miércoles, 28 de diciembre de 2011

HOMILÍA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI

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SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR
Basílica a 24 de diciembre de 2011

Queridos hermanos y hermanas,

La lectura que acabamos de escuchar, tomada de la Carta de san Pablo Apóstol a Tito, comienza solemnemente con la palabra apparuit, que también encontramos en la lectura de la Misa de la aurora: apparuit – ha aparecido. Esta es una palabra programática, con la cual la Iglesia quiere expresar de manera sintética la esencia de la Navidad. Antes, los hombres habían hablado y creado imágenes humanas de Dios de muchas maneras. Dios mismo había hablado a los hombres de diferentes modos (cf. Hb 1,1: Lectura de la Misa del día). Pero ahora ha sucedido algo más: Él ha aparecido. Se ha mostrado. Ha salido de la luz inaccesible en la que habita. Él mismo ha venido entre nosotros. Para la Iglesia antigua, esta era la gran alegría de la Navidad: Dios se ha manifestado. Ya no es sólo una idea, algo que se ha de intuir a partir de las palabras. Él «ha aparecido». Pero ahora nos preguntamos: ¿Cómo ha aparecido? ¿Quién es él realmente? La lectura de la Misa de la aurora dice a este respecto: «Ha aparecido la bondad de Dios y su amor al hombre» (Tt 3,4). Para los hombres de la época precristiana, que ante los horrores y las contradicciones del mundo temían que Dios no fuera bueno del todo, sino que podría ser sin duda también cruel y arbitrario, esto era una verdadera «epifanía», la gran luz que se nos ha aparecido: Dios es pura bondad. Y también hoy, quienes ya no son capaces de reconocer a Dios en la fe se preguntan si el último poder que funda y sostiene el mundo es verdaderamente bueno, o si acaso el mal es tan potente y originario como el bien y lo bello, que en algunos momentos luminosos encontramos en nuestro cosmos. «Ha aparecido la bondad de Dios y su amor al hombre»: ésta es una nueva y consoladora certidumbre que se nos da en Navidad.
En las tres misas de Navidad, la liturgia cita un pasaje del libro del profeta Isaías, que describe más concretamente aún la epifanía que se produjo en Navidad: «Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado: lleva al hombro el principado, y es su nombre: Maravilla de Consejero, Dios fuerte, Padre perpetuo, Príncipe de la paz. Para dilatar el principado con una paz sin límites» (Is 9,5s). No sabemos si el profeta pensaba con esta palabra en algún niño nacido en su época. Pero parece imposible. Este es el único texto en el Antiguo Testamento en el que se dice de un niño, de un ser humano, que su nombre será Dios fuerte, Padre para siempre. Nos encontramos ante una visión que va, mucho más allá del momento histórico, hacia algo misterioso que pertenece al futuro. Un niño, en toda su debilidad, es Dios poderoso. Un niño, en toda su indigencia y dependencia, es Padre perpetuo. Y la paz será «sin límites». El profeta se había referido antes a esto hablando de «una luz grande» y, a propósito de la paz venidera, había dicho que la vara del opresor, la bota que pisa con estrépito y la túnica empapada de sangre serían pasto del fuego (cf. Is 9,1.3-4).
Dios se ha manifestado. Lo ha hecho como niño. Precisamente así se contrapone a toda violencia y lleva un mensaje que es paz. En este momento en que el mundo está constantemente amenazado por la violencia en muchos lugares y de diversas maneras; en el que siempre hay de nuevo varas del opresor y túnicas ensangrentadas, clamemos al Señor: Tú, el Dios poderoso, has venido como niño y te has mostrado a nosotros como el que nos ama y mediante el cual el amor vencerá. Y nos has hecho comprender que, junto a ti, debemos ser constructores de paz. Amamos tu ser niño, tu no-violencia, pero sufrimos porque la violencia continúa en el mundo, y por eso también te rogamos: Demuestra tu poder, ¡oh Dios! En este nuestro tiempo, en este mundo nuestro, haz que las varas del opresor, las túnicas llenas de sangre y las botas estrepitosas de los soldados sean arrojadas al fuego, de manera que tu paz venza en este mundo nuestro.
