martes, 19 de febrero de 2013

Benedicto XVI pensó en la Iglesia.



Como se imaginarán, a mí también me tomó por sorpresa la renuncia del Papa. A las ocho de la mañana sonó el teléfono y un periodista me pidió salir al aire para hablar? "¿De qué?", le pregunté. "De la renuncia del Papa", me dijo. La noticia me dejó helado. Me vino a la memoria la anterior elección, en la que estaba en Roma acompañando al cardenal Jorge Bergoglio y participé de la ceremonia de asunción de Benedicto XVI. Me sorprendió lo fugazmente que pasan las cosas, aun las más sagradas.
Se han vertido miles de opiniones en estos días, algunas interesantes, otras llenas de estupideces y datos imprecisos, cuando no de especulaciones que nacen de la imaginación de los periodistas. Quisiera compartir aquí, ya que trabajo con jóvenes, lo que uno de ellos publicó en su blog el mismo día en que se conoció la noticia. "¡Siempre renuncias Benedicto! La verdadera causa de la renuncia del Papa", título y subtítulo del post, que transcribiré (sólo un pequeño párrafo) porque fue lo mejor que leí en estos días: "Tengo 23 años y aún no entiendo muchas cosas. Y hay muchas cosas que no se pueden entender a las 8.00am cuando te hablan para decirte escuetamente: 'Daniel, el Papa dimitió'. Yo apresuradamente contesté: ¿Dimitió?'. La respuesta era más que obvia: 'O sea renunció, ¡Daniel, el Papa renunció!'.
El Papa renunció. Así amanecerán sin fin los periódicos mañana, así amaneció el día para la mayoría, así de rápido perdieron la fe unos cuantos y otros muchos la reforzaron. Y que renunciara es de esas cosas que no se entienden.
Yo soy católico. Uno de tantos. De esos que durante su infancia fue llevado a misa, luego creció y le agarró apatía. En algún punto me llevé de la calle todas mis creencias y a la Iglesia de paso, pero la Iglesia no está para ser llevada ni por mí ni por nadie (ni por el Papa). 0 le volví a agarrar cariño a mi parte espiritual (muy de la mano con lo que conlleva enamorarse de la chavita que va a misa y dos extraordinarios guías llamados padres) y así de banal, y así de sencillo, recontinué un camino en el que hoy digo: Yo soy católico. Uno de muchos, sí, pero católico al fin. Pero así sea un doctor en teología o un analfabeto de las escrituras (de esos que hay millones), lo que todo mundo sabe es que el Papa es el Papa. Odiado, amado, objeto de burlas y oraciones, el Papa es el Papa, y el Papa se muere siendo Papa. Por eso hoy cuando amanecí con la noticia, yo, al igual que millones de seres humanos, nos preguntamos ¿por qué? ¿Por qué renuncia, señor Ratzinger? ¿Le entró el miedo? ¿Se lo comió la edad? ¿Perdió la fe? ¿La ganó? Y hoy, después de 12 horas, creo que encontré la respuesta: el señor Ratzinger ha renunciado toda su vida.Así de sencillo.
El Papa renunció a una vida normal. Renunció a tener una esposa. Renunció a tener hijos. Renunció a ganar un sueldo. Renunció a la mediocridad. Renunció a las horas de sueño, por las horas de estudio. Renunció a ser un cura más, pero también renunció a ser un cura especial. Renunció a llenar su cabeza de Mozart, para llenarla de teología. Renunció a llorar en los brazos de sus padres. Renunció a, teniendo 85 años, estar jubilado, disfrutando a sus nietos en la comodidad de su hogar y el calor de una fogata. Renunció a disfrutar su país. Renunció a tomarse días libres. Renunció a su vanidad. Renunció a defenderse contra los que lo atacaban. Vaya, me queda claro, que el Papa fue un tipo apegado a la renuncia" .
Creo que lo que escribió Daniel en su blog https://oehd.wordpress.com ) representa lo que piensan muchos católicos de a pie. Benedicto XVI, antes de pensar en él, pensó en la Iglesia, en la necesidad de alguien más joven para asumir la tarea.
No hagan caso de los comentarios que inundarán las páginas de los diarios sobre las luchas de poder y los candidatos. Estuve en Roma con 600 periodistas en el anterior cónclave. ¿De dónde sacan que tal o cual cardenal es candidato? Sólo de su imaginación y sus deseos. Valdría la pena saber quién tendría posibilidades de ser el elegido si votáramos todos, pero los que eligen son 117 cardenales llegados de todos los rincones del planeta, elegidos por ser hombres prudentes y, generalmente, no les dan sus opiniones a la prensa.
Habrá que aguardar y rezar.  Ojalá que el próximo papa renueve profundamente la curia romana -donde sí hay internas propias de mundillos de corte, lejanos a la realidad que vivimos la mayoría de los católicos- y renueve el impulso apostólico para seguir anunciando a Jesucristo a un mundo sediento de la verdad de Dios.
Autor: Guillermo Marco, escrito para el Periódico La Nación. 
Publicado: BCGR.

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