sábado, 29 de octubre de 2011

Seamos Congruentes con lo que Creemos

Un muchacho que se marchaba a estudiar a la ciudad, al despedirse de su madre recibió de ella este consejo:
- Hijo mío, te suceda lo que te suceda, no mientas nunca.

La madre dió a su hijo setenta monedas de plata y se las cosió en el forro de la chaqueta. El hijo prometió seguir sus consejos y se fue.

Durante el viaje, apareció una banda de salteadores que se le acercaron y le dijeron:
- Danos tu dinero. ¿Cuánto traes?
El muchacho respondió:
- Tengo setenta monedas de plata.
- ¿Dónde están?
- Están cosidas en el forro de mi chaqueta.
Los ladrones rasgaron el forro de la chaqueta del muchacho, cogieron el dinero y se lo repartieron entre ellos. Uno, intrigado por un robo tan fácil, comentó con el muchacho:
- Nunca nos ha sido tan fácil asaltar a nadie. ¿ Por qué dijiste donde tenías el dinero? Si no nos hubieses dicho nada, tal vez no lo habríamos encontrado.
Al oír esto, respondió el muchacho:
- Cuando salí de casa prometí a mi madre que nunca diría una mentira y estoy cumpliendo mi promesa.

Uno de los ladrones dijo:
- Yo prometí a mi madre que no robaría jamás y nunca he cumplido mi promesa...
Entonces, decidió devolver al muchacho su parte del dinero. Los otros siguieron también su ejemplo, y el muchacho recuperó sus monedas de plata.

Un ejemplo vale más que mil palabras.


Tomado de "Para que mi familia se transforme", de María Salette, Wilma Ruggeri y Jota Lima
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