miércoles, 31 de agosto de 2011

Lectura espiritual del poema "Nada te turbe"


"Dios no ha de forzar nuestra voluntad; toma lo que le damos; mas no se da a sí del todo, hasta que nos damos del todo". (Santa Teresa de Jesús)



Padre Tomás Álvarez. O.C.D.




Parece casi superfluo hacer la presentación del poema de la Santa. ¿Quién no lo conoce? Lo hemos leído de letra suya, más o menos imitada. Lo hemos cantado musitando su música sedante. Tantas veces hemos repetido sus versos en grupos de oración, haciendo espacio al silencio de todos. En momentos difíciles se lo hemos insinuado al amigo: mira que todo se pasa! Nada te turbe, decía Santa Teresa. Que Dios está por encima de todo... 

Lo reproducimos, para leerlo pausadamente y desgranar uno a uno la espiga de sus versos:
 

Nada turbe, 
Nada te espante, 
todo se pasa,
 
Dios no se muda;
la paciencia
 
todo lo alcanza;
 
quien a Dios tiene
 
nada le falta:
Sólo Dios basta.
Eleva tu pensamiento, 
al cielo sube,
 
por nada te acongojes,
 
nada te turbe.
A Jesucristo sigue 
con pecho grande,
 
y, venga lo que venga,
 
nada te espante.
¿Ves la gloria del mundo? 
Es gloria vana;
 
nada tiene de estable,
 
todo se pasa.
Aspira a lo celeste,
que siempre dura;
fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.
Ámala cual merece 
bondad inmensa;
 
pero no hay amor fino
 
sin la paciencia.
Confianza y fe viva 
mantenga el alma,
 
que quien cree y espera
 
todo lo alcanza.
Del infierno acosado 
aunque se viere,
 
burlará sus furores
 
quien a Dios tiene.
Vénganle desamparos, 
cruces, desgracias;
 
siendo Dios tu tesoro
 
nada te falta.
Id, pues, bienes del mundo; 
id dichas vanas;
 
aunque todo lo pierda,
 
sólo Dios basta
¿Cómo leer el poema? ¿Es -como se ha dicho- un salmo teresiano?
En tal caso ¿cómo entenderlo y apropiárnoslo? ¿Es un salmo sapiencial, de corte "gnómico", como pretenden los entendidos? ¿O es un salmo íntimo, como ciertos poemas del salterio bíblico, que invitan a la propia alma a prorrumpir en determinados sentimientos? Por ejemplo, "Alaba, alma mía al Señor, y todo mi ser a su santo nombre". 

Si es un breve salmo sapiencial, hay que leerlo dejándole flecharnos el alma con el dardo de cada verso, cargado de resonancias, que desde cada sentencia nos devuelven a las sendas de la propia vida, sendas a veces tortuosas, a veces encrespadas o espinadas.
 

Si, en cambio, es un salmo íntimo, nos introduce en el alma de la autora, que se va diciendo a sí misma: "Teresa, que nada te turbe"...
 

Sí, son dos lecturas posibles, o dos ensayos de escucha ante la melodía de cada verso. Personalmente, prefiero la segunda. El "nada te turbe" es un requiebro en soledad. Teresa escribe su poema a solas. Como hacen siempre o casi siempre los poetas líricos y los místicos. Cierto que ella no compone esos versos como un billete de envío para convertirlos en misiva espiritual para alguno de sus amigos. Los compone como una vivencia más, o como simple latido del alma.
 

En primer lugar, Teresa no suele tutear a sus amigos. Ni siquiera a su hermana Juana o a su sobrina Teresita. Basta leer las cartas que les dirige. A Teresita, por ejemplo: "...hija mía, mucho me holgué con su carta y de que le den contento las mías..." A Teresa la tutea la voz interior: "Teresa, no hayas miedo"; "no te metas en eso!"; "diles que si podrán por ventura atarme las manos"; "¿en fríos te detienes?" "¡Ahora, Teresa ten fuerte!" Pero en ese diálogo, ella es la destinataria del tuteo. La tutea su Señor, como en la Biblia.
 

Ella, en cambio, sólo se tutea hablando consigo misma. Mejor dicho, ella tutea a la Teresa profunda, la de su interior: "¡tú, alma mía, por qué estás triste!" "O vida, vida, ¿cómo puedes sustentarte estando ausente de tu Vida? En tanta soledad, en qué te empleas, qué haces..." "Oh ánima mía, deja hacerse la voluntad de tu Dios. Eso te conviene" etc. Así en las Exclamaciones. y en Vida: "Paréceme fuera bien, oh ánima mía, que miraras el peligro de que el Señor te había librado..." (5,11).
 