La Navidad es Epifanía: la manifestación de Dios y de su gran luz en un niño que ha nacido para nosotros. Nacido en un establo en Belén, no en los palacios de los reyes. Cuando Francisco de Asís celebró la Navidad en Greccio, en 1223, con un buey y una mula y un pesebre con paja, se hizo visible una nueva dimensión del misterio de la Navidad. Francisco de Asís llamó a la Navidad «la fiesta de las fiestas» – más que todas las demás solemnidades – y la celebró con «inefable fervor» (2 Celano, 199: Fonti Francescane, 787). Besaba con gran devoción las imágenes del Niño Jesús y balbuceaba palabras de dulzura como hacen los niños, nos dice Tomás de Celano (ibíd.). Para la Iglesia antigua, la fiesta de las fiestas era la Pascua: en la resurrección, Cristo había abatido las puertas de la muerte y, de este modo, había cambiado radicalmente el mundo: había creado para el hombre un lugar en Dios mismo. Pues bien, Francisco no ha cambiado, no ha querido cambiar esta jerarquía objetiva de las fiestas, la estructura interna de la fe con su centro en el misterio pascual. Sin embargo, por él y por su manera de creer, ha sucedido algo nuevo: Francisco ha descubierto la humanidad de Jesús con una profundidad completamente nueva. Este ser hombre por parte de Dios se le hizo del todo evidente en el momento en que el Hijo de Dios, nacido de la Virgen María, fue envuelto en pañales y acostado en un pesebre. La resurrección presupone la encarnación. El Hijo de Dios como niño, como un verdadero hijo de hombre, es lo que conmovió profundamente el corazón del Santo de Asís, transformando la fe en amor. «Ha aparecido la bondad de Dios y su amor al hombre»: esta frase de san Pablo adquiría así una hondura del todo nueva. En el niño en el establo de Belén, se puede, por decirlo así, tocar a Dios y acariciarlo. De este modo, el año litúrgico ha recibido un segundo centro en una fiesta que es, ante todo, una fiesta del corazón.
Todo eso no tiene nada de sensiblería. Precisamente en la nueva experiencia de la realidad de la humanidad de Jesús se revela el gran misterio de la fe. Francisco amaba a Jesús, al niño, porque en este ser niño se le hizo clara la humildad de Dios. Dios se ha hecho pobre. Su Hijo ha nacido en la pobreza del establo. En el niño Jesús, Dios se ha hecho dependiente, necesitado del amor de personas humanas, a las que ahora puede pedir su amor, nuestro amor. La Navidad se ha convertido hoy en una fiesta de los comercios, cuyas luces destellantes esconden el misterio de la humildad de Dios, que nos invita a la humildad y a la sencillez. Roguemos al Señor que nos ayude a atravesar con la mirada las fachadas deslumbrantes de este tiempo hasta encontrar detrás de ellas al niño en el establo de Belén, para descubrir así la verdadera alegría y la verdadera luz.
Francisco hacía celebrar la santa Eucaristía sobre el pesebre que estaba entre el buey y la mula (cf. 1 Celano, 85: Fonti, 469). Posteriormente, sobre este pesebre se construyó un altar para que, allí dónde un tiempo los animales comían paja, los hombres pudieran ahora recibir, para la salvación del alma y del cuerpo, la carne del Cordero inmaculado, Jesucristo, como relata Celano (cf. 1 Celano, 87: Fonti, 471). En la Noche santa de Greccio, Francisco cantaba personalmente en cuanto diácono con voz sonora el Evangelio de Navidad. Gracias a los espléndidos cantos navideños de los frailes, la celebración parecía toda una explosión de alegría (cf. 1 Celano, 85 y 86: Fonti, 469 y 470). Precisamente el encuentro con la humildad de Dios se transformaba en alegría: su bondad crea la verdadera fiesta.
Quien quiere entrar hoy en la iglesia de la Natividad de Jesús, en Belén, descubre que el portal, que un tiempo tenía cinco metros y medio de altura, y por el que los emperadores y los califas entraban al edificio, ha sido en gran parte tapiado. Ha quedado solamente una pequeña abertura de un metro y medio. La intención fue probablemente proteger mejor la iglesia contra eventuales asaltos pero, sobre todo, evitar que se entrara a caballo en la casa de Dios. Quien desea entrar en el lugar del nacimiento de Jesús, tiene que inclinarse. Me parece que en eso se manifiesta una cercanía más profunda, de la cual queremos dejarnos conmover en esta Noche santa: si queremos encontrar al Dios que ha aparecido como niño, hemos de apearnos del caballo de nuestra razón «ilustrada». Debemos deponer nuestras falsas certezas, nuestra soberbia intelectual, que nos impide percibir la proximidad de Dios. Hemos de seguir el camino interior de san Francisco: el camino hacia esa extrema sencillez exterior e interior que hace al corazón capaz de ver. Debemos bajarnos, ir espiritualmente a pie, por decirlo así, para poder entrar por el portal de la fe y encontrar a Dios, que es diferente de nuestros prejuicios y nuestras opiniones: el Dios que se oculta en la humildad de un niño recién nacido. Celebremos así la liturgia de esta Noche santa y renunciemos a la obsesión por lo que es material, mensurable y tangible. Dejemos que nos haga sencillos ese Dios que se manifiesta al corazón que se ha hecho sencillo. Y pidamos también en esta hora ante todo por cuantos tienen que vivir la Navidad en la pobreza, en el dolor, en la condición de emigrantes, para que aparezca ante ellos un rayo de la bondad de Dios; para que les llegue a ellos y a nosotros esa bondad que Dios, con el nacimiento de su Hijo en el establo, ha querido traer al mundo. Amén




domingo, 25 de diciembre de 2011

Pregón de Navidad.


