre por el cual la invocamos a diario y aquél que el Ángel mencionó cuando le anunció su vocación.

La Madre de Dios fue elegida desde antes de nacer por el Señor para traernos la Salvación. Esta predilección, hizo que Dios quisiera que la Primera Portadora de Cristo tuviera una Concepción Inmaculada, sin pecado original, dentro de una familia santa, y también, que fuera llamada por el más dulce de los nombres.
Ha sido Lucas en su evangelio quien nos ha dicho el nombre de la doncella que va a ser la Madre de Dios: "Y su nombre era María". 
El nombre de María, conocido en arameo como Miriam, tiene tres significados: doncella, señora y princesa. Todos éstos cumple la Santísima Virgen, que permaneciendo doncella concibió a Nuestro Señor por gracia del Espíritu Santo. La Virgen María es Nuestra Señora, y Señora del Universo, siendo coronada como Reina por la Trinidad Santísima. La Madre del Señor, es también princesa, por ser descendiente de la estirpe del rey David, según nos confirma San Juan Damasceno, Padre de la Iglesia, por lo que merece éste y muchos otros títulos.
El nombre de María es sin duda el más dulce de todos los nombres, y esa dulzura es la que hace que se despierte en nosotros un amor filial al invocar a la Hija Predilecta de Dios y Madre de toda la humanidad. Bajo su protección y su ayuda nos acercamos al Señor y a la Salvación. Es ella quien como Madre se enternece por sus hijos y aboga por ellos ante el Padre. El amor de Nuestra Madre, se despierta en nuestro interior cada vez que mencionamos su Dulce Nombre, aquél que el Ángel mencionó cuando le anunció su misión en la tierra: “Dios te salve María, llena eres de gracia…”
El nombre de María está relacionado con el mar pues las tres letras de mar guardan semejanza fonética con María. También tiene relación con "mirra", que proviene de un idioma semita. La mirra es una hierba de África que produce incienso y perfume.

En el Cantar de los Cantares, el esposo visita a la esposa, que le espera con las manos humedecidas por la mirra. "Yo vengo a mi jardín, hermana y novia mía, a recoger el bálsamo y la mirra". "He mezclado la mirra con mis aromas. Me levanté para abrir a mi amado: mis manos gotean perfume de mirra, y mis dedos mirra que fluye por la manilla de la cerradura". Los Magos regalan mirra a María como ofrenda de adoración. "Y entrando a la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron y abriendo sus cofres, le ofrecieron oro, incienso y mirra". La mirra, como María, es el símbolo de la unión de los hombres con Dios, que se hace en el seno de María. Maria es pues, el centro de unión de Dios con los hombres. Los lingüistas y los biblistas desentrañan las raíces de un nombre tan hermoso como María, que ya llevaba la hermana de Moisés, y muy común en Israel. Y que para los filólogos significa hermosa, señora, princesa, excelsa, calificativos todos bellos y sugerentes.
En la Historia de la Salvación es Dios quien impone o cambia el nombre a los personajes a quienes destina a una misión importante. A Simón, Jesús le dice: "Tú te llamas Simón. En adelante te llamarás Kefá, Pedro, piedra, roca, porque sobre esta roca edificaré mi Iglesia". María venía al mundo con la misión más alta, ser Madre de Dios, y, sin embargo, no le cambia el nombre. Se llamará, simplemente, MARIA, el nombre que tenía, y cumple todos esos significados, pues como Reina y Señora la llamarán todas las generaciones. María, joven, mujer, virgen, ciudadana de su pueblo, esposa y madre, esclava del Señor. Dulce mujer que recibe a su niño en las condiciones más pobres, pero que con su calor lo envuelve en pañales y lo acuna. María valiente que no teme huir a Egipto para salvar a su hijo. Compañera del camino, firme en interceder ante su hijo cuando ve el apuro de los novios en Caná, mujer fuerte con el corazón traspasado por la espada del dolor de la Cruz de su Hijo y recibiendo en sus brazos su Cuerpo muerto. Sostén de la Iglesia en sus primeros pasos con su maternidad abierta a toda la humanidad. María, humana. María, decidida y generosa. María, fiel y amiga. María fuerte y confiada. María, Inmaculada, Madre, Estrella de la Evangelización.

Publicado por: BCGR. 

lunes, 8 de septiembre de 2014

Una hermosa historia de amor


¡Feliz Cumpleaños María!


LA NATIVIDAD DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
8 DE SEPTIEMBRE


La Virgen María fue la Madre de Jesús y, con este hecho, se cumplieron las Escrituras y todo lo dicho por los profetas. Dios escogió a esta mujer para ser la Madre de su Hijo. Con ella se aproximó la hora de la salvación. Por esta razón la Iglesia celebra esta fiesta con alabanzas y acciones de gracias.

