martes, 8 de enero de 2008

Sugerencias para Orar en la Tradición Jesuita

La oración y los métodos para orar que se sugieren aquí se basan en casi 500 años de Tradición Espiritual Jesuita. Pueden ayudarte a crecer en intimidad con Dios y experimentar de primera mano la espiritualidad Jesuita. San Ignacio creía que lo que recibió como un regalo de Dios no salmente enriquecía su propia vida cristiana, sino que también lo había recibido para compartirlo con otros. Este regalo era un "método", una manera de buscar y encontrar a Dios en las cosas y obtener la libertad para que se hiciera la voluntad de Dios en la Tierra. Esta forma de orar le permitió a Ignacio descubrir la voz de Dios dentro de su propio corazón y experimentar un crecimiento en familiarizarse con la voluntad de Dios. Los Jesuitas le llaman a esta oración "el examen de conciencia diario" .



EL EXAMEN DE CONCIENCIA

Esta es una oración en la que tratamos de encontar el movimiento del Espíritu en nuestra vida diaria mientras reflexionamos en nuestro día. Esta oración puede realizarse en cualquier parte: en la playa, en el auto, en casa, en la biblioteca. Mucha personas hacen el examen dos veces al día: uno alrededor de la hora de comer y el otro antes de ir a dormir. Hay 5 pasos simples para hacer el Examen, lo que debe tomarte de 10-15 minutos. Lo que se escribe a continuación es solamente una intrerpretación de estos 5 pasos para discernir los movimientos del Espíritu de Dios en tu día. A través de este método de oración puedes crecer en el sentido de tu ser y en la Fuente de tu ser ; podrás hacerte más sensible a tu propio espíritu con sus anhelos, su poder y su Fuente; vas a desarrollar una apertura para recibir el apoyo que Dios concede.



Antes de empezar: trata de estar en un lugar donde sea menos probable que alguien te interrumpa, y donde exista el menor ruido externo. Quizá quieras prender una vela o cambiar la luz cuando ores para simbolizar el inicio de esta práctica. Siéntate cómodamente y tranquilízate, relájate, toma conciencia de tu respiración, tu cuerpo y de cómo te sientes.


1. Toma conciencia de que estás en la presencia de Dios.
No importa en dónde te encuentres, en lo alto de uan montaña o en un valle, en el campo o en la ciudad, solo o en medio de una multitud, eres una creatura en medio de la creación. Mientras te tranquilizas, toma conciencia de que Dios está presente en tu interior, en la creación que te rodea, en tu cuerpo, en los que están a tu alrededor. El Creador que te formó se preocupa por tí. El Espíritu de Dios, enviado por Jesucristo, te recordará que tienes dones para ayudar a llevar la Creación a su plenitud. Pide al Espíritu Santo que te conceda ver todo lo que ves con amor. " El amor es paciente, el amor es servicial, no es celoso u orgulloso, no es arrogante ni desconsiderado. El amor no insiste en hacer las cosas a su manera; ... no se regocija en la maldad, sino en la bondad... El amor todo lo espera." (1 Cor).


2. Permanece un momento observando tu día con gratitud por los dones recibidos.
Sé concreto y deja que los momentos especiales vengan a tu mente! El aroma de las flores, algo rico que hayas comido, la risa de los niños, una sonrisa, una lección que aprendiste. Cuenta lo que diste y lo que recibiste. Agradece a Dios por los favores recibidos. También observa los dones permanentes que te permitieron vivir el día de hoy. Piensa en tu fortaleza durante los momentos difíciles, tu habilidad para esperar enmedio de la debilidad, tu sentido del humor y tu vida de fe, tu inteligencia y tu salud, tu familia y amigos. Dios Padre te da todo esto para acercarte a una vida de plenitud. Mientras recorres los detalles de tu día, dale gracias a Dios por Su presencia en ls pequeñas y grandes cosas de tu vida.


3. Pide a Dios te envíe su Espíritu Santo para ayudarte a examinar tus acciones, actitudes e intenciones con honestidad y paciencia.
"Cuando el Espíritu de la verdad venga los guiará a la verdad completa" (Juan 16:13). El Espíritu Santo te inspira para ver con na libertad creciente el desarrollo de la historia de tu vida. El Espíritu da una libertad para verte a tí mismo sin condenarte y sin complacencia para así estar abierto al crecimiento. Pide que tú aprendas y crezcas mientras reflexionas, para así profundizar en el conocimiento de tí mismo y tu relación con Dios.


4. Ahora revisa tu día.
Este es el paso más largo. Piensa sobre los eventos de tú día; explora el contexto de tus acciones. Busca los movimientos internos de tu corazón y la interacción con lo que se te presentó. Pregúntate en qué estabas involucrado y con quién, revisa tus esperanzas y dudas. Muchas situaciones te mostrarán que tu corazón estaba dividido - vacilante entre ayudar y desentenderse, desalentar y motivar, escuchar e ignorar, reclamar y perdonar, hablar y callar, descuidar y agradecer. Recuerda, este no es el momento para quedarte estancado en tus defectos; más bien, es una suave mirada con Dios a cómo has respondido a los dones que Él te ha dado. Observa cuándo actuaste libremente, escogiendo un particular curso de acción de acuerdo a las posibilidades que tenías. Observa cuándo te dejaste llevar sin libertad. ¿Qué reacciones te ayudaron o te perjudicaron? Revisa cuándo Cristo participó en tus decisiones y cuándo pudiste haberte detenido para recibir Su influencia. Su influencia viene de Su gente, el Cuerpo de Cristo. Su influencia viene de las Escrituras, la Palabra de Dios. Ahora, mientras oras, el espíritu de Cristo te ayudará a descubrir Su presencia y preocupación. Mientras cada día esploras en oración el mistero de tí mismo enmedio de tus actividades te familiarizarás con tu propio espíritu y serás más consciente de los impulsos del Espíritu de Dios dentro de tí. Permite que Dios te hable, te rete, te anime y te enseñe. Así te darás cuenta de que Cristo está contigo. Cristo continuamente te invitará a amar a tu prójimo como a tí mismo y te dará la fortaleza para que lo hagas.



5. El paso final es tener una sincera conversación con Jesús.
Aquí platicas con Jesús sobre tu día. Comparte tus pensamientos sobre tus acciones, actitudes, sentimientos e interacciones. Quizá durante este tiempo sientas el impulso de pedir perdón, pedir dirección, compartir una preocupación, expresar gratitud, etc. Una vez que hayas revisado el día contémplate a tí mismo con compasión, observa tu necesidad de Dios e intenta descubrir las manifestaciones de que Dios se preocupa por tí. Expresa tu dolor por haber pecado, la oscuridad que nos rodea, y especialmente pide perdón por los momentos en que te resististe a la luz de Dios el día de hoy. Dale gracias por Su gracia, la iluminadora presencia de Dios y alábalo por las veces en que tu respuesta te permitió ver mejor la vida de Dios. Decide con Jesús emprender una acción cuando sea apropiado. Si quieres puedes terminar con la Oración del Padre Nuestro.



Una vez que hayas hecho El Examen varias veces, encontrarás tu propio ritmo y método. Abarca los cinco puntos todos los días con libertad para dedicar más tiempo a unos y menos a otros, de acuerdo a como el Espíritu se mueva en tí. También puedes utilizar música, velas o una imagen que te ayude a orar.



"Nuestro único deseo y nuestra única opción debe ser esta:
Yo quiero y escojo lo que de mejor manera me guíe
a la profundización de la vida de Dios en mí."
- San Ignacio de Loyola

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