Calenda
Les anunciamos, hermanos, una buena noticia,
una gran alegría para todo el pueblo;
escúchenla con corazón gozoso:
Habían pasado miles y miles de años
desde que, al principio, Dios creó el cielo y la tierra
y, asignándoles un progreso continuo a través de los tiempos,
quiso que las aguas produjeran un pulular de vivientes
y pájaros que volaran sobre la tierra.
Miles y miles de años,
desde el momento en que
Dios quiso que apareciera en la tierra el hombre,
hecho a su imagen y semejanza,
para que dominara las maravillas del mundo
y, al contemplar la grandeza de la creación,
alabara en todo momento al Creador.
Miles y miles de años,
durante los cuales los pensamientos del hombre,
inclinados siempre al mal,
llenaron el mundo de pecado hasta tal punto
que Dios decidió purificarlo,
con las aguas torrenciales del diluvio.
Hacía unos 2000 años que Abraham, el padre de nuestra fe,
obediente a la voz de Dios,
se dirigió hacia una tierra desconocida
para dar origen al pueblo elegido.
Hacía unos 1.250 años que Moisés
hizo pasar a pie enjuto por el Mar Rojo
a los hijos de Abraham,
para que aquel pueblo, liberado de la esclavitud del Faraón,
fuera imagen de la familia de los bautizados.
Hacía unos 1.000 años que David, un sencillo pastor
que guardaba los rebaños de su padre Jesé,
fue ungido por el profeta Samuel,
como el gran rey de Israel.
Hacía unos 700 años que Israel,
que había reincidido continuamente en las infidelidades de sus padres
y por no hacer caso de los mensajeros que Dios le enviaba,
fue deportado por los caldeos a Babilonia;
fue entonces, en medio de los sufrimientos del destierro,
cuando aprendió a esperar un Salvador
que lo librara de su esclavitud
y a desear aquel Mesías
que tos profetas le habían anunciado
y que había de instaurar un nuevo orden de paz y de justicia,
de amor y de libertad.
Finalmente, durante la olimpiada 94,
el año 752 de la fundación de Roma,
el año 14 del reinado del emperador Augusto,
cuando en el mundo entero reinaba una Paz universal,
hace  2011 años,
en Belén de Judá, pueblo humilde de Israel,
ocupado entonces por los romanos,
en un pesebre, porque no tenía sitio en la posada,
de María virgen, esposa de José,
de la casa y familia de David,
nació Jesús,
Dios eterno, Hijo del Eterno Padre,
y hombre verdadero,
llamado Mesías y Cristo,
que es el Salvador que los hombres esperaban.
El es la Palabra que ilumina a todo hombre,
por él fueron creadas al principio todas las cosas;
él, que es el camino, la verdad y la vida,
ha acampado, pues, entre nosotros.
Nosotros, los que creemos en él,
nos hemos reunido en esta noche santa,
para celebrar con alegría
la solemnidad de Navidad,
y proclamar nuestra fe en Cristo, Salvador del mundo.
Hermanos, alégrense
Hagan fiesta y celebremos la mejor noticia
de toda la historia de la humanidad.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

San Juan de la Cruz




Su verdadero nombre era Juan de Yepes y nació el 24 de junio de 1542 en Fontiveros, pequeño pueblo abulense perteneciente a Castilla y León, una comunidad autónoma de España.

Murió su padre cuando Juan tenía seis años; a los nueve años, se trasladó con su madre al abulense pueblo de Medina del Campo, en donde a los 17 años, ingresa en un colegio de jesuitas para estudiar humanidades.

El año 1563 toma los hábitos de la orden religiosa Carmelita, adoptando el nuevo nombre de fray Juan de san Matías; al año siguiente se traslada a Salamanca para cursar estudios de teología en su célebre universidad. En el año 1567 es ordenado sacerdote, y adopta el nuevo y definitivo nombre de Juan de la Cruz. Su ilustre paisana de Ávila, Teresa de Jesús, trabó gran amistad con él y le integró en el movimiento de la reforma carmelita que ella había iniciado.

En 1568 Juan de la Cruz fundó el primer convento de Carmelitas Descalzos, los cuales practicaban a ultranza la contemplación y la austeridad. Unos años después, 1577, sus intentos reformistas de las órdenes monásticas, le llevaron a sufrir 9 meses de dura prisión en un convento de Toledo, acusado de apóstata. De su cautiverio en aquella cárcel-convento de Toledo, nace la composición de su obra cumbre: "Cántico espiritual". En otras poesías se puede llegar a entrever en lenguaje subliminal, el relato que hace de su astuta y sorprendente huida en la madrugada del 15 de agosto de 1578, estando la fortaleza sobre un peligroso acantilado sobre el Tajo profundo que ciñe a Toledo.

