lunes, 21 de julio de 2008

Pensando en la vida eterna


Transcribo un párrafo del libro: “Una vida con propósito” de Rick Warren:

“Dios no es tan solo el punto de partida en tu vida, sino la fuente de ella. Debes ir a la Palabra de Dios, no a la sabiduría del mundo para descubrir el propósito de tu vida. Necesitas fundamentar tu existencia en las verdades eternas y no en la psicología de moda, la motivación del éxito o en testimonios emotivos”.

Es como si estuviera naciendo o abriendo de nuevo los ojos.

Es la sensación de ya haber visto la película y ver cómo las personas que no lo han hecho, la están viendo y yo, conociendo el final, quiero contarlo… es como cuando “descubriste” algún regalo sorpresa que tiene una persona muy querida preparado para ti y estás ansioso porque llegue el día que te lo entregue. Conoces qué te van a dar, y te sientes feliz por saberlo, por lo que el regalo es, pero sobretodo por la persona que te lo da.

Todo pasa a segundo término, a segundo plano. Las cosas que me preocupaban y afanaban ya no causan en mí, la mínima preocupación, o mejor dicho: hacen que me ocupe en realizarlas de la mejor manera, manteniendo mí vista en la eternidad.

Ya no estoy distraída, estoy enfocando mi mirada en la de Dios y sé que el mantiene desde antes que yo naciera la suya en la mía.

Se que Dios trabaja en mi alma, y que ha estado conmigo. Siento que estoy “recogiendo” todos los trozos tirados, “retomándome” por completo. Y que Dios se encarga, lo mejor de todo, es que Dios me lleva. Lo mejor de todo es que el ejercicio recurrente del “abandono en el Señor”, se torna en mi, como un buen hábito, y las dificultades que yo tenía, por ser siempre quien llevaba el control, quien organiza y planea las cosas, quien lo piensa todo y analiza antes de decir o hacer, han pasado al “fondo del cajón”, ya no es tan importante, lo que yo piense, crea o juzgue como lo apropiado; ahora, he aprendido y estoy disfrutando vivir en la riqueza que da el ser humilde ante El, en vivir bajo la gracia de Su amor y la sombra de sus alas.

Como lo dice el salmo 91: “El que habita al abrigo del Altísimo morará a la sombra del Omnipotente. Diré yo al SEÑOR: Refugio mío y fortaleza mía, mi Dios, en quien confío”.

Las oportunidades que he tenido y que sigo teniendo son muchas, y pienso que tengo que vivirlas plenamente y con la mayor alegría, como nos enseñan los santos.

“Es en Cristo que sabemos quiénes somos y para qué vivimos. Mucho antes que oyéramos de Cristo, Él nos vio y nos diseñó para una vida gloriosa, parte de su propósito general en el que trabaja en todo y para todos” (Efesios 1:11)

Todo surgió, tan sólo de decirle al Señor, “Estoy cansada, quiero que te hagas cargo. Quiero que seas tu quien dirija mi vida. Quiero que me muestres tu voluntad y me hagas disfrutar todo lo que me has dado”. Después, El se hizo cargo, han sido un cúmulo de experiencias, se me ha mostrado en las personas más cercanas, se ha valido de mis amigos, de mi familia para abrirme los ojos. Bastó que yo quisiera ponerme en Sus manos. Y que me abriera a Su gracia.

Dios SI escucha. Lo hace siempre. Dios no se muda, Dios siempre nos amará. El meollo de todo está, en abandonarnos en sus brazos, El hace el resto.

- Maria Isabel Román G.

jueves, 17 de julio de 2008

¿ Para que simular ?


"Me ha mostrado el Señor, lo que es bueno y lo que pide el de mi, hacer justicia, misericordia y ser humilde ante el" ... así dice un canto de la colección "Quiero Alabarte", inspirado a su vez en la cita biblica de Miqueas 6:8. Vino a mi mente al leer esta reflexión que me llego de la página de renuevo de plenitud, se los comparto deseando que Dios este llenando su vida de amor en estos días de verano, de descanso para unos, días en los que "suelta" uno el cuerpo y la responsabilidad, pero Dios no se muda, siempre esta y siempre quiere nuestro amor y nuestra autenticidad. Que tengan una bonita semana.

Hace mucho tiempo, un emperador convocó a todos los solteros del reino pues era tiempo de buscar pareja a su hija. Todos los jóvenes asistieron y el rey les dijo: "Os voy a dar una semilla diferente a cada uno de vosotros, al cabo de seis meses deberán traerme en una maceta la planta que haya crecido, y la planta más bella ganará la mano de mi hija, y por ende el reino". Así se hizo, pero entre ellos hubo un joven que plantó su semilla y no esta nunca llegó germinar. Mientras tanto, todos los demás participantes del singular torneo no paraban de hablar y de mostrar las hermosas plantas y flores que iban apareciendo en sus macetas.