Un poco de historia

El nacimiento de la Virgen María tuvo privilegios únicos. Ella vino al mundo sin pecado original. María, la elegida para ser Madre de Dios, era pura, santa, con todas las gracias más preciosas. Tenía la gracia santificante, desde su concepción. 

Después del pecado original de Adán y Eva, Dios había prometido enviar al mundo a otra mujer cuya descendencia aplastaría la cabeza de la serpiente. Al nacer la Virgen María comenzó a cumplirse la promesa. 

La vida de la Virgen María nos enseña a alabar a Dios por las gracias que le otorgó y por las bendiciones que por Ella derramó sobre el mundo. Podemos encomendar nuestras necesidades a Ella. 

La fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María se comenzó a celebrar oficialmente con el Papa San Sergio (687-701 d.C.) al establecer que se celebraran en Roma cuaro fiestas en honor de Nuestra Señora: la Anunciación, la Asunción, la Natividad y la Purificación. 

Se desconoce el lugar donde nació la Virgen María. Algunos dicen que nació en Nazaret, pero otros opinan que nació en Jerusalén, en el barrio vecino a la piscina de Betesda. Ahí, ahora, hay una cripta en la iglesia de Santa Ana que se venera como el lugar en el que nació la Madre de Dios. 

Algo que no debes olvidar

María vino al mundo sin pecado original y con la gracia santificante.
La Virgen María fue escogida para ser la Madre de Dios.
La Virgen María fue pura y santa.
Al nacer la Virgen María se cumplió la promesa de Dios de que mandaría al mundo a una mujer de la que nacería el Salvador para liberarnos del pecado.

Cómo vivir la fiesta en familia 

Llevar flores a la Virgen en alguna capilla, en señal de que la amamos y dando gracias a Dios por haberla creado y escogido para esa gran misión.

Pedir a la Santísima Virgen María, para que nos consiga la gracia que más necesitemos en este momento de nuestra vida, como familia.

Oración

María, en este día que festejamos tu nacimiento, te pido que me ayudes a estar siempre cerca de ti y de tu Hijo Jesús.

lunes, 1 de septiembre de 2014

¿Por qué Septiembre es el mes de La Biblia?



Tanto evangélicos como católicos han establecido el mes de Septiembre como mes de la Biblia cada uno con sus razones:

Para los católicos es el mes de la Biblia porque el 30 de septiembre es el día de San Jerónimo, el hombre que dedicó su vida al estudio y a la traducción de la Biblia al latín. Nació en Dalmacia, cerca del año 340 y murió en Belén el 30 de septiembre de 420. San Jerónimo tradujo la Biblia del griego y el hebreo al latín. La traducción al latín de la Biblia hecha por San Jerónimo, llamada la Vulgata (de vulgata editio, 'edición para el pueblo'), ha sido hasta la promulgación de la Neovulgata en 1979, el texto bíblico oficial de la Iglesia católica romana.

Los evangélicos, celebran el mes de la Biblia porque el 26 de septiembre de 1569 se terminó de imprimir la primera Biblia traducida al español por Casiodoro de Reina llamada "Biblia del Oso". Se llamaba así porque la tapa de esta Biblia tenía un oso comiendo miel desde un panal. Esta traducción, que posteriormente fue revisada por Cipriano de Valera, dio origen a la famosa versión "Reina Valera".

La intención es que durante este mes, en todas las comunidades cristianas, se desarrollen algunas actividades que nos permitan acercarnos mejor y con más provecho a la Palabra de Dios.

Propuestas para escuchar la Palabra.
1. La lectura diaria de los textos bíblicos litúrgicos es una excelente ayuda para profundizar en la Palabra de Dios. De esta manera nos unimos a toda la Iglesia que ora al Padre meditando los mismos textos. También nos acostumbramos a una lectura continuada de la Biblia, donde los textos están relacionados y lo que leemos hoy se continua con lo de mañana. La lectura diaria de los textos (para lo cual Liturgia Cotidiana es una excelente herramienta) constituye una "puerta segura" para escuchar a Dios que nos habla en la Biblia.

2. - ¿Has leído alguna vez un evangelio entero "de corrido"? Es muy interesante descubrir la trama de la vida de Jesús escrita por cada evangelista. Muchos detalles y relaciones entre los textos que cada evangelista utiliza quedan al descubierto cuando uno hace una lectura continuada. Este mes es propicio para ofrecerle a Dios este esfuerzo. Te recomendamos la lectura del evangelio de Marcos. No es muy largo, en unas horas se puede leer. Al ser el primero de los sinópticos, los otros (Mateo y Lucas) lo siguen en el esquema general. Por lo tanto es una muy buena "puerta de entrada" al mensaje de Jesús.