Para huir de la prisión conventual toledana, contó con las influencias que ejerció su paisana Teresa de Jesús, ante la duquesa de Alba. Con su huida dio en refugiarse en un convento de Jaén y continuó con la reforma carmelitana, fundando varios conventos por Andalucía.

En esta región llegó a ser nombrado Vicario Provincial de la orden de Carmelitas Descalzos; pero el buen Juan siguió con su obstinación de la reforma, lo que le llevó a enfrentamientos con la jerarquía religiosa y a sufrir nueva prisión en el convento de la Peñuela, en plena Sierra Morena, en donde culminó la escritura de sus principales obras literarias.

Cuando por fin es excarcelado y se dispone a cumplir con el traslado que se le impone a América, el 14 de diciembre de 1591, muere a la edad de 49 años. 135 años después, es elevado a la categoría de santo, por la iglesia católica.

* * *

La obra poética de san Juan de la Cruz está inspirada en un profundo sentimiento religioso. A decir de algunos de sus biógrafos, su poesía en general tiene un estilo similar al bíblico "Cantar de los cantares" atribuido a Salomón. Nuestro poeta era un gran conocedor de la Biblia y de la filosofía aristotélica y platónica; también su obra nos trae aromas de las Églogas del poeta toledano Garcilaso de la Vega, muy impregnadas de un cultismo italianizante.

El estilo poético que imprime a su célebre "Cántico" (que algunos denominan "Cántico espiritual"), tiene un gran ritmo y musicalidad; compuesto a base de liras -estrofa ideada por Garcilaso- en las que mezcla y alterna versos heptasílabos y endecasílabos.

Toda la obra de san Juan de la Cruz está impregnada de un gran misticismo simbolista; también rezuma un típico estilo de la poesía bucólica y pastoril.

Hay quien afirma que su obra poética está cargada de una encriptada sensualidad e incluso de cierto erotismo. Son parecidas apreciaciones a las que algunos estudiosos creen adivinar en los textos bíblicos ya mencionados.

Sus obras en verso, además del Cántico ya citado y descrito, son: "Noche oscura"; "Llama de amor viva"; y un conjunto de poemas menores entre los que destaca "El pastorcico".

lunes, 12 de diciembre de 2011

Oración a Nuestra Señora de Guadalupe

Virgen María de Guadalupe,
Madre del verdadero Dios por quien se vive.
En San Juan Diego, el más pequeño de tus hijos,
Tú dices hoy a los pueblos de América Latina:
‘¿No estoy yo aquí que soy tu Madre?
¿No estás bajo mi sombra?
¿No estás por ventura en mi regazo?’
 

Por eso nosotros con profundo agradecimiento
reconocemos a través de los siglos
todas las muestras de tu amor maternal,
tu constante auxilio, compasión y defensa
de los moradores de nuestras tierras,
de los pobres y sencillos de corazón.
 

Con esta certeza filial,
acudimos a ti, para pedirte,
que así como ayer vuelvas a darnos a tu Divino Hijo,
porque sólo en el encuentro con Él
se renueva la existencia personal
y se abre el camino para la edificación de una
sociedad justa y fraterna.
 

A ti, ‘Misionera Celeste del Nuevo Mundo’,
que eres el rostro mestizo de América
y luminosamente manifiestas su identidad, unidad y originalidad,
confiamos el destino de nuestros Pueblos.
 

A ti, Pedagoga del Evangelio de Cristo,
Estrella de la Nueva Evangelización,
consagramos la labor misionera
del Pueblo de Dios peregrino en América Latina.
¡Oh Dulce Señora!,
¡Oh Madre Nuestra!,
¡Oh siempre Virgen María!
¡Tu presencia nos hace hermanos!
 

Acoge con amor esta súplica de tus hijos
y bendice esta amada tierra tuya
con los dones de la reconciliación y la paz.


Amén.

PONTIFICIA COMISIÓN PARA AMÉRICA LATINA
 

martes, 6 de diciembre de 2011

Caminando por al adviento hacia la navidad.


A lo largo de este nuevo año litúrgico los cristianos iremos leyendo los domingos el evangelio de Marcos. Su
pequeño escrito arranca con este título: «Comienza la Buena Noticia deJesucristo, Hijo de Dios». Estas palabras nos permiten evocar algo delo que encontraremos en su relato.
 
Con Jesús «comienza» algo nuevo. Es lo primero que quiere dejar claroMarcos. Todo lo anterior pertenece al pasado. Jesús es el comienzo dealgo nuevo e inconfundible. En el relato, Jesús dirá que "el tiempo se ha cumplido". Con él llega la Buena Noticia de Dios.
 
Esto es lo que están experimentando los primeros cristianos. Quien seencuentra vitalmente con Jesús y penetra un poco en su misterio, sabeque empieza una vida nueva, algo que nunca había experimentado anteriormente.
 