Notémoslo bien. Teresa es capaz de ese extraño desdoblamiento de personalidad que le permite hablar con el tú de sí misma. Exactamente con su tú interior. Ella tiene densa interioridad. Hablando del "castillo de su alma", ¿no dijo ella que se parecía a un castillo entablado de moradas? Está convencida de que, en esa densidad del alma, le es posible enviar mensajes (o clamores) desde las moradas superficiales hasta la morada central del castillo. Porque el tú más identificado con ella reside ahí en lo hondo. Pues... ahí en lo hondo, se despliega su poema: "Teresa, que nada te turbe..."
 

Aparte esa clave literaria o estilística, hay todavía otra razón puramente espiritual, para proponer la lectura del poema como un murmullo de intimidad. A Teresa le han pasado ya tantas cosas en la vida. En su drama interior le ha ocurrido una tremenda, que la ha llenado de sobresalto. Fue el encuentro repentino con una Presencia interior que la traspasa y la desborda. Esa Presencia novedosa la desconcierta de tal suerte, que de pronto en su interior surge una voz capaz de sedar todo el oleaje. La voz interior le dice: "no hayas miedo, Teresa". Refrendado por el tremendo "Yo soy" de la Biblia. Exactamente estas tres palabras: "No hayas miedo, hija /que Yo soy / y no te desampararé" (Vida. 25,18)
 

Ese "no hayas miedo, hija", ¿no sería el punto de arranque de su inspiración poética y mística? En el libro de la Vida, Teresa lo comenta así "Paréceme que, según estaba (yo), eran menester muchas horas para persuadirme a que me sosegase, y que no bastare nadie. Heme aquí con solas estas palabras sosegada, con fortaleza, con ánimo, con seguridad, con una quietud y luz, que en un punto vi mi alma hecha otra... ¡Oh, qué buen Dios!" (ib).
 

Pues bien. Sabemos que los auténticos poemas líricos, una vez creados, se hacen autónomos, tienen vida propia, alejados de la voluntad del autor que los compuso. Y que por eso, son polivalentes o polisémicos. Cada lector puede escucharlos libremente: o como una voz en que Teresa excepcionalmente lo tutea: "a ti, lector, ¡que nada te turbe!"... O mientras lee, puede sentirse convocado a ese misterioso ámbito en que a la autora le suceden cosas y cosas..., y él la escucha diciéndose a sí misma: "Teresa, ¡que nada te turbe! que "Yo soy" está contigo!" Como ese "yo soy" estaba con Moisés.

No lo olvidemos. Teresa es una contemplativa. Se nutre de palabra bíblica. A través de sus meditaciones, tantas palabras bíblicas se le han quedado prendidas de las cuerdas del arpa interior.
 

En nuestro poema, lo cierto es que cada verso resulta ser un anillo de empalme con palabras bíblicas que ella ha pasado tantas veces desde el libro a los ojos, y desde los ojos al alma.
 

Nosotros, lectores de su poema, podemos rastrear el eco de esas vibraciones. Sin pretensiones de erudita búsqueda literaria. Sino como prolongaciones de onda en la vivencia espiritual de Teresa orante o de Teresa poeta.
 

El verso primero, nada te turbe, es claro eco de la palabra de Jesús a los amedrentados discípulos, momentos antes de la Pasión: "que no se turbe vuestro corazón" (Juan 14,1)
 

El verso segundo, nada te espante: no habla de susto sino de asombro. (Basta recordar cualquier otro pasaje teresiano: se le conmovía de gozo el alma, "espantada (=asombrada) de la gran bondad y magnificencia y misericordia de Dios": (Vida, 4,10). También es resonancia del asombro de los discípulos ante los gestos taumatúrgicos de Jesús: "¿eso o s asombra? ¡cómo os admiraréis cuando veáis al Hijo del Hombre subir adonde residía antes!" (Juan 6,63)
 

El verso todo se pasa, que materialmente remite a la consigna del filósofo griego "panta rei=todo pasa", también es eco de la palabra de Pablo: "pasa este mundo" (1Cor. 7,31), o las palabras de Jesús: "cielo y tierra pasarán" (Mt. 34,25), seguidas de la eterna vigencia de la palabra de Jesús ("mis palabras no pasarán"), que da paso a la sentencia del verso siguiente.
 

Dios no se muda. Sí, el Señor y su verdad permanecen para siempre (Salmo 116, 2). Para Teresa, la fidelidad de Dios en la amistad ("él es amigo verdadero") contrasta con la versatilidad de las amistades humanas: "Vos sois el amigo verdadero... Todas las cosas faltan. Vos, Señor de todas ellas, nunca faltáis..., que ya tengo experiencia de la ganancia con que sacáis a quien sólo en Vos confía" (Vida, 25,17). Es un anticipo del verso último del poema.
 

