jueves, 9 de agosto de 2012

Humildad y Humanidad son palabras que se parecen bastante



El video que les dejo hoy día me parece muy bueno para tocar un aspecto de la humildad. Nadie dudaría que todas las escenas que se muestran son cosas que realmente nos suceden. Algunas son más divertidas; otras son un poco dramáticas, pero ninguna parece pertenecer al género: “fantasía”.
Esto es así porque nosotros somos así. Somos seres humanos frágiles y limitados. No podemos precaver el 100% de las cosas que ocurrirán, no podemos estar atentos a todos los detalles, no podemos dejar de olvidarnos algo casi todos los días (lástima que ese “algo” de vez en cuando termine en un accidente). Esto y mucho más (todoo el video en general) no nos cuesta mucho aceptarlo; “somos humanos”.
Dicho esto, valdría la pena preguntarse: si es tan fácil aceptar que nos equivoccamos constantemente ante realidades externas y obvias – como las del video: por ejemplo, no darse cuenta que la puerta de vidrio está cerrada – ¿por qué, entonces, nos es tan difícil aceptar nuestros errores ante aquellos aspectos de nuestra vida que son mucho más difíciles de percibir y juzgar? (por ejemplo: faltas en nuestras relaciones humanas) Me refiero a aquellas personas incapaces de pedir perdón ante el mal que hacen, que piensan que siempre tienen la razón y no son capaces de aceptar sus errores (ni pecados); o que ni siquiera se detienen a analizar sus motivaciones o actos, están seguros que hicieron lo correcto “por defecto”.
Con esto no quiero caer en un relativismo. Creo que muchas veces uno puede estar seguro del bien o mal que realiza sin necesidad de muchas comprobaciones; sin embargo, si es cierto que este video describe un aspecto de nuestra condición humana, valdría la pena tener la suficiente humildad para no dar por descontada la posibilidad de no estar siempre en lo cierto; especialmente cuando se trata de aquellas ocasiones donde se mezclan, no solamente factores externos, sino nuestra motivaciones, sentimientos, pensamientos, relaciones, anhelos y tantas otras cosas que nos hacen seres sumamente especiales, y sumamente complejos.
Mauricio A.