Lo que encuentran en Jesús es una «Buena Noticia». Algo nuevo y bueno.La palabra «Evangelio» que emplea Marcos es muy frecuente entre los primeros seguidores de Jesús y expresa lo que sienten al encontrarse con él. Una sensación de liberación, alegría, seguridad y desaparición de miedos. En Jesús se encuentran con "la salvación de Dios".
 
Cuando alguien descubre en Jesús al Dios amigo del ser humano, el Padre de todos los pueblos, el defensor de los últimos, la esperanza de los perdidos, sabe que no encontrará una noticia mejor. Cuando conoce el proyecto de Jesús de trabajar por un mundo más humano, digno y dichoso, sabe que no podrá dedicarse a nada más grande.
 
Esta Buena Noticia es Jesús mismo, el protagonista del relato que va a escribir Marcos. Por eso, su intención primera no es ofrecernos doctrina sobre Jesús ni aportarnos información biográfica sobre él, sino seducirnos para que nos abramos a la Buena Noticia que sólo podremos encontrar en él.
 
Marcos le atribuye a Jesús dos títulos: uno típicamente judío, el otro más universal. Sin embargo reserva a los lectores alguna sorpresa.
 
Jesús es el «Mesías» al que los judíos esperaban como liberador de su pueblo. Pero un Mesías muy diferente del líder guerrero que muchos anhelaban para destruir a los romanos. En su relato, Jesús es descrito como enviado por Dios para humanizar la vida y encauzar la historia hacia su salvación. Es la primera sorpresa.
 
Jesús es «Hijo de Dios», pero no dotado del poder y la gloria que algunos hubieran imaginado. Un Hijo de Dios profundamente humano, tan humano que sólo Dios puede ser así. Sólo cuando termina su vida de servicio a todos, ejecutado en una cruz, un centurión romano confiesa: "Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios". Es la segunda sorpresa.
 
Fuente: Eclesalia Informativo. (Por cortesía de Rosaura Sc).

viernes, 25 de noviembre de 2011

ADVIENTO: CAMINO DE ESPERA Y ESPERANZA.



Se aproxima el adviento. Se le puede poner muchos adjetivos. Primero es “camino”, es decir, movimiento, dinamismo, no estancamiento, no rutina, no inercia. Son palabras que todos los años nos proponemos, pero nos cuesta cumplir. Ese camino que hacemos andando tenemos que hacerlo juntos: acompañados por el hermano, pero con la meta en él, es decir, en Dios.

Flaco favor le hacemos a los demás y a nosotros mismos si nuestro adviento se reduce a la celebración litúrgica. Se quedaría en algo externo, superficial, en el sacrificio, evocando las palabras del profeta Oseas: misericordia quiero, no sacrificio (Os 6, 6)

Si recordamos las palabras de Jesús en el último domingo del tiempo ordinario (cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis), el amor al prójimo es exactamente igual al amor de Dios. Por tanto, lo que no hagamos por los necesitados, por los que sufren, por los perseguidos, por los oprimidos, no lo hacemos por Dios. Esas palabras tan radicales nos urgen a que el camino del adviento lo recorramos, lo vivamos de forma activa. Con el hermano en el centro (luego con Dios en el centro).
Esas palabras de Mateo son nuestro mapa para el camino; nuestro bastón será el amor de Dios, que damos a los demás.

¿Qué esperamos en este adviento? ¿Qué debemos esperar? Esperamos al Dios hecho hombre, al Dios como nosotros, al Dios sufriente, al Dios cercano, al Dios que es amor.

Para ese acontecimiento tan trascendental en nuestra vida no solo debemos prepararnos en este adviento sino que toda nuestra vida debe ser un viaje de preparación. Pero con la suficiente madurez como para no poner como excusa ese viaje. Para no escudarnos en una eterna preparación. Un viaje es un medio, no un fin. El fin es la llegada, la meta, donde nos esperan paisajes maravillosos, experiencias maravillosas, personas maravillosas. ¿Cómo nos preparamos? No solo litúrgicamente sino estando al lado del que sufre. Estando al lado del necesitado estaremos al lado de Dios, preparados para lo que nos pida, para lo que necesite de nosotros.

Igual que el camino del adviento es un camino activo, la espera también tiene que serlo. Es decir, una espera con esperanza. Si nuestro mapa es el evangelio y nuestro bastón el amor de Dios, nuestra ropa para ese camino es la esperanza. Una ropa maravillosa que Mateo compara con los lirios del campo. ¿A qué si no se refiere el evangelista? ¿Qué es ese mandato de no preocuparse de nada sino tener esperanza?

Esperanza no solo en un paraíso futuro en el que no haya lágrimas ni llantos. La esperanza evangélica es en el prójimo, en el hombre.
Esperanza en que este mundo (formado por hombres) es posible que sea mejor. Esperanza en que nuestra participación en este mundo va a ser fructífera, duradera y merecedora de nuestro esfuerzo.