La paciencia / todo lo alcanza. Se lo decía Jesús a los discípulos anunciándoles las persecuciones: "con vuestra paciencia poseeréis vuestra aloma, vuestra vida" (Lc. 21,19).
 

El verso final: ¡sólo Dios Basta!. Es la palabra lema de los contemplativos. Es el "sólo Dios" de San Bernardo o del hermano Rafael. "Solas con Él solo", será el lema teresiano para las jóvenes pioneras del Carmelo de San José.
Los tres absolutos del poema.
Los tres absolutos del poema son éstos: 

- nada, nada , nada
 
- todo, todo
 
- sólo Dios!
 

Tres nadas, dos todos, un único sólo Dios.
 

Es posible que la dosis balsámica y sedante que desde el poema impregna al lector se deba a la cadencia de los dos versos finales, con su asonancia en a-a: "nada le falta / sólo Dios basta." Asonancia suavemente introducida en versos anteriores: todo se pasa / todo lo alcanza.
 

Pero, sin duda, más fuerte que esa cadencia musical es lo medular y absoluto del mensaje que nos llega a través del poema, con su alternancia de todos / nadas / sólo Dios. Tres veces nada, nada, nada. Dos veces el todo, todo: "todo se pasa / todo lo alcanza" Y una vez sola, pero cerrando el poema en el verso final: "¡sólo Dios!" y punto. O "sólo Dios" y basta. Si el poema era un sedante psicológico, por encima de la psicología prevalece la teología de la contemplativa y mística que es Teresa.
 

Fuente: Revista “Teresa de Ávila” No. 109

mirg


martes, 23 de agosto de 2011

Mensaje del Rector Mayor al Movimiento Juvenil Salesiano, al iniciar la Jornada Mundial de la Juventud, 2011.



Sí, queridos jóvenes! “Hoy” Dios tiene necesidad de vosotros para “rehacer” el mundo. Todo hombre, toda mujer tiene un sueño por el que vive y del que habla Yo, movido por el Espíritu de Jesús, he cultivado siempre y todavía hoy cultivo mi sueño: un gran movimiento de adultos y jóvenes que sea profecía de este nuevo mundo.

Que todos juntos podemos dar vida a un gran Movimiento salesiano dirigido a ayudar a los jóvenes, sobre todo los más pobres y en dificultad, proyectando el presente y el futuro, apuntando a objetivos importantes para la renovación de nosotros mismos y de los demás, contribuyendo de manera determinante en el cambio del mundo y de la historia. La Familia Salesiana quiere asumir este compromiso como una vocación y una misión especial.

Pido, especialmente, que el Espíritu Santo suscite obreros celosos, creativos, capaces de ir al encuentro de todos esos jóvenes que hoy no llaman ya a la puerta de la Iglesia. Se trata de jóvenes que, en su camino hacia la estrella, querrían encontrar a los magos más que a los escribas de Jerusalén; jóvenes que no nos preguntan todavía qué hay que creer, sino más bien que significa creer. Para todo esto es necesario un verdadero cambio de perspectiva pastoral.

Queridísimos Jóvenes y amadísimos Salesianos, pongamos bajo la mirada materna de María nuestra vida como vocación y nuestra misión educativa. María fue Quien se hizo discípula del Señor, en escucha continua, en el corazón y en la vida, de la Palabra de Dios. Fue Ella la que respondió a la llamada de Dios con la entrega total, valiente y libre, de sí misma: «He aquí la sierva del Señor». De Ella, mujer nueva, maestra de fe y de estupor, la Familia Salesiana aprende a ser discípula del Señor y “Madre”, que, en el amor, engendra y educa a los jóvenes a la entrega generosa de su vida para alcanzar la plenitud .

domingo, 14 de agosto de 2011

15 de Agosto: Asunción de María a los Cielos.



El triunfo de María es también el triunfo de sus hijos. María ha subido al cielo en cuerpo y alma para decirnos que un día estaremos con Ella, de manera semejante. Ahí nos espera; en ninguna otra parte, con los brazos abiertos para abrirnos la puerta de la gloria.

La mujer que podemos definir como Amor vivió en este mundo sólo amando: amando a Dios, a su Hijo Jesús desde que lo llevaba en su seno hasta que lo tuvo en brazos desclavado de la cruz. Amó a su querido esposo san José, y amó a todos y cada uno de sus hijos desde que Jesús la proclamó madre de todos ellos. Desde su asunción a los cielos ha seguido amando durante dos mil años a Dios y a los hombres: Es un amor muy largo y profundo. Y apenas ha comenzado la eternidad de su amor.