Llegaron los seis meses y todos los jóvenes desfilaban hacia el castillo con hermosísimas y exóticas plantas. Nuestro héroe estaba demasiado triste pues su semilla nunca llegó a dar señales de vida, por lo que ni siquiera quería presentarse en el palacio. Sin embargo, sus amigos y familiares lo animaron e insistieron tanto que tomando valor decidió culminar el torneo mostrando con sinceridad el fruto de su semilla a lo largo de ese tiempo.

Todos los jóvenes hablaban de sus plantas, y al ver a nuestro amigo soltaron en risa y burla. Fue en ese momento cuando el alboroto fue interrumpido por el ingreso del rey. Todos hicieron su respectiva reverencia mientras el soberano se paseaba entre todas las macetas admirando los resultados.

Finalizada la inspección hizo llamar a su hija, y llamó de entre todos al joven que llevó su maceta vacía. Atónitos, todos esperaban la explicación de aquella acción. El rey dijo entonces: "Este es el nuevo heredero del trono y se casará con mi hija, pues a todos ustedes se les dió una semilla infértil, y todos trataron de engañarme plantando otras plantas, pero este joven tuvo el valor de presentarse y mostrar su maceta vacía, siendo sincero, real y valiente, cualidades que un futuro rey debe tener y que mi hija merece".

Cuando nos acerquemos al Señor mostrémonos tal como somos. De todos modos, Él ya nos conoce. ¿Para qué simular?

Marcos 4:22 "Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado, ni secreto que no haya de descubrirse."

www.RenuevoDePlenitud.com.

domingo, 6 de julio de 2008

Aquí y Ahora


En estos últimos días he estado pensando mucho en el futuro. Creo que es una parte importante el hacer planes, evaluar cómo voy hasta ahora en mi vida espiritual, en la manera de relacionarme con mi familia y amigos, en mi trabajo, qué tan bien estoy haciendo uso de todo lo que Dios me ha concedido. Hasta aquí me va muy bien. Luego me pongo a pensar en todo lo que no he hecho, los planes que no cumplido, los sueños que aún no he alcanzado... lo que me falta. Y entonces me queda esa triste inquietud de que el tiempo se me va, que aún me queda mucho por hacer, que no he alcanzado todo lo que me he propuesto, que ya voy atrasada, que no hecho suficiente.

Quisiera decir que tengo un plan maestro a seguir con todas sus etapas claramente definidas, que sé exactamente dónde estoy y para donde voy, pero no es cierto. Y aunque hago los cosas de acuerdo a cómo creo es mejor, estoy empezando a creer que en realidad nadie tiene la completa certeza de estar tomando las mejores decisiones en todo momento. Porque no hay garantías. Nadie sabe si ese futuro llegará. Las personas fallan, se enferman, los amigos se van, los niños crecen, los padres se mueren. A mí también me sucede. La vida es así. Pero también los amigos se reencuentran, las relaciones se restauran, los niños se convierten en jóvenes y nuestros padres en verdad nunca se van, se quedan en nosotros. Y lo único que tengo en mis manos, por decirlo así, es este momento, el aquí y ahora, para disfrutarlo, para vivirlo, para dar lo mejor de mí, para darme cuenta de lo mucho que he crecido y que en verdad tengo tantas cosas de qué estar agradecida: buena salud, un buen trabajo, una buena relación con mis hermanos, amigos entrañables con los que puedo contar tanto cerca como lejos, la herencia de cariño de mi madre, el regalo de la fe que me da esperanza y me alienta. Y aunque aún me falten muchas metas por cumplir y sueños qué alcanzar, mi única seguridad es saber que Dios siempre está, que El me mostrará el camino a su tiempo y también me dará la gracia para seguir viviendo de la mejor manera, con los recursos que tengo ahora. Un paso a la vez.

Además, creo que sería muy aburrido si supiera exactamente qué es lo que va a pasar en mi vida desde ahora. Viéndole bien, muchas de las bendiciones que he recibido no estuvieron planeadas, simplemente se dieron por estar en el lugar correcto, en el momento apropiado, porque sí... como dar clases en una lengua extranjera, descubrir amigos maravillosos tan diferentes a mí como el día de la noche, bailar en una celebración litúrgica, participar en pequeñas obras de teatro, ser guía de turistas... De cuántas cosas me hubiera perdido si lo que vivo se limitara solamente a lo que yo puedo imaginar o planear!

Si bien creo en eso de que "Uno pone y Dios dispone", también es cierto que uno solo puede hacer lo que puede hacer. Y eso es suficiente. Lo demás vendrá después y está en Sus Manos. No se me ocurre mejor lugar en donde estar.

Que Dios nos muestre el camino y nosotros tengamos la capacidad de verlo y la fortaleza para seguirlo.
- Martha Miranda