domingo, 9 de marzo de 2008

Los días santos.


Así se les llama a esos días en que recordamos los sucesos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Santos deben ser para todo cristiano que de verdad cree. Santos, porque en esos días se realizan los actos más sublimes de nuestra redención, la cual nos permitió ser rescatados de nuestros pecados. Con su Pasión, Muerte y Resurrección -a esto se le llama: “MISTERIO PASCUAL”-; Jesús "pagó la factura" que debíamos por nuestros pecados. ¿Qué conmemoramos realmente en cada uno de estos tres días?JUEVES SANTO: Está lleno de evocaciones hermosas, porque en ese día recordamos tres grandes acontecimientos de salvación sucedidos durante la última cena de Jesús con sus apóstoles:
La institución de la Eucaristía, como alimento y bebida espiritual, como medio de unión profunda con nuestro Redentor. Desde ese día la Iglesia celebra la Eucaristía como recuerdo de Él.
Recordamos también la institución del sacerdocio, que sustituyó para siempre al antiguo sacerdocio de la ley de Moisés. El Único y nuevo sacerdote es Cristo y los sacerdotes ordenados por el obispo en la Iglesia católica son solamente partícipes del sacerdocio de Cristo. Es un sacerdote que no necesita purificarse de sus pecados antes de ofrecer el sacrificio porque no ha pecado. Él es un Sacerdote que siempre agrada a Dios porque Dios es su Padre.
Y recordamos finalmente la institución del mandamiento principal de Jesús que es el Amor. Ya no somos esclavos de la ley, sirviendo en el temor, somos hijos del amor y el que ama ha cumplido la ley.
Esta tarde, después de la celebración de la Cena del Señor se expone el Santísimo Sacramento y se adora en los templos, la costumbre católica nos invita a "visitar" los altares, se visitan siete altares, después de esta visita se guarda el Santísimo Sacramento para la Comunión del día siguiente y se le adora en forma especial.
VIERNES SANTO: Estrechamente unido al Jueves, porque después de la Última Cena empieza propiamente la Pasión de Jesús con la agonía en el Huerto del Getsemaní. Allí le tomaron preso, porque allí lo entregará Judas Iscariote. Es un día en que conmemoramos el terrible martirio de Jesús que se prolongó desde la noche anterior hasta las tres de la tarde, hora en que murió. El centro de este día es la Cruz. No hay Misa, sino una celebración litúrgica de la palabra que recuerda la Pasión y Muerte del Señor. En esta celebración:
Se proclama la lectura de estos hechos de la Pasión según el Evangelio de San Juan,
Se adora la Santa Cruz en la que murio Cristo,
Se hace la Oración Universal por las grandes intenciones de la Iglesia y,
Finalmente, se reparte la Comunión al pueblo con las Hostias consagradas el día anterior y que se han conservado para este fin, se consumen todas las hostias consagradas, de tal manera que desde esta hora a la Misa de la Vigilia Pascual, los sagrarios están vacíos.
SABADO SANTO: Es un día de luto y para los judíos era el Gran Sábado de la Pascua judía. María y los apóstoles guardaron el reposo sabático. Para ellos todo había terminado. Esto es lo que recordamos en este día por lo tanto no hay ninguna celebración. La iglesia, acompañando a María, se recoge en oración y silencio esperando la gran noticia de la Resurrección.
VIGILIA PASCUAL: Por la noche se reúnen todos en una celebración preciosa, especial, única en todo el año. Una celebración llena de simbolismos que nos van introduciendo poco a poco en el acontecimiento que “nos dio Nueva Vida”. La celebración empieza en la obscuridad, que es alumbrada por la bendición del Fuego Nuevo, de el Cirio Pascual que representa a Jesús resucitado, se encienden los Cirios de todos los fieles; las lecturas de la Escritura que recorren la historia de nuestra salvación, son siete lecturas, cinco del Antiguo Testamento, una del Nuevo Testamento, el canto explosivo del ¡Aleluya!, resuenan de nueva cuenta las campanas de los templos, los cantos de alegría se vuelven a escuchar junto a la lectura del Evangelio que nos anuncia que Cristo ha Resucitado, ha vencido a la muerte, el estallar de la vida nueva en Jesús. Porque Jesús venció a la muerte, la muerte ya no tiene dominio sobre Él. Y como es de raza humana, en Él todos los hombres estamos también destinados a vencer a la muerte. Eso celebramos con alegría y con enorme gratitud y amor a nuestro Redentor, que con Su Pasión, Muerte y Resurrección nos consiguió la Vida Eterna también a nosotros. Esta es la fiesta más grande de los cristianos, incluso más grande que la fiesta de la navidad.

Beatriz Gil.

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