La esperanza teórica no sirve para nada. La esperanza tiene que adaptarse a nuestro cuerpo, ser cómoda, tenemos que estar cómodos con ella, tiene que ser duradera, de calidad.

Con estas vestiduras, dignas del mismísimo Apocalipsis, con estos ingredientes, estaremos preparados para el viaje de nuestra vida. Una vida a ser vivida en común, compartiendo bienes, amores, generosidades, alegrías, sufrimientos,… Una vida compartida y vivida con el otro, con el otro como centro, con Dios en el centro.

Fuente: ECLESALIA. (Por cortesía de Rosalva).

lunes, 31 de octubre de 2011

Algo para pensar y orar esta semana

Este otoño, en el hemisferio norte, trae el misterio de dejar que la vida se adormezca, junto con la esperanza de su despertar en primavera. Es un tiempo de belleza solemne, con sus cambiantes colores, la caída suave de las hojas y la desnudez de los árboles. El ritmo de la vida cambia, y sabemos que nos esperan tiempos exigentes. Pero el asomo de los brotes, unos junto a otros, nos dan la esperanzas de la calidez y la vida renovada, en poco tiempo más.

El mes de noviembre convoca a multitudes a recordar a sus seres queridos fallecidos, en distintos ritos y símbolos. El Día de Todos los Santos evoca manifestaciones de amor y sentimiento, ya sea a través de la participación en la Eucaristía o en nuestra oración personal. La visita a los cementerios puede ser un importante evento pastoral. ¿Por qué es popular? Porque es una expresión de la riqueza de la comunidad Cristiana. Las familias y los amigos se reúnen, expresando su cariño por aquellos y aquellas que amaban. Entre todos se ayudan a mejorar la presentación de las tumbas, a traer flores, a encender cirios y a compartir liturgias y oraciones. Las tumbas son bendecidas con agua bendita; luego se vuelve a casa y se comparte una mesa y varios recuerdos que nos traen lágrimas y risas. Todo esto es comunidad cristiana.

Estos actos de recuerdo de los que se han ido, nos corresponden, pues somos espíritus encarnados, y deseamos seguir unidos a parientes y amigos con los que hemos compartido nuestras vidas, con sus alegrías y sus penas. No están más lejos de nosotros que Dios, y Dios está cercano. Lo humano y lo divino unen sus manos a través del vacío que es la muerte, y la nostalgia que sentimos por nuestra reunión final, nos trae una misteriosa paz a nuestros corazones. Todo estará bien cuando Dios así lo quiera.

Fuente: http://www.espaciosagrado.com
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sábado, 29 de octubre de 2011

Seamos Congruentes con lo que Creemos

Un muchacho que se marchaba a estudiar a la ciudad, al despedirse de su madre recibió de ella este consejo:
- Hijo mío, te suceda lo que te suceda, no mientas nunca.

La madre dió a su hijo setenta monedas de plata y se las cosió en el forro de la chaqueta. El hijo prometió seguir sus consejos y se fue.

Durante el viaje, apareció una banda de salteadores que se le acercaron y le dijeron:
- Danos tu dinero. ¿Cuánto traes?
El muchacho respondió:
- Tengo setenta monedas de plata.
- ¿Dónde están?
- Están cosidas en el forro de mi chaqueta.
Los ladrones rasgaron el forro de la chaqueta del muchacho, cogieron el dinero y se lo repartieron entre ellos. Uno, intrigado por un robo tan fácil, comentó con el muchacho:
- Nunca nos ha sido tan fácil asaltar a nadie. ¿ Por qué dijiste donde tenías el dinero? Si no nos hubieses dicho nada, tal vez no lo habríamos encontrado.
Al oír esto, respondió el muchacho:
- Cuando salí de casa prometí a mi madre que nunca diría una mentira y estoy cumpliendo mi promesa.

Uno de los ladrones dijo:
- Yo prometí a mi madre que no robaría jamás y nunca he cumplido mi promesa...
Entonces, decidió devolver al muchacho su parte del dinero. Los otros siguieron también su ejemplo, y el muchacho recuperó sus monedas de plata.

Un ejemplo vale más que mil palabras.


Tomado de "Para que mi familia se transforme", de María Salette, Wilma Ruggeri y Jota Lima
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miércoles, 26 de octubre de 2011

La delicadeza no tiene precio


Una niña huérfana, que había sido criada con mucho cariño por su hermana mayor, quiso hacerle un regalo el día de su cumpleaños para mostrarle su gratitud. Para ello, reunió todo el dinero que tenía en su bolsa y se fue a una joyería. Encontró un bonito collar de perlas azules y, como era ése el color preferido de su hermana, preguntó al dueño de la tienda cuánto costaba.
El propietario sabía que el collar era caro y supuso que la niña no tenía dinero suficiente para pagarlo. Le preguntó:
-¿Cuánto dinero tienes en tu bolsita?
La niña dió al hombre todas sus monedas, diciendo:
- Esto es todo lo que tengo, señor... Creo que no es suficiente para comprar el collar.
-Sí que es suficiente, porque eso es precisamente lo que cuesta el collar - dijo el hombre sonriendo.