Dentro de ese océano de ternura que es el Corazón de María estamos tú y yo para alegrarnos infinitamente. Desde el cielo una Madre nos ama con singular predilección. La fe en este amor debe llenar nuestra vida de alegría, de paz y de esperanza.


Dios adelantó el reloj de la eternidad para que María pudiese inaugurar con su hijo nuestra eternidad. Mientras nosotros esperamos, Ella goza de Dios con su cuerpo inmaculado, el que fue cuna de Jesús durante nueve meses.El cuerpo en el que Dios habitó es digno de todo respeto. Está eternizado en el cielo, incorrupto, feliz como estará un día el nuestro. El cuerpo que vivirá eternamente en el cielo es digno de todo respeto. 


No se debe degradar lo que será tan dignamente tratado. Pasará por la corrupción, pero sólo para resucitar en nueva espiga y nuevo cuerpo inmortal, incorrupto, puro y santo."Voy a prepararos un lugar": Así hablaba Jesús a los apóstoles con emoción contenida. 


Personalmente se encargaría de tener listo ese lugar. Pero sabemos quién le ayudaría cariñosamente a preparar dicho lugar: María Santísima. Ella le ayudó -y de qué manera tan eficaz- en sus primeros pasos a la Iglesia militante. 


Ella sigue ayudando con su amorosa intercesión a la Iglesia purgante y, de manera muy particular, a preparar la definitiva estancia a la Iglesia triunfante.Podremos estar seguros de ver un ramo de flores con una tarjeta y nuestro nombre: Hijo, hija, cuánto me costaste. Pero ya estás aquí. También habrá un crucifijo con esta leyenda: “Te amé y me entregué a la muerte por ti”. Jesús. Habrá un ramo de almendro florido colocado por Jesús de parte de María.El premio de los justos es el cielo, la felicidad eterna. Poco lo pensamos. Mucho lo ponemos en peligro. 


“Alegraos más bien de que vuestros nombres estén escritos en el cielo”. Sabremos entonces por qué decía Jesús estas solemnes palabras, cuando veamos con los ojos extasiados lo que ha preparado Dios a sus hijos. Si les dio su sangre y su vida, ¿no les iba a dar el cielo? Pero aquí andamos distraídos, perdidos, olvidados, comiendo los frutos agraces del pecado que pudre la sangre y envenena el alma. Cuantas veces emprendimos el camino del infierno. Tantas otras una mano cariñosa y firme nos hizo volver al camino del cielo. Pensamos en todo menos en los mejor y lo más hermoso. ¡Pobres ignorantes, ingratos, desconsiderados!El cielo es cielo por Dios y María. Al fin nos encontraremos cara a cara con los dos más grandes amores de nuestra vida. Entonces sabremos lo que es estar locamente enamorados y para siempre de las personas más dignas de ser amadas. Enamorados de Dios, en un éxtasis eterno de amor: amados por el Amor Infinito, la Bondad Infinita. Ahí comprenderemos los misterios del amor aquí muy poco comprendidos. Volveremos a Belén a amar infinitamente, eternamente a aquel Dios hecho niño por nosotros. Volveremos a la fuente de Nazareth donde Jesús llenó el cántaro de María tantas veces. Volveremos al Cenáculo a quedar de rodillas y extasiados ante la institución de la Eucaristía, y comprenderemos las palabras del evangelista Juan: “Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”. Volveremos al Calvario y querremos quedarnos allí mucho, mucho tiempo, siglos para contemplar con el corazón en llamas el amor más grande, la ternura más delicada, y comprenderemos cada uno lo que Pablo decía: “Líbreme Dios de gloriarme en nada si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo”. Pediremos permiso de bajar a la tierra para visitar los Santos lugares no como turistas sino como locamente enamorados.Al cielo subió la Puerta del cielo. Sueño en ese momento en que tocaré a la puerta. Y saldrá a abrirme con los brazos abiertos y una sonrisa celestial María Santísima. Tendré que sostenerme para no morir otra vez, pero de puro gozo al ver sus ojos de cielo, su rostro bellísimo, su amor increíble pero real.María es la mujer más triunfadora. La humilde esclava del Señor ha logrado lo que ninguna mujer famosa ha conseguido. Eligió como meta cumplir la voluntad de Dios; como motivación el amor. 


El Premio: La Asunción los cielos en cuerpo y alma. Así nos enseña de forma contundente la mejor forma de vivir.

Fuente: Catholic.net
BG