lunes, 23 de febrero de 2009

Para relexionar un poco sobre la Cuaresma.


Iniciamos este tiempo especial de gracia, con un signo externo que nos recuerda nuestra existencia finita en la tierra: "recuerda que polvo eres y en polvo te convertiras"; cuarenta días de acompañar a Jesús por el desierto, por el camino del calvario, sin perder de vista la Resurrección.


Vivir la Cuaresma es...

Prepararse con el fin de caer en la cuenta del significado que encierra y celebrar, en la Pascua, el fruto y triunfo de la cruz: la Resurrección.

Despojarse de la distancia que existe entre uno mismo y sus ideales cristianos: la coherencia.

Ayunar de aquello que deleita aparentemente pero que nos deja enganchados en el débil placer: sacrificio.

Dar, no tanto lo que nos resulta fácil, cuanto aquello que supone un esfuerzo: la caridad.


Andar por la Cuaresma es...

Ojear la Palabra de Dios como el oasis más esperado.
Valerse y ser uno mismo sin necesidad de adulteraciones ni hipocresías.
Resistir a la tentación de abandono y de vender a DIOS, que es todo, por la nada.
Ser nómada buscando en las fuentes de agua fresca que produzcan satisfacción interna y recuperación de fuerzas por la reconciliación con uno mismo y con los demás.
Acercarse a las fértiles orillas de la Palabra de Dios , de su Eucaristía y de la confesión.

Entrar en la Cuaresma es...
Hacer deporte en cristiano con el alma y el corazón.
Caminar por las sendas del bien y sudar las toxinas de la mentira.
Levantar y aguantar las pesas del prójimo.
Correr hacia las metas que nos hacen sentirnos bien.
Tomar, como avituallamiento, las pastillas de la oración y de la contemplación.
Ejercitar la austeridad como disciplina de fe y ... hasta de salud para las calorías.

Iniciar la Cuaresma es...
Es comenzar, hoy miércoles de ceniza, inclinando la cabeza y recordar que lejos de ser dioses, somos hombres y mujeres de carne y hueso. Es necesitar de un “toque” por parte de DIOS para emprender este camino que nos llevará a la Pascua para, entonces, reconocer que en Jesús se encuentra la Salvación y la Paz que el ser humano, errante, torpe y orgulloso, se empeña en olvidar y dejar a un lado.La cuaresma es también, en cierta forma, “un período electoral” para saber elegir entre el mal y el bien, la mentira o la verdad, la oración o el ruido, el amor o el odio, el esfuerzo o la pereza, etc. El final, no es una urna precisamente, sino una cruz que se levantará como la mayor expresión del amor que Dios nos tiene.
Durante este tiempo especial de purificación, contamos con una serie de medios concretos que la Iglesia nos propone y que nos ayudan a vivir la dinámica cuaresmal.
Ante todo, la vida de oración, condición indispensable para el encuentro con Dios. En la oración, si el creyente ingresa en el diálogo íntimo con el Señor, deja que la gracia divina penetre su corazón y, a semejanza de Santa María, se abre la oración del Espíritu cooperando a ella con su respuesta libre y generosa (ver Lc 1,38).
Asimismo, también debemos intensificar la escucha y la meditación atenta a la Palabra de Dios, la asistencia frecuente al Sacramento de la Reconciliación y la Eucaristía, lo mismo la práctica del ayuno, según las posibilidades de cada uno. La mortificación y la renuncia en las circunstancias ordinarias de nuestra vida, también constituyen un medio concreto para vivir el espíritu de Cuaresma.
No se trata tanto de crear ocasiones extraordinarias, sino más bien, de saber ofrecer aquellas circunstancias cotidianas que nos son molestas, de aceptar con humildad, gozo y alegría, los distintos contratiempos que se nos presentan a diario. De la misma manera, el saber renunciar a ciertas cosas legítimas nos ayuda a vivir el desprendimiento y ser más libres.
De entre las distintas practicas cuaresmales que nos propone la Iglesia, vivir la caridad ocupa un lugar especial. Así nos lo recuerda San León Magno: " estos días cuaresmales nos invitan de manera apremiante el ejercicio de la caridad; si deseamos llegar a la Pascua santificados en nuestro ser, debemos poner un interés especialísimo en la adquisición de esta virtud, que contiene en si a las demás y cubre multitud de pecados”.
Esta vivencia de la caridad debernos vivirla de manera especial con aquel a quien tenemos más cerca, en el ambiente concreto en el que nos movemos. Así, vamos construyendo en el otro "el bien más precioso y efectivo, que es el de la coherencia con la propia vocación cristiana" (Juan Pablo II).

Cómo vivir la Cuaresma.
1. Arrepintiéndome de mis pecados y confesándome.
Pensar en qué he ofendido a Dios, Nuestro Señor, si me duele haberlo ofendido, si realmente estoy arrepentido. Éste es un muy buen momento del año para llevar a cabo una confesión preparada y de corazón. Revisa los mandamientos de Dios y de la Iglesia para poder hacer una buena confesión. Ayúdate de un libro para estructurar tu confesión. Busca el tiempo para llevarla a cabo.
2. Luchando por cambiar.
Analiza tu conducta para conocer en qué estás fallando. Hazte propósitos para cumplir día con día y revisa en la noche si lo lograste. Recuerda no ponerte demasiados porque te va a ser muy difícil cumplirlos todos. Hay que subir las escaleras de un escalón en un escalón, no se puede subir toda de un brinco. Conoce cuál es tu defecto dominante y haz un plan para luchar contra éste. Tu plan debe ser realista, práctico y concreto para poderlo cumplir.

3. Haciendo sacrificios.
La palabra sacrificio viene del latín sacrum-facere, que significa "hacer sagrado". Entonces, hacer un sacrificio es hacer una cosa sagrada, es decir, ofrecerla a Dios por amor. Hacer sacrificio es ofrecer a Dios, porque lo amas, cosas que te cuestan trabajo. Por ejemplo, ser amable con el vecino que no te simpatiza o ayudar a otro en su trabajo. A cada uno de nosotros hay algo que nos cuesta trabajo hacer en la vida de todos los días. Si esto se lo ofrecemos a Dios por amor, estamos haciendo sacrificio.
4. Haciendo oración.
Aprovecha estos días para orar, para platicar con Dios, para decirle que lo quieres y que quieres estar con Él. Te puedes ayudar de un buen libro de meditación para Cuaresma.

Autor: Javier Leos.

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