La niña salió de la tienda dando saltos de felicidad con el paquete en la mano. No podía creer que había comprado aquel collar. El día del cumpleaños de su hermana le dió el regalo con mucho orgullo.
Al abrir el paquete, la hermana se sintió muy feliz, pero cuando se puso a imaginar el precio del collar, pensó que la niña no habría tenido suficiente dinero para comprarlo. Esperó al día siguiente para ir a la joyería y aclarar el hecho. Cuando llegó a la tienda, mostró el collar al propietario y le preguntó:
- ¿Este collar fue comprado aquí?
- Sí, - respondió el hombre.
- ¿Y cuánto costó¡
- ¡Ah!, eso no puedo decírselo, pues es un secreto que tengo con mi cliente.
Y la joven siguió indagando.
-Estoy segura de que mi hermana no tenía el dinero suficiente para comprarlo, porque solo tenía algunas monedas en la bolsa y se ve enseguida que este collar es muy caro.
- Escúcheme, su hermana pagó el precio más alto que se puede pagar por este collar: ella me dió todo lo que tenía. Y para mí, eso es más que suficiente.

En ese momento comprendió la joven el valor del collar.

- Para que mi familia se transforme
María Salette, Wilma Ruggery y Jota Lima
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lunes, 10 de octubre de 2011

Mi amigo de antes

Una vez tenía yo un amigo, y cierto día,
de este amigo mío
recibí una puñalada por la espalda.
Muchos trataron de consolarme,
algunos se ofrecieron para curar mi herida.
Yo dije que no.
Sólo me dediqué a esperar...
Y esperé... y esperé...
Y el tiempo pasó.
Y algunos todavía después de mucho tiempo,
con crudeza seguían crucificando
a mi amigo,
y me seguían ofreciendo
sanar mis heridas,
y yo me seguía negando,
y seguí esperando...
Cuando ya fui casi un anciano,
una noche golpearon a mi puerta...
Atendí y encontré parado
a aquel amigo de entonces.
No me dijo una palabra,
sólo me ofreció su mano.
Yo se la acepté
y mágicamente, en segundos,
todo volvió a ser como antes.
Algunos me preguntaron:
¿cómo lo perdonaste?
¿acaso no tienes dignidad?
Yo sonreí y solo les dije:
Si de verdad en algún momento
fuimos amigos, yo "debía" esperarlo.
Por el contrario,
si nunca hubiera regresado,
eso sería simplemente porque jamás
hubo amistad entre nosotros,
y en ese caso, a nuestra edad,
¿qué sentido tendría empañar
la hermosa memoria de aquellos
viejos tiempos?  Amén.

-Walter Edgardo Eckart
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miércoles, 28 de septiembre de 2011

¿Imposible?

Un programa en el Discovery Channel trataba sobre "el imposible vuelo del abejorro". Un especialista en aerodinamismo decía que era imposible, desde la estructura corporal del abejorro, que éste pudiera volar: tiene una masa corporal demasiado grande para soportarla unas alas tan diminutas. Habría que hacerle una correcciones en su diseño estructural para que siquiera pueda sostenerse en el aire por unos cuantos segundos: reducir  su abdomen en un 40% de su tamaño; agrandar sus alas en un 100%; quitarle la vellosidad que lo caracteriza para que no oponga resistencia al aire. Aún con estos cambios - decía el especialista - será un volador muy torpe y no podrá sostenerse mucho tiempo en el aire. Sin embargo, allí estaba ese bicho negro, desproporcionado y peludo volando plácidamente contra toda la ley de la aerodinámica. Por fortuna él no ve Discovery Channel.

Tenemos el poder de decidir lo que creemos y esperamos de nosotros mismos. No permitamos que nos pongan limitaciones sobre lo que podremos llegar a ser. Me entristece encontrarme con gente que se considera torpe, o bruta, o mala, porque eso fue lo que escucharon constantemente de los labios de sus propios padres. ¡Alto! ¡No más! Aprendamos del abejorro: nadie se eleva mas allá de sus propias expectativas. Si esperas poco de ti mismo, darás poco. Si piensas en grande, alcanzarás grandezas. Ya lo decía Nuestro Señor Jesucristo: "que se haga de acuerdo a tu fe".
No le cortes las alas a tus seres queridos... si les enseñas a soñar, volarán muy alto y ¡quién sabe cuál será la próxima flor que visiten!

- Oraciones y Meditaciones que liberan
   Palabra Ediciones
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viernes, 23 de septiembre de 2011


 Un hombre de oración y sufrimiento.