3. Otra posibilidad para poner en práctica este mes (y tal vez iniciar un hábito necesario y constructivo) es la oración con los salmos. Los mismos recogen la oración del pueblo de Dios a lo largo de casi mil años de caminata del pueblo de Israel. Nos acercan la voz del pueblo que ora con fe, y la palabra de Dios, que nos señala esta manera de orar para acercarnos y escuchar sus enseñanzas. En los salmos podemos encontrar una inmensa fuente de inspiración para la oración. Hay salmos que nos hablan de la alegría, de las dificultades y conflictos, de la esperanza, del abatimiento, del dolor, de la liberación y la justicia, de la creación, de la misma Palabra de Dios (salmo 118, el más largo de todos). Aprender a rezar con los Salmos es una "puerta siempre abierta" para el encuentro con el Dios de la Vida.

4. La lectura orante de la Palabra, realizada en comunidad, nos pone en sintonía con la voluntad de Dios. Es un ejercicio clave para el crecimiento en la fe. La fuerza de la comunidad nos alienta para encontrar en los textos la fuerza del Espíritu. Todos aprendemos juntos y nos enriquecemos con el aporte de cada uno. Existen muchos métodos de lectura orante. Simplificando al máximo podemos decir que los siguientes cuatro pasos son los más comunes:
  1. Lectura 
  2. Meditación 
  3. Oración 
  4. Compromiso 

La lectura orante siempre desemboca en un desafío para vivir. La Palabra de Dios nos desafía a seguir los pasos de Jesús y cambiar nuestra vida. 
La lectura orante, practicada en comunidad, es una "puerta-espejo" que nos interpela y nos ayuda a discernir cómo vivir y practicar su Palabra en nuestros días.

De la Encíclica Fides et ratio. Capítulo V. N´55 (parcial).

"Tampoco faltan rebrotes peligrosos de fideísmo, que no acepta la importancia del conocimiento racional y de la reflexión filosófica para la inteligencia de la fe y, más aún, para la posibilidad misma de creer en Dios. Una expresión de esta tendencia fideísta difundida hoy es el « biblicismo », que tiende a hacer de la lectura de la Sagrada Escritura o de su exégesis el único punto de referencia para la verdad. Sucede así que se identifica la palabra de Dios solamente con la Sagrada Escritura, vaciando así de sentido la doctrina de la Iglesia confirmada expresamente por el Concilio Ecuménico Vaticano II. 

La Constitución Dei Verbum, después de recordar que la palabra de Dios está presente tanto en los textos sagrados como en la Tradición, afirma claramente: «La Tradición y la Escritura constituyen el depósito sagrado de la palabra de Dios, confiado a la Iglesia. Fiel a dicho depósito, el pueblo cristiano entero, unido a sus pastores, persevera siempre en la doctrina apostólica». La Sagrada Escritura, por tanto, no es solamente punto de referencia para la Iglesia. En efecto, la «suprema norma de su fe» proviene de la unidad que el Espíritu ha puesto entre la Sagrada Tradición, la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia en una reciprocidad tal que los tres no pueden subsistir de forma independiente.

No hay que infravalorar, además, el peligro de la aplicación de una sola metodología para llegar a la verdad de la Sagrada Escritura, olvidando la necesidad de una exégesis más amplia que permita comprender, junto con toda la Iglesia, el sentido pleno de los textos. Cuantos se dedican al estudio de las Sagradas Escrituras deben tener siempre presente que las diversas metodologías hermenéuticas se apoyan en una determinada concepción filosófica. Por ello, es preciso analizarla con discernimiento antes de aplicarla a los textos sagrados."

Juan Pablo II. 
Fides et ratio
14 de Setiembre de 1998

Para finalizar, los católicos durante el mes de septiembre debemos dedicarlo a iniciar el conocimiento y divulgación de los textos bíblicos, ya que quien se llame cristiano tendría que conocer la historia de la salvación y la Palabra de Dios, interpretadas auténtica y fielmente por el Magisterio de la Iglesia. 

La Biblia, para todas las denominaciones cristianas, contiene la Revelación y es, como todo libro sagrado, la fuente del conocimiento y el compromiso de vida en lo referente a la fe. Cada año, la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana, la Iglesia Ortodoxa e Iglesias Evangélicas celebrarán el Mes de la Biblia. Cada comunidad celebrará el mes con énfasis de acuerdo a su historia y tradición. 

La Iglesia Católica Romana recordando a San Jerónimo, (a quien conmemoramos el 30 de septiembre), traductor de la Vulgata, la Biblia en lengua latina; la Ortodoxa haciendo memoria que fue en idioma griego que se escribieron los Santos Evangelios y los demás libros del Nuevo Testamento y las Iglesias Evangélicas conmemorando la publicación, el 26 de septiembre de 1569, de la primera traducción de los Textos Bíblicos a la lengua española, traducción realizada por Casiodoro de Reina y conocida como la “Biblia del Oso” ya que en su portada estaba representado dicho animal. 

Muy pocos saben que esta Biblia, pese a ser fruto del trabajo de un activo protestante contenía todos los textos propios de la Biblia Vulgata latina de San Jerónimo, mencionada al inicio, que es el texto oficial de la Biblia para toda la iglesia católica romana.

Algo de historia.
La palabra Biblia se origina, a través del latín, en la expresión griega τα βιβλία τα ἅγια (ta biblía ta haguia; los libros sagrados), acuñada por vez primera en I Macabeos 12:9, siendo βιβλία plural de βιβλίον (biblíon, ´papiro´ o ´rollo´, usado también para ´libro´). Se cree que este nombre nació como diminutivo del nombre de la ciudad de Biblos (Βύβλος), importante mercado de papiros de la antigüedad.

Esta frase fue empleada por los hebreos helenizados (aquellos que habitaban en ciudades de habla griega) mucho tiempo antes del nacimiento de Jesús de Nazaret para referirse al Tanaj o Antiguo Testamento. Muchos años después empezó a ser utilizada por los cristianos para referirse al conjunto de libros que forman el Antiguo Testamento así como los Evangelios y las cartas apostólicas, es decir, el Nuevo Testamento. Para ese entonces ya era común utilizar las dos primeras palabras de la frase, τα βιβλία, a manera de título.

Ya como título, y habiendo perdido el artículo τα, se empezó a utilizar en latín como biblia sacra (los libros sagrados) y de ahí fue transmitido a las demás lenguas.

La Biblia es una compilación de textos que en un principio eran documentos separados (llamados "libros"), escritos primero en hebreo, arameo y griego durante un dilatado periodo de tiempo y después reunidos para formar el Tanaj (Antiguo Testamento para los cristianos) y luego el Nuevo Testamento. Ambos testamentos forman la Biblia cristiana. En sí la Biblia fue escrita a lo largo de aproximadamente 1000 años (900 a. C. - 100 d. C.). Los textos más antiguos se encuentran en el Libro de los Jueces ("Canto de Débora") y en el Pentateuco, que son datadas en la época de los dos reinos (siglos X a VIII a. C.). El libro completo más antiguo, el de Oseas es también de la misma época. 

El canon católico romano de la Biblia que conocemos hoy fue sancionado por primera vez en el Concilio de Hipona en el año 393 de nuestra era, por la Iglesia Católica. Dicho canon de 73 libros (46 pertenecientes al llamado Antiguo Testamento, incluyendo 7 libros llamados actualmente Deuterocanónicos -Tobías, Judit, I Macabeos, II Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico y Baruc- y 27 al Nuevo Testamento) fue confirmado en el Sínodo de Roma en el año 380, y ratificado en el Concilio de Cartago en el año 397, y luego nuevamente confirmado por decreto en la cuarta sesión del Concilio de Trento del 8 de abril de 1546. 


Versiones castellanas de la Biblia Católica.

Vienen éstas de la traducción hecha por San Jerónimo (Dalmacia, Yugoeslavia, 342-420) al latín, versión oficial de la Iglesia por casi 15 siglos. El primer intento estuvo a cargo de la corte del Rey Alfonso X, El Sabio, en 1280, conocida como la Biblia Alfonsina; en 1430, el Gran Maestre de la orden de Calatrava, Don Luis de Guzmán, patrocina a Mosé Arragel para realizar otra traducción, conocida como la Biblia de Alba.


En 1944 se publica la llamada de Nácar-Colunga, publicada por la Biblioteca de Autores Cristianos que no usa la traducción de la Vulgata como fuente si no usa los originales. 
La Biblia de Jerusalén aparece en 1967, también basada en los textos originales. La primera edición de la Biblia latinoamericana, con el lenguaje propio de la región, es editada por primera vez en 2001. En el año 2005 se presentó, tras 33 años de trabajo, la Biblia de Navarra, para hacerla se tomaron como fuente los textos originales en hebreo, arameo y griego.