Martirologio Romano: San Pío de Pietrelcina (Francisco) Forgione, presbítero de la Orden de Hermanos Menores Capuchinos, que en el convento de San Giovanni Rotondo, en Apulia, se dedicó a la dirección espiritual de los fieles y a la reconciliación de los penitentes, mostrando una atención particular hacia los pobres y necesitados, terminando en este día su peregrinación terrena y configurándose con Cristo crucificado (1968).
"Siempre humíllense amorosamente ante Dios y ante los hombres. Porque Dios le habla a aquellos que son verdaderamente humildes de corazón, y los enriquece con grandes dones."

San Giovanni Rotondo, Italia.
En un convento de la Hermandad de los Capuchinos, en la ladera del monte Gargano, vivió por muchísimos años el que probablemente fuera el Sacerdote Místico más destacado del siglo XX, a punto actualmente de ser declarado Santo por el Vaticano. El Padre Pío, nacido en Pietrelcina en 1887, fue un hombre rico en manifestaciones de su santidad. Enorme cantidad de milagros rodearon su vida, testimoniados por miles de personas que durante décadas concurrieron allí a confesarse. Sus Misas, a decir de los concurrentes, recordaban en forma vívida el Sacrificio y Muerte del Señor a través de la entrega con que el Padre Pío celebraba cada Eucaristía.

Es notable su carisma de bilocación: la capacidad de estar presente en dos lugares al mismo tiempo, a miles de kilómetros de distancia muchas veces. El Padre Pío raramente abandonó San Giovanni Rotondo; sin embargo se lo ha visto y testimoniado curando almas y cuerpos en diversos lugares del mundo en distintas épocas. También tenía el don de ver las almas: confesarse con el Padre Pío era desnudarse ante Dios, ya que él decía los pecados y relataba las conciencias a sus sorprendidos feligreses (a veces con gran dureza y enojo, ya que tenía un fuerte carácter, especialmente cuando se ofendía seriamente a Dios). Tenía también el don de la sanación (a través de sus manos Jesús curó a muchísima gente, tanto física como espiritualmente) y el don de la profecía (anticipó hechos que luego se cumplieron al pie de la letra).

Vivió rodeado de la Presencia de Jesús y María, pero también de Santos y Angeles, y de almas que buscaban su oración, para subir desde el Purgatorio al Cielo. Pero su gracia más grande radicó, sin duda alguna, en sus estigmas: en 1918 recibe las cinco Llagas de Cristo en sus manos, en sus pies y en su costado izquierdo. Estas llagas sangraron toda su vida, aproximadamente una taza de té por día, hasta su muerte ocurrida en 1968. Múltiples estudios médicos y científicos se realizaron sobre sus Estigmas, no encontrándose nunca explicación alguna a su presencia u origen.

Su sangre y cuerpo emanaban un aroma celestial, a flores diversas, que acariciaba no solo a los asistentes a sus Misas, sino también a quienes se encontraban con él en otras ciudades del mundo, a través de sus dones de bilocación. Vivió sufriendo ataques del demonio, tanto físicos como espirituales, que se multiplicaron a medida que las conversiones y la fe crecían a su alrededor.

En diciembre de 2001 el Vaticano emite el decreto que aprueba los milagros necesarios para canonizar a nuestro héroe, San Pío de Pietrelcina y fué canonizado el 16 de julio de 2002.

Vivimos en un mundo que niega lo sobrenatural, se aferra a lo material y a todo lo que pueda ser explicado a través de la razón, o percibido por los sentidos. Sin embargo, Dios prescinde de nuestra razón y de nuestros sentidos, a la hora de someternos a las pruebas de nuestra fe. De cuando en cuando nos prodiga con regalos del mundo sobrenatural, a través del testimonio y el acceso a la divinidad de los seres Celestiales. El Padre Pío es una puerta abierta a Cristo, a María, a los ángeles y los santos. Es también un testimonio de la pequeñez del ser humano y una invitación a creer y dejar de buscar explicación a los hechos de la Divina Providencia (la voluntad de Dios), sino simplemente a unir nuestra voluntad a la de Dios, y ser lisa y llanamente su instrumento, como el Padre Pío lo fue.

La vida entera del Padre Pío no puede ser explicada a través de la razón o la lógica humana. La fe y fuerza del Santo del Gargano dan por tierra con todas las escuelas filosóficas terrenales, dejando una sola salida a todo intento de crecimiento del hombre: el encuentro con el Dios eterno, el que nos mira desde lo alto y nos pide, por medio de Su infinita Misericordia, que nos entreguemos simplemente a Su Voluntad. La negación de nuestro yo (la muerte de nuestro ego), se constituye en la principal meta de nuestra evolución, porque SÓLO DIOS ES!

Debemos negarnos a nosotros mismos y vivir para y por Él. El Padre Pío vivió en la más absoluta humildad y negación de sí mismo, y miren los prodigios que Jesús hizo a